Con estas palabras quiero iniciar a propósito, para
resaltar, de que ninguno de nosotros está exento de sentir temor, cuando se trata
de mirar hacia el futuro.
Para quienes pensamos de manera positiva la mayor parte del
tiempo, y sobre todo, para los que albergamos la confianza en Dios como norte
principal de nuestras vidas, el mañana se nos apetece siempre cautivador,
esperanzador y fascinante; pero aún así, no deja de ser intrigante, amenazador
y, en muchos casos, aterrador.
No hay nada tan constante como los cambios, y eso hace que
el futuro sea tan impredecible, porque nada nos puede asegurar que las cosas
sucederán mañana tal cual como esperamos, indiferentemente de las condiciones que
se nos presentan hoy en día.
Si logramos entender que la vida cambia de continuo, y
sumamos a eso, la situación presente, cuando por causa de una pandemia mundial
el mundo entero está siendo acorralado a transformarse y/o renovarse; no
podemos entonces creer que las cosas seguirán siendo igual que antes, ni mucho
menos, que todo lo que hemos programado continuará igual.
Pero esto no tiene por qué atormentarnos, es simplemente un
llamado a adaptarnos, a reprogramar nuestras vidas y a innovar en todos los
quehaceres de nuestra existencia.
Todas estas preguntas en verdad son importantes, pero
denotan también en lo profundo, un grado de incertidumbre total, de temor por
lo que desconocemos. Pero nada de esto es ajeno a nuestra naturaleza humana.
Somos seres creados con sentimientos y emociones.
Pero, ¿de dónde vienen todas estas preguntas…?
Estas preguntas solo son un reflejo muy superficial de lo
que cada uno de nosotros está viviendo. De hecho, cada quien tiene sus propias
preguntas personalizadas como, por ejemplo: ¿volveré a conseguir empleo? ¿cuándo
podré viajar de nuevo para visitar a mi familia que está lejos? ¿podré seguir
estudiando? ¿será prudente que tenga un hijo?
No hay que ser un profeta o tener una mente prodigiosa para
entender el tiempo que estamos viviendo, y mucho menos para descifrar claramente,
que lo que hoy nos afecta como humanidad, debe llevarnos a ver el futuro de una
manera distinta.
Lo único constante es el cambio, y estos no esperarán a
que estemos listos para ellos, como tampoco nos pedirán permiso para irrumpir
en nuestras vidas, queramos o no.
Hay cosas que anhelamos, que normalmente no
coinciden con las que necesitamos, y una de esas cosas es la paz. Por
siglos, la humanidad ha ansiado tanto esa paz, que incluso de manera irónica ha
desatado guerras para poder alcanzarla... ¿Es eso paz? ¿es posible alcanzarla? El
miedo que está arraigado en nuestros corazones está muy relacionado con esa búsqueda
de paz. Esa falta de paz en el presente, nos angustia de tal manera, que
incluso llega a paralizarnos y a determinar nuestros estados emocionales.
La falta de paz en el ahora es lo que causa temor en el
mañana....
Cuando Jesús les habló a sus discípulos acerca de "su
paz" fue en un momento muy importante, porque les estaba anunciando lo que
sucedería con él en pocos días. Jesús estaba preparándolos para la inminente
partida, él sabía muy bien que muchas preguntas surcarían sus mentes a partir
de ese instante, y que las dudas sobre sus futuros los atormentaría, y les causaría
temor. Ellos se preguntarían: ¿qué haremos después? ¿quién nos guiará? ¿qué haremos cuando se lo lleven? ¿cómo
debemos actuar? etc. En su posición también hubiésemos hecho lo mismo, y por
eso nos identificamos en este momento con sus temores.
La incertidumbre del futuro carcome nuestra psique y nos
hace pensar en la fatalidad... y esa fatalidad nos asusta.
¿Qué pasaría si alguien nos pudiera responder a todas esas
preguntas que nos estamos haciendo? ¿eso hará que nos sintamos mejor? ... la
respuesta a eso es obvia: NO... ¿y si las repuestas no son tan buenas como
esperamos? ... muchísimo menos nos sentiríamos bien. En realidad, desde el punto
de vista práctico, ninguna respuesta sobre el futuro nos ayudará a alejar el
temor.
Lo que hace que el futuro sea tan fatídico es que esperamos
mucho de él, porque todo lo que está por venir es incierto e improbable.
Respeto no estés de acuerdo conmigo, pero, ¿y si mañana no despertaras para ver
un nuevo día?... no quiero causarte más angustia ni temor, tampoco quiero que
pienses que soy fatalista, pero tengo que ser sincero contigo cuando te digo
que el futuro es demasiado incierto como para asegurar que va a ocurrir... no estamos
en la capacidad de “prever” lo que viene, pero eso sí, tenemos la oportunidad y
la capacidad de “proveer” en pro de ese futuro.
