Todos los seres humanos, desde nuestro nacimiento, tenemos necesidades que requieren ser satisfechas para nuestra plenitud y desarrollo optimo. Tenemos necesidades físicas y necesidades afectivas, y es común en nuestra cultura que la primera sea tarea del papá por su rol de proveedor, y que la segunda sea tarea de la mama por ser el primer sustento en la vida del niño.
Los sicólogos afirman que “la presencia de ambas figuras (materna y paterna), influye de manera determinante en la personalidad de los niños”.
Muchos estudios han revelado que la presencia del padre en la vida del niño es de vital importancia para su desarrollo mental y emocional. El amor de un padre es tan importante para el desarrollo emocional de un niño como el de la madre.
Es la relación con el padre, por ejemplo, la que determina en el caso de las mujeres cuan exitosas o no lo serán en sus relaciones con los hombres.
Nuestra sociedad se caracteriza por ser una sociedad matriarcal, donde la figura materna es el pilar y cabeza del hogar, y esto nos ha llevado a asumir por generaciones, de que los niños necesitan para su desarrollo saludable el amor de la madre, y que el padre está única y exclusivamente como apoyo para proveer el dinero y sustentar económicamente en el hogar.
Con esto último, se ha transmitido la creencia de que la figura paterna no es necesaria para el desarrollo emocional saludable de los hijos, y esto ha sido así durante muchos años. Es muy posible, que tanto en tu hogar como en el mío, vivimos con dicha creencia, pero esto no significa que la debamos aceptar hoy como buena, de hecho, en la actualidad, esa creencia es cada vez más errónea y obsoleta.
Es necesario, que como sociedad, en donde cada vez es mas frecuente que existan familias con una sola figura (la materna), comencemos a alejarnos de esta idea y seamos mas conscientes de la influencia que ejerce la figura paterna en nuestras vidas.
Esta creencia que arrastramos como sociedad, nos ha dejado como hijos, una herida emocional que permanece durante toda nuestra vida.
Nos han enseñado, que Papá, tiene que salir a buscar el sustento, por ser “el hombre de la casa”, y por este motivo, justificamos en él, la apatía, la frialdad, la severidad, la rigidez, y la falta de manifestación de amor y cariño a su familia, como parte de su rol masculino, asumiendo lo contrario como una señal de debilidad.
Un padre se ausenta por sus propias carencias y dificultades, y no por las virtudes de sus
hijos
Les confieso que, aunque mis padres permanecen casados por más de 40
años, y he tenido un papá presente físicamente a lo largo de mi vida, éste
estuvo ausente emocionalmente.
Es probable que en tu caso, hayas vivido la ausencia tanto física como emocional de tu padre, pero tanto tú como yo, fuimos afectados por la herida producida por un padre ausente.
El “padre ausente” no solo hace referencia al vacío físico que dejó esa figura paternal que no tuvimos, es también, ese padre, que aun “estando” no supo o no quiso ejercer su rol.
Aunque hayan pasado los años, creyendo que hemos estado bien, y asegurándonos a nosotros mismos que nuestras vidas nunca han estado determinadas por ese vacío paterno, déjame decirte, que hemos tenido al respecto una venda en los ojos por mucho tiempo.
Más adelante hablaremos sobre esto último, para que juntos veamos con claridad, que muchas de nuestras experiencias hasta el día de hoy, aún más, la calidad de las relaciones que hemos construido durante nuestra vida, están íntimamente vinculadas a ese vacío emocional de nuestro niño(a) interior.
Para entenderlo de manera más práctica, imagínate que de niño te rompes un dedo y nadie se da cuenta. El dedo sigue su proceso de crecimiento pero nunca lo hará derecho, porque siempre estará “chueco”. Ese dedo perderá capacidades, y a la larga, dará problemas. Así sucede con las heridas de un padre ausente en el niño, si nunca son sanadas, siendo adultos “nos darán problemas”, ya que no nos permitirán desarrollar autoconfianza, amor y respeto por nosotros mismos.
Y te pregunto ¿será que existe el padre perfecto?
Algunos dirán que si y otros no, ya que es una respuesta muy subjetiva y va a depender de nuestras experiencias en la vida familiar, y de lo que vivimos con las personas de autoridad en nuestra niñez, sean padre, abuelo o tutores; pero si me lo hubiesen preguntado a mi cuando era adolescente, habría respondido que el padre perfecto si existía, pero no era el mío, era el de mi amiguita Josefa, o el de Anita, porque el mío no era tan bueno.
