Muchas personas tienen una capacidad maravillosa para sobrellevar las dificultades, y hay quienes más, poseen una actitud increíble para hacer de cada problema, una oportunidad para surgir y prosperar.
Decimos que estas personas poseen un “don” especial, para alcanzar lo que se propongan, y tendemos a clasificarlas en el espectro de lo “raro” o “extraordinario”.
Por otro lado, en un lamentable y alto grado de proporción, hay quienes en definitiva no creen contar con esas mismas posibilidades, y se consideran así mismos como desafortunados, o se conforman con decir que la “vida no ha sido justa con ellos”.
La historia de la humanidad está marcada por personajes que, indiferentemente de las circunstancias en las que nacieron o se criaron, y aún incluso, a pesar de los obstáculos que se les presentaron en el camino, lograron alcanzar su objetivo.
Y esto último incluye todo tipo de hazañas, en donde el ser humano es retado para ir más allá de lo convencional.
De hecho, todos, aunque no lo entendamos así, estamos llamados a hacer cosas extraordinarias, porque fuimos creados bajo un mismo concepto, de una misma esencia, de una misma estirpe.
Somos en cierta forma, una extensión creativa de un creador maravilloso, que nos dio el “don” de ser extraordinarios.
Cada quien es “libre” de indagar sobre su origen, y creer convenientemente de donde proviene toda su esencia como ser humano. Pero aún, teniendo la convicción del lugar o de cómo fue nuestro origen, lo importante acá es saber el “porque” de nuestra existencia, y esta respuesta está ligada completamente a lo que “creemos” de nosotros mismos.
Aunque no esta comprobado del todo por la ciencia, hay una verdad espiritual que ella ha tenido que aceptar de a poco, y es que, todo en el universo está conectado y tiene un propósito, aún aquello por lo cual no nos sentimos cómodos, o que incluso no está acorde con nuestros ideales y expectativas.
Cuando entendemos eso, logramos adherirnos a un nivel de conciencia que nos impulsa a tomar cada situación que se nos presenta, como un evento acorde a ese propósito y esa conexión universal, a los cuales requerimos prestarle mucha mas atención que al problema presente.
Esta pandemia es un ejemplo claro de una circunstancia, que de manera irrestricta, nos está afectando a todo el mundo, pero si miramos a nuestro alrededor coincidiremos que al parecer no lo hace con la misma intensidad o grado en todas las personas.
¿A que se debe esto?
Antes de responderlo, te invito a que mires a tu alrededor, incluso en tu misma casa, y te darás cuenta por ti mismo que esto es verdad.
Como padres sentimos la intensa responsabilidad de resguardar y proteger a nuestra familia, e incluso, salimos delante para enfrentarnos a lo que venga y recibir todos los golpes, en la creencia de que los efectos de esto no tocarán a nuestros seres queridos.
Es tanta la carga que asumimos, que evitamos decir cualquier palabra que pueda hacer sentir a nuestra familia que las cosas están mal.
Yo estoy de acuerdo en que no deberíamos “cargar” la mente de nuestros hijos con problemas que nos compete resolver únicamente a los adultos, pero, personalmente estoy convencido de que “ocultar” las dificultades no los hará seres conscientes de sus capacidades para afrontarlas en un futuro.
Nuestros hijos tienen que saber que las adversidades existen, pero también es necesario que reconozcan, que las mismas son importantes y valiosas para poder encontrar o crear soluciones dentro de ellos mismos.
Un ejemplo lo he vivido a diario con mi hijo de seis años. En su aprendizaje, cosas tan sencillas para nosotros como lo son leer y escribir, se vuelven un reto para él cada día. Como padres, mi esposa y yo nos sentimos muy responsables de que él pueda alcanzar su potencial, y que logre desarrollar todas esas habilidades que son importantes para si mismo, sin embargo, la tarea más titánica que nos toca afrontar es demostrarle a él que “sí puede lograrlo”.
Después de mucha paciencia y determinación, es satisfactorio ver como después de un trabajo realizado, el triunfo sobre cada reto lo hace celebrar y gritar a todo pulmón: “¡lo hice… lo logré!”. Esa es la mejor recompensa que uno pueda recibir como padre, además del cariño de sus hijos.