Hay una gran diferencia en el “prever” en relación con el de
“proveer” para el futuro. Las hormigas no pueden predecir cuándo se vendrán los
cambios climáticos, pero eso sí, trabajan todos lo días para proveer lo
necesario para cuando un momento así llegue.
No hablo de trabajar excesiva y compulsivamente para tener
lo necesario para cuando venga la dificultad, porque en ese extremo, no se
consigue la paz. Me refiero a ser
diligente hoy, sabiendo y confiando en Dios, que estás listo para cualquier
eventualidad, y disfrutar de esa misma forma el proceso (presente).
Nadie puede vivir pensando únicamente en el futuro sin
amargarse. Eso está lejos de traer paz.
Requerimos sobre todo paz, pero no una paz artificial como
la que desea el mundo. Por lo general pensamos, que la paz es el que “yo estoy
bien, si en mi alrededor todo lo está... “. Nada más alejado de la realidad. La
paz es un proceso que se genera a lo interno, y que se manifiesta hacia el
exterior. No a lo contrario.
La verdadera paz, solo Dios pudo dar, sembrándola en
nuestros corazones a través de su Espíritu Santo, que habita en nosotros... y
esa paz no es para el futuro, es para hoy mismo, para este instante, es una paz
instantánea. Jesús dijo: "la paz que les doy… es mi paz".
Considerando que se han declarados guerras en el mundo por
alcanzar la paz artificial, ¿qué estarías dispuesto tú a dar por alcanzar la
verdadera? ¿qué debes hacer para encontrarla?...
Hagamos un ejercicio práctico, toma lápiz y papel anota
todas esas preguntas que tienes acerca de tu futuro... hazlo sin apuro…. Si necesitas
otra hoja porque no te alcanza hazlo con confianza, y cuando estés listo, te
invito a que revises cada pregunta que hiciste sobre tu futuro y te darás
cuenta de que todos tus miedos están relacionados con cosas que no sabes si
pasarán o si tendrás. Estoy más que
seguro que la mayoría de las preguntas que anotaste están relacionadas con
dinero... ¿cierto?... ¿porque lo sé?... porque así son las mías...
En mi experiencia no existe nada que te cause más temor que
no tener nada de dinero en los bolsillos, sobre todo cuando tienes una familia
que mantener. Cuando se inició el confinamiento por la cuarentena me encontraba
en una situación económica estable, pues contaba con algunos ahorros producto
de mi trabajo de mucho tiempo y algunos de estos afortunadamente se encontraban
en divisas extranjeras. Debido a que la cuarentena me obligó a estar más tiempo
en casa, aunado esto a un problema gravísimo que existe en mi país en la
distribución de combustible, la oportunidad de salir a ofrecer mis productos
era casi nulas, mermando así, las posibilidades de aumentar mis ingresos.
Seguro estoy que muchos en la misma situación sentían que todo estaba bien,
pero, si tú tienes un saco lleno y empiezas a sacar de él poco a poco y no le
metes nada, al tiempo el saco quedara vacío... y eso me pasó a mí, y sé que le
está pasando a muchos. Esto indefectiblemente causa temor. La solo idea de que el
dinero se pueda acabar algún día me hacía sentir muy temeroso del mañana.
¿Qué hacemos en una situación así? La respuesta es más fácil
de decir que de aplicar, pero te diré lo que me ayudó mucho en mi proceso para
vencer el temor. Me paré frente a mi despensa y di gracias por todas las cosas
que había podido comprar para dar de comer a mi familia. Lo mismo hice cuando me senté a la mesa a
desayunar, y cada mañana que puedo abrir los ojos. El agradecimiento activó la
paz dentro de mí, y me hizo sentir seguro y confiado.
Cada uno de nosotros tiene la misma oportunidad de agradecer
por lo poco o lo mucho, y cuando haces eso activas la paz dentro de ti. Es algo
totalmente espiritual, por eso no es un asunto de “sentir” que debes agradecer,
es una práctica que debes aplicar quieras o no.
Estoy seguro que, si mañana decretan el cese de la
cuarentena, el dinero no va a llegar por arte de magia.
Como te he dicho acá mismo, no podemos "prever" el
futuro, pero si podemos "proveer" para él. Tu futuro no está en lo
que pueda suceder si no en lo que construyes (provees) hoy para alcanzarlo. Las
cosas no van a mejorar simplemente porque cese la cuarentena, lo harán, si
estas preparando el terreno para que eso se dé. Estoy consciente que, en mi
caso, que tengo un negocio de ventas tradicional, apoyado principalmente en
visitas al cliente, presentación de catálogo o lista de productos, y un poco de
tecnología celular, si sigo por esa vía sin innovar, no lograré victorias
tempranas cuando retome de nuevo mi actividad comercial. La solo idea de
arrancar de nuevo una vez terminada la cuarentena me aterraba porque sentía que
debía empezar desde el inicio con mis clientes, y considerando que necesito
llevar algo de efectivo lo más urgente posible a mi saco, no me convenia
hacerlo de la misma forma.