En mi mente, a la edad de 13 años, se había formado la creencia: “Mi papá era el peor”, y en realidad no era mejor ni peor que el papá de mis amigas, lo que sucedía era que tenia un papá presente físicamente pero ausente emocionalmente, además de ser poco afectivo y comunicativo. Como todo niño, yo estaba ávida de recibir afectos, refuerzos positivos para crecer con seguridad, conexión con amor, protección, y al no ser provistos por esa figura importante, se fueron generando vacíos, incongruencias, dificultad para tratar a los demás, ansiedad e inseguridad.
Los padres, por medio de su afecto, su tiempo, su presencia, nos dan un
luminoso espejo que nos hace mirarnos valiosos y merecedores
Quiero que respondas las siguientes preguntas:
- ¿Has tenido dificultad para seguir las normas?
- ¿Has tenido dificultad para ejercer la propia autoridad?
-
¿Has sentido desconfianza e inseguridad en las
relaciones?
-
¿Has tenido relaciones tóxicas o dependencia emocional?
-
¿Has sentido que te llega el dinero pero no se
multiplica?
Si respondiste afirmativamente a alguna de ellas, es porque has sufrido una herida por la ausencia paterna, y eso ha provocado un impacto negativo sobre tu vida.
En nuestra vida suceden cosas que creemos están aisladas del resto, pero resulta que no es así. Somos seres sistémicos, formados por millones de sistemas dentro de nosotros que se relacionan, y en donde todas las conexiones tienen que ver con todo y forman parte de un todo “nosotros.”
El hecho de que tengas dificultad para seguir las normas, se debe a la carencia de disciplina que debió impartir Papá.
Cuando te es difícil ejercer tu autoridad sobre tus hijos, pareja u otros, y permites relaciones abusivas, se debe principalmente a la carencia de autoridad que debió ejercer Papá.
Cuando desconfías en exceso de todos, y no crees en nadie, es porque tu confianza fue defraudada por Papá y hay un vacío emocional.
Cuando desarrollas relaciones toxicas y dependencia emocional, es un esfuerzo para compensar la falta de amor y atención que debió brindarte Papá.
Cuando las finanzas no fluyen y el dinero llega y se va como agua entre las manos, recuerda que Papá es quien trae el dinero, y si no se multiplica, te pregunto: ¿A quién perdiste en tu infancia? ¿Será a Papá?
Quiero hacerte consciente con esta pequeña lista del impacto negativo que puede traer a nuestras vidas, el no sanar esta herida.
La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis, sino mas
bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. (Madre Teresa
de Calcuta)
Hace más de 10 años me hice consciente de las heridas que habían marcado
mi infancia, y que aun se proyectaban en mi vida adulta. Comenzó así mi proceso
de sanidad, y aunque el camino para
sanar a mi niña interior apenas se iniciaba, encontré que cada día estoy aprendiendo
cosas nuevas, y por ello he querido inspirarte y motivarte a que:
-
Decidas hoy mirar hacia atrás y ver las cosas en su
junto valor, sin exageraciones para dejar de albergar emociones negativas.
Debemos hacernos conscientes de que tuvimos Papás con muchos defectos, que hicieron todo lo que pudieron con la información que tenían en sus mentes. Debemos ponernos en sus zapatos, y entender que muchos fueron abrumados de pronto al verse comprometidos con familias numerosas (en mi caso, éramos ocho hijos), y que además de eso, la mayoría de ellos también sufrieron heridas de un Papá ausente, que nunca fueron sanadas, lo cual produjo en ellos seres inexpresivos en el amor hacia los demás, sobretodo a sus hijos, con un temor tácito de ser vistos como débiles en caso de desear manifestarlo.
- Es fundamental entender que, “Mi padre no es perfecto, pero es el Papá que yo necesitaba para…”
Te invito a cerrar tus ojos y hacer una pequeña lista del porque necesitabas nacer y ser parte de ese Papá, respira profundamente y agradece por cada una.
Luego de haber aceptado a nuestro Papá, y a su modo particular de serlo, podemos comenzar a trabajar con nosotros mismos.
- Responsabilizarme por mí mismo, entender que ya he crecido y que solo yo tengo el control de mi vida. Cortar con el vínculo de sufrimiento, ¡TU YA NO ERES UN NIÑO Y ESA INFANCIA YA PASO!
- Entender que somos amor, y que no nos hace falta que nos “den” amor. Comencemos a ser compasivos y amorosos con nosotros mismos.
- Hay un solo padre perfecto, el cual es Dios, pero para
tener una relación plena de amor con nuestro Padre Celestial, debemos sanar primordialmente
nuestra relación con nuestro padre terrenal.