En estos momentos estamos pasando por una situación generalizada de confinamiento, y de una casi total paralización de la economía. Este es el reto que nos toca afrontar a nosotros hoy en día, así como lo es para mis hijos el realizar sus tareas en casa.
Para nosotros, lo primero parece ser más importante, mientras que lo segundo suena trivial, pero todo depende del cristal con que se mire. Un reto es un reto, no importa de qué tamaño sea. El tamaño que importa es el de la conciencia de quien tiene que afrontarlo.
Allí radica la diferencia entre unos individuos y otros. No en tener dinero, ni tampoco en haber crecido en un ambiente con todas las oportunidades. La diferencia entre lograr tu objetivo o no, está en lo que “crees” que la situación presente implica para ti.
Como bien habrán podido observar en mis escritos, soy fiel creyente de la teoría (por no ofender a los incrédulos), de que existe un Dios que creó todo lo que existe, incluyendo al género humano. Pero mi creencia incluye el hecho de que todo está orientado y enlazado a un propósito que va más allá de nuestra somera percepción de la realidad.
Sentirse conectado a ese propósito nos hace ser criaturas extraordinarias, cuya mera existencia no se limita a sobrellevar la dura carga de vivir, ni tampoco a sumergirnos en un estado total de sobrevivencia.
¿Qué es eso entonces que permite que algunos puedan alcanzarlo y otros no?
La repuesta está en nosotros mismos, en nuestras creencias.
¿En que creemos? ¿Qué creemos de nosotros mismos? Esa es la clave para saber que tan extraordinarios somos.
Recién tuve a oportunidad de leer este escrito “posteado” por una amiga
muy querida de nuestra familia, el cual me llevó a reflexionar de manera
importante sobre la situación que hoy en día padecemos como humanidad, y a la
vez, me llevó a hacerme muchas preguntas a las que me gustaría dar respuesta
junto a uds.
¿Es perfecto lo que estamos viviendo? Con sinceridad no sé si puedo describirlo así debido a mi propio punto de vista acerca de la perfección, pero en definitiva, cuando se mira con otra perspectiva, cuando puedo salir de mi zona de comprensión y ampliar mi visión, puedo determinar con certeza que hay un propósito divino en todo lo que está pasando, debido a todos los cambios que esta situación está generando en el mundo.
Siento como la misma naturaleza en cierta forma se ha estado beneficiando de esta circunstancia. Particularmente he visto como los cielos que cubren la ciudad donde vivo, parecieran estar más despejados, incluso por las noches, cuando el ver estrellas era algo casual, pero ahora es mucho más evidente.
Eso nos hace reflexionar en como nuestras actividades han afectado el medio ambiente. Este “parón” que hemos tenido como humanidad ha venido a ser una circunstancia “perfecta” para sentir que es posible recuperar nuestro hermoso planeta, solo si encontramos ese equilibrio como individuos universales. Eso debe ser nuestro norte de aquí en adelante, eso debo impulsar los cambios a nivel global. Cambiar como sociedad, cambiar como individuos, cambiar como humanos… ser extraordinarios.
Este sentir está surgiendo en todos lados.
Hay quienes son pesimistas, porque solo ven las cosas malas que pueden pasar. Pero son los mismos pesimistas de siempre, aquellos que no vieron ni verán el potencial que tenemos para ser mejor. Pero incluso ellos, con su pesimismo y malas “energías”, son necesarios para que tú y yo nos conectemos eficientemente al propósito de Dios. El hecho de que tú y yo alcancemos con éxito lo que nos propongamos, cumplirá el propósito de determinar cuan falsas son esos señalamientos y cuan certero es mirar con entusiasmo y optimismo el futuro.
Muy bien está escrito en
Como dije en algunos párrafos anteriores, TODO se encuentra conectado. Tú y yo lo estamos el uno al otro, y así mismo con los demás. Pero también lo estamos a la tierra, al universo y sobretodo a Dios.
Aún el mismo Dios en su soberanía cumple un propósito en su propia plan, por eso debemos asumir esta conciencia con la certeza de que todo lo que ocurre no se ha escapado ni escapará jamás de las manos de Dios. No existe nada más poderoso que Él.
¿Que hay mucha maldad en este mundo? Sí la hay, y aún la habrá por más tiempo.