Lo más rentable, y que recomiendo ampliamente para alcanzar
la paz y adoptar el termino de “proveer” para el futuro, es aprovechar este
tiempo de aparente inactividad para estudiar y preparase para lo que viene. Empecé
a estudiar todo lo que necesitaba para mejorar mi negocio, para llevarlo a la
era digital, y me encontré que, mientras yo me iniciaba para saltar a lo que se
denomina el Negocio 2.0, ya hay quienes en ese nivel antes que yo, ya estaban
preparándose para subir al tipo de Negocio 3.0. De allí entendí, que todos vaticinan
que la economía va a dar un salto que cambiará totalmente todos los negocios, y
que, quien no esté "preparado" para saltar, no verá crecimiento a
corto plazo. ¿me asusté con la idea? sí, pero no me quede en ese temor.
Me estaba preocupando por algo que no conocía y no había
sucedido aún, cuando lo que tenía que hacer era ocuparme en el presente de
sentar las bases para ese futuro. Fue allí cuando aumenté las horas de estudio
y preparación, y empecé a hacer los ajustes; y así como lo hice en mi negocio, tuve
que hacerlo en todas las áreas mi vida. En mi hogar ya estoy hablando de querer
ser el Esposo y el Papá 3.0. ¿Qué es
eso? no lo sé con exactitud, pero sé que debe ser la mejor versión de lo que
soy ahora.
En el futuro no te espera la paz, porque la paz la necesitas
ahora para poder enfrentar el futuro, no importa cuán difícil parezca que será.
El presente es lo único que puedes
controlar, por eso necesitas la paz en el ahora. Cuando tenemos paz en el hoy
no hay preocupación por lo que vendrá mañana, sin importar que tan lejos este
ese mañana.
En el pasaje de la lámina anterior, observamos que el afán
(preocupación) por el mañana no trae ningún beneficio. Lo importante es atacar el
día a día en paz y de forma diligente.
Haz todo lo que esté en tus manos por hacer, y encuentra
también satisfacción en ello.
Aprovecha estos días para compartir y dedicarle atención a
tu familia, pensando siempre que el tiempo que estás invirtiendo en ellos no es
en vano. Algún día los niños crecerán y se irán, no sabemos a ciencia cierta
que tan buenos saldrán o si se serán los hombres y mujeres que hemos
visualizado. El futuro nada te garantiza acerca de eso. Lo único que nos queda
en ese caso es sembrar en ellos momentos espaciales junto a nosotros que puedan
llevarse donde quieran que vayan.
Mi oración por mis hijos todos los días, es que sean hombres
de bien, respetuosos, afectivos, y fieles. Pero ni aún la oración me puede
garantizar eso. La oración, junto a la dedicación que podamos darles, nos
ayudan a satisfacer nuestro ser interior, dándonos confianza (paz) en el
trabajo que hacemos cada día con ellos, proveyéndoles así, la mejor provisión
para sus mentes, y corazones. Esa es la paz de Dios, la paz que funciona en el
ahora.
Ya para finalizar, quiero compartir este último pasaje
bíblico, escrito por el apóstol Pablo, donde nos evidencia la forma correcta de
enfrentar el futuro.
Sea cual fuere el tiempo que dure la cuarentena debemos
aprovecharlo para mejorarnos a nosotros mismo, prepararnos para todos los
posibles futuros que podamos tener, pero siempre de manera positiva, confiando
plenamente en Dios, el cual estará con nosotros mañana, así como lo ha estado
hasta hoy. Eso es lo único que tenemos garantizado en el futuro, su presencia
en nuestras vidas.
Ocupémonos entonces de construir hoy las bases para hacer de
nuestras vidas la mejor versión que podamos. Olvídate ya de que vas a continuar
tu anterior vida, el mundo no es el mismo, tu tampoco puedes serlo. Tu futuro
será tan bueno o malo como lo determines hoy.
Evidentemente, así como no podemos cambiar el pasado que ya
pasó, tampoco podemos cambiar el futuro que aún no llega, pero lo que si
podemos hacer es condicionar el futuro, y para ello tenemos el ahora. ¿Cómo
podemos condicionar el futuro? El secreto está en nuestra mente.
Si cambiamos lo que pensamos, abonaremos el camino para una
mejor vida, una vida ajustada a la voluntad de Dios, es decir, una vida buena,
agradable y perfecta.
¡Que tengas un mañana muy feliz!
Pastor César González