Todo lo que viene a mi mente cuando pienso en mi Papá terrenal es una creencia, esos mismos pensamientos se reflejarán en mi relación con Dios, que es nuestro Padre Celestial.
Por ejemplo:
Si hemos crecido con un Papá castigador, asimismo entendemos que es Dios.
Si crecimos con un Papá ausente, de la misma forma creemos que Dios esta muy ocupado para escucharnos.
Si tuvimos un Papá que nos abandonó durante la infancia, de la misma forma será muy difícil confiar en Dios.
De acuerdo a nuestras experiencias, se construye una creencia, y esa creencia será
un reflejo en todas nuestras relaciones, especialmente con Dios, con nuestra pareja
y con nuestros hijos.
Sin importar la edad que tengamos, merecemos reconstruir nuestras vidas en
el presente, ayudando a sanar a ese niño(a) interior.
Podemos enseñarle a creer de nuevo, mostrarle que existe un “padre perfecto”, que siempre estuvo allí con nosotros, a pesar del abandono emocional que sufrimos por parte de nuestro padre terrenal. Es ese mismo “padre perfecto” que nos ha permitido hoy, darnos cuenta de que a pesar de todo, aún hay esperanza para nosotros. Ese es su regalo de cada día. Esa es su forma de demostrarnos que su amor ha estado presente en nuestras vidas siempre.
No podemos cambiar lo que nuestro Papá fue, y lo más probable que tampoco podamos hacer nada por lo que es hoy, pero de algo si podemos estar seguros, es que podemos ser mejores hijos, y a la vez mejores padres para nuestra propia descendencia.
Todos necesitamos ser modelados para poder modelar.
Quizás el modelo de padre que recibiste no haya sido el mejor, pero hoy tienes la oportunidad de posicionar tus ojos en un modelo superior.
Dios es el “padre perfecto” que quiere acompañarte en ese proceso de sanación que tanto necesitas, y para ello te ha provisto de las herramientas para lograrlo.
Hoy, para honrar su nombre, quiero compartir contigo un corto ejercicio,
el cual te invito a realizar con toda la sinceridad de tu corazón. Estoy segura
que te ayudará a verte a ti mismo, de una manera distinta, así como también, te
permitirá comprobar con claridad, el
valor que tienes para tu Padre Celestial:
Decreto de Sanación de las
Heridas de
Me doy gracias por todas las
elecciones tomadas
que me permitieron salir de
los momentos dolorosos
dejándome herramientas y
lecciones
que hoy reconozco y aprecio.
Honro a mi niño su nobleza y
su inocencia.
Honro a mi adolescente su rebeldía
y su fuerza.
Honro en mi adulto joven su
sano entendimiento.
Honro a quien soy hoy
Fruto de todos los yo que están
en mi historia
Y que hoy honro, reconozco y
sano.
Honro mi dolor y elijo
aprender de él,
Respeto mis errores, conozco
mis heridas y me comprometo
a que esas heridas no me
lastimen ni lastimen a los que amo.
Hoy suelto a mis padres y
entiendo que lo que no me dieron
No lo tenían, no estaba en
ellos darlo.
Cancelo las facturas de
afecto que sentí que mis padres y la vida me debían
pagar, hoy sé que puedo
recibir amor en libertad
y empieza en la relación
conmigo.
Me
amo, me acepto, respeto mis necesidades y mis carencias,
Respeto mi ritmo y perdono
mis errores producto
De mi ignorancia y mi
incapacidad para dirigirme con amor.
Camino con paciencia hacia la
conquista de mí,
Sin pelear y sin rechazo,
siempre de la mano conmigo.
(Tomado del Libro “Transforma
las Heridas de Tú Infancia” de Anamar
Orihuela)
Para finalizar, confío que estas palabras, puedan traer aliento y una luz de esperanza que te permita alcanzar la paz interior que tanto anhelas, y sanar así, ese vínculo tan importante de tu infancia como lo es, la relación con tu padre terrenal.
Adicionalmente, te invito a que en el camino de tu sanación no te olvides jamás de tomar de la mano y confiar en tu Padre Celestial, Él tiene todas las respuestas y te conoce mejor que nadie.
Fue un placer compartir contigo, y me despido con la siguiente frase:
Seamos padres suficientemente buenos, no perfectos. Nos equivocaremos
muchas veces, pero seremos capaces de reconocerlo, aprender y cambiar.
Dios te Bendiga
Lcda. Nathali Vilchez
Gracias por compartir esta enseñanza que es de gran Bendición en todo momento, el perdón y Amor son las mejores Herramientas para Sanar nuestro ser. Saludos y un abrazote 😘
ResponderBorrarGracias por leernos. Mil bendiciones para tú vida
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