Proverbios 31:29 "Mujeres buenas hay muchas, pero tú eres la mejor de todas."
Seguro estoy, que
para un día como hoy, no existe una mejor frase que pueda servir a manera de
introducción al tema del cual hablaremos en este momento.
A expensas de que a muchos les parezca este día como un pretexto más para impulsar el comercio y la venta de productos, debemos considerar que hay una gran parte de personas (la gran mayoría son mamá), que le dan a este particular día una importancia por demás relevante, muchas veces incluso hasta sobre dimensionada, pero a mi parecer, ambos puntos de vista se deben respetar y aceptar.
Sin embargo este Día de las Madres, tiene una connotación muy particular, a razón de la cuarentena social, voluntaria y necesaria; que debemos mantener por causa de la pandemia mundial que estamos padeciendo.
Es en este punto donde el asunto de esta celebración toma más valor. Este distanciamiento social, ha provocado que muchos nos sintamos como desprendidos y hasta separados de las cosas que nos gustan y de las personas que amamos.
Bien dice el adagio de que “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde (o lo siente perdido)”, y de allí se desprende, que sintamos aún más este distanciamiento, sobretodo cuando se nos priva de la oportunidad de poder estar con ese ser tan especial para nosotros al que llamamos: Mamá.
¿Cuántos hay que se encuentran lejos de sus madres y que hoy anhelan estar a su lado para poder abrazarla, besarla, sacarla a comer, etc.?
Hay quienes tienen a sus madres viviendo en la misma ciudad, pero por las mismas razones que ya conocemos se ven imposibilitados de poder estar con ella.
¿Qué el Día de las
Madres es todo los días? Pues sí, si lo es… o por lo menos debería serlo. Sería
fabuloso que todos los días fueran de
Esto me hace recordar
mucho, la escena del cuento de Alicia en el País de
Eso me hace preguntarme algo ¿será necesario buscar un pretexto para celebrar o festejar las cosas importantes para nosotros? Yo pienso que no, pero lamentablemente, a veces requerimos de estímulos externos o recordatorios para hacer “paradas” en nuestra rutina diaria. Paradas necesarias que nos permitan ver alrededor, las cosas y las personas que son importantes para nosotros. Momentos especialmente reservados para prestar la debida atención a lo que realmente importa… las personas que nos importan.
Parafraseando esto mismo, podemos decir que vivimos un “gran parón”. Un momento particular tanto en nuestra historia personal como en la del mundo, donde estamos siendo objeto de una introspección, no solo a nivel personal, sino también a nivel social, familiar y en lo matrimonial. Estamos siendo “obligados” por decir de un modo, a convivir más de las horas acostumbradas con las personas con las que deberíamos sentirnos mucho más que felices de estar todo el día.
Se han difundido
mucho por las redes sociales en calidad de broma, de que existen esposas,
esposos, padres e hijos a punto de colapsar por estar tanto tiempo encerrados
en casa con los otros miembros de su familia, en serio, ni nos imaginamos
cuanto de eso es verdad.
Pero lo que también es verdad, es que muchos (incluyéndome) han podido reencontrarse con sus seres queridos a causa de esta situación. Muchos matrimonios a punto de colgar los guantes, consumidos por el afán del día a día, hoy están reconstruyendo sus relaciones de pareja, y así se han salvado de caer al precipicio. Hoy en día, muchos padres están conociendo mejor a sus hijos, y viceversa. Haciendo tareas en casa, jugando, viendo TV, hablando, leyendo…pero juntos.
Es que la vida pasa aceleradamente, y todos evolucionamos, pero al hacerlo de manera individual, nos perdemos unos de otros en el camino. Hay que aprovechar para evolucionar juntos, y esta situación se presenta como una gran oportunidad para hacerlo.
Muchos niños, por causa de las distintas situaciones del día a día, aún viviendo en la misma casa con sus padres, estos están ausentes. ¿Porque esta situación? Porque nos perdemos los momentos de estar juntos. Porque no aprovechamos cada oportunidad para celebrar la vida y para gozarnos mutuamente en el otro. Eso está pasando hoy en día, esa es la verdadera pandemia.
La vida es la sumatoria de momentos, y una vida feliz, es la sumatoria de momentos felices. ¿Quiénes protagonizan junto a nosotros esos momentos felices?
Hoy estamos mas cerca de los que amamos. Hoy estamos encontrando aun mejores razones para seguir adelante, y esas razones están en las personas que tenemos cerca. Hoy ya no están las barreras de la ocupación y del oficio, ni los limites que en el afán del día a día aumentaban sus lindeles. Es la oportunidad para ser realmente lo que debemos ser.
Por eso estoy
convencido de que debemos aprovechar bien el tiempo (Efesios 5.16), y
celebrar siempre que se pueda, cada día con la importancia que queramos darle.
El valor que tiene algo o alguien para nosotros, solo podemos dárselo nosotros mismos.
Uno de los grandes secretos de la felicidad, es poder conjugar y disfrutar de los momentos importantes con las personas importantes para nosotros. Y… ¿Cuáles son esos momentos importantes? Los que cada quien defina y construya, para si mismo y para los suyos.
Contrario a los que muchos piensan, los buenos momentos no llegan de forma fortuita o al azar. No son producto de accidentes de la casualidad o de la buena suerte. Los buenos y felices momentos se construyen con determinación, fe, optimismo y mucho amor.
Hoy nos juntamos casi de manera sincronizada con gran parte del planeta a homenajear a esos seres maravillosos, que son la representación más cercana que tenemos de lo que es el amor de Dios: nuestras mamás.
Este día, es muy significativo para muchos de nosotros, incluso para quienes ya no tenemos a nuestra madre en este plano de existencia. Pero, aunque la muerte es inevitable, las personas que amamos son eternas, gracias a los momentos especiales que acompañan a nuestros recuerdos. Esos momentos son imborrables. Nos causan mucho tipo de sensaciones distintas. Lloramos, reímos, nos emocionamos… simplemente revivimos y sentimos cada instante como si fuera el presente… Eso es lo que los hace tan especiales.
Como hijo siempre
traté en lo posible de disfrutar todo lo que pudiera con mi mamá. No solo en el
día de la madre, sino cada vez que tuviese o creara la oportunidad. Cuando lamentablemente
se enfermó, recuerdo a profundidad cada día que estuve junto a ella haciendo
guardia en la clínica. No era el momento más especial, ni más feliz, ni más
gozoso, pero aún así, tuve que transformarlo en eso mismo. Sabía que era
cuestión de tiempo para que todo acabara. El sufrimiento terminaría, los
exámenes de laboratorio, y las noches de clínica. Pero también entendí, que se
acabarían las oportunidades para estar
con ella, para abrazarla, para darle un beso, para escuchar su voz, para
decirle: “te amo”.
No quiero que me mal interpreten. Yo no esperaba seguir haciendo todo eso a costa del sufrimiento de mi mamá. El amor por alguien te lleva incluso a aceptar la perdida del ser que amas, por el simple hecho de no verlo sufrir.
¿Qué me quedaba entonces? Solo tenia el momento, el ahora, tal cual como lo es hoy.
¿Cuando será ese momento especial que necesitamos? Ese momento es ya. No hay mañana garantizado, solo tenemos el ahora.
Era mi decisión en ese cuarto de clínica hacer de ese un momento especial o de tragedia. Yo decidí por lo primero, a pesar del dolor que tenía frente a mí. Era un honor y un privilegio que nadie me podía arrebatar, y no lo cambiaría por nada en el mundo, ni en ese momento y mucho menos ahora.
¿Qué momento estás pasando ahora? ¿Estás frente a la muerte de un ser querido? ¿O estás acaso “encerrado” con tu familia, en tu casa, por culpa de una pandemia que te obliga a estar con los tuyos, todas las horas y todos los días?
La tragedia es del tamaño que tú decidas. La felicidad también. Un momento tonto e insignificante a tus ojos, como pintar caritas con tu hijo en un papel, puede convertirse en el recuerdo más maravilloso de toda su vida.
Como padre, he tratado de sembrar en mis hijos que cada día es importante, y que hay que estar agradecido y celebrarlo a plenitud. Los cumpleaños se celebran todos aunque sea con pequeños gestos como un desayuno especial. Una torta no es más importante que el cariño. Un chocolate puede ser el regalo mas genial que existe. Trato de inculcarles que aún un dibujo hecho con sus propias manos es el regalo más maravilloso que existe para alguien que nos ama. Quiero que aprendan a celebrar aunque no haya dinero. Que la felicidad no es tener el bolsillo lleno sino el corazón.
Debemos aprender a celebrar desde la posición del agradecimiento por lo que tenemos, sobretodo por las personas que están a nuestro lado.
En la historia hay madres muy buenas, unas que no lo fueron tanto, y otras que de verdad nunca se esforzaron por serlo. Pero indistintamente de su condición, la mayoría de nosotros, se siente orgulloso de la madre que le tocó.
Todos piensan que su mamá es la mejor del mundo. Y todos tienen derecho de pensar así, y no estar equivocado. Porque hay un solo mundo para ti y para mí… y ese mundo está habitado por nuestras personas especiales.
Esta es la razón, por la que hoy estamos celebrando, y es un muy buen momento para soltar todas esas maravillosas expresiones de amor y afecto que hay dentro de nosotros.
Toma este momento
como pretexto, para presentarte a esa persona especial en tu vida.
Indistintamente si es tu mamá, tu papá, tu esposa, tus hijos, un amigo. Cada
persona especial en tu vida merece tu atención, necesita sentirse especial para
ti.
Hoy el Día de las Madres se nos presenta como una excusa para volcar todo nuestro amor hacia ese ser maravilloso, y para mí, fue el pretexto perfecto para hablarte sobre todas las personas importantes de tu vida, y sobre los momentos de calidad que puedes ofrecerles.
Nada más maravilloso que escuchar de los labios de alguien a quien tú sabes que le importas, que de todas sus personas especiales… tú eres la mejor de todas.
Ve, aprovecha bien
el tiempo que Dios te ha regalado, y construye momentos importantes para ti y
para los tuyos.
Quiero despedirme de ti con un mensaje muy poderoso, que espero pueda transformar tu vida así como lo ha hecho con la mía.
Nos vemos en una
próxima oportunidad.
Muchas felicidades a esas madres maravillosas, y bendiciones para todos…
Pastor César
González
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