¿Qué todo lo que sucede lo ha causado el hombre en razón de esa misma maldad? Sí, eso cierto, pero nada de lo que haga el hombre puede estar fuera del propósito de Dios.
Dios dotó al hombre de sabiduría y de habilidades extraordinarias, aún a sabiendas de que el hombre era capaz de hacer cosas malas. Pero Dios ha dotado de las mismas habilidades a gente con intenciones muy buenas, que a la final saldrán victoriosos en pro de la humanidad.
Aunque nos cueste entender mucho de esto, como bien te dije, tenemos una visión muy limitada y particular de la realidad, que casi nunca es la correcta.
A los seres humanos se nos ha enseñado a ver todo desde el punto de vista de lo bueno y lo malo, pero la visión correcta de las cosas es mirar de acuerdo al propósito de Dios.
¿Abogamos por la maldad porque ésta se encuentra entre los planes de Dios? No. La maldad debe ser señalada, juzgada y castigada; pero existen niveles de comprensión que se deben asumir, para poder “aceptar la maldad”.
La “maldad” no existe por sí sola, se requiere de un “alguien” que la genere o la promueva, al igual que el “bien” debe ser generado o promovido por un “alguien”. Pero ambos tipos de individuos deben coexistir por un tiempo, hasta que al final sea el “bien” que se sobreponga al mal.
¿Cuando sucederá todo eso? Cuando asumamos esa conciencia extraordinaria de que somos seres universales enmarcados en un propósito divino.
A veces se requieren varios fracasos para alcanzar el éxito. Nunca sabremos que tan fuertes son nuestras piernas y rodillas para levantarnos del piso hasta que no caemos varias veces.
Esto que estamos viviendo es consecuencia de muchas caídas que hemos tenido como humanidad, por eso creo muy firmemente de que aprenderemos a levantarnos.
Debemos ser entendidos en el tiempo que estamos viviendo.
Es el momento de dejar a un lado las cosas que nos has separado hasta la
fecha como seres humanos, y reconciliarnos entre nosotros y con nuestro mundo.
Nada, ni siquiera dos guerras mundiales, habían logrado lo que un pequeño organismo ha causado en nuestro planeta. Si no podemos ver la mano de Dios en esto, estamos cegados completamente en nuestra propia opinión, y nos estamos perdiendo la oportunidad de enlazarnos eficazmente al propósito divino.
El plan de Dios no es llevar a la humanidad a una sesión de tortura, castigo y sufrimiento. Eso lo hicimos nosotros mismos. Somos responsables de lo que está pasando, pero a bien gracias, que tenemos un Dios omnipotente y amoroso, que previendo nuestras fallas, dispuso a la vez, el tiempo y la ocasión, para que reconozcamos en medio de la adversidad, el ser extraordinario que habita dentro de nosotros.
Ese ser extraordinario que está llamado a ser hoy en día, parte de la solución y no parte del problema.
Todo esto pasará a su tiempo, pero como bien describió la amiga que mencionamos antes: “Que lo que sucede se modificará únicamente cuando ya no cumpla su función pedagógica…”
Estamos viviendo una enseñanza extraordinaria. Nunca antes, toda la humanidad había sido sometida a una prueba tan fuerte. Que si bien es cierto, que el número de muertes no sobrepasa a las de los millones que en otras circunstancias y en otras épocas han surgido por causa de otras pandemias, brotes o guerras; lo presente tiene su particularidad, debido al alcance geográfico y a todas las consecuencias que han surgido al respecto, principalmente, el hecho de que, en mayor grado, los seres humanos estamos siendo sometidos a reflexionar cobre nuestras acciones futuras y como estas se enmarcan dentro de un contexto global y universal.
En el pasado, la globalización fue una consecuencia de las acciones individualistas de las naciones. Hoy la globalización es la causa que llevará a ajustar las acciones individualistas de dichas naciones.
En el pasado, las guerras generaron que las naciones procuraran la unión de sus esfuerzos para evitarlas. Hoy, en la unión necesaria y definitiva de las naciones, se vislumbra, que la guerra nunca sea una opción.
Esto nos está demostrando que podemos hacer muchas cosas buenas si trabajamos juntos, y esto parte de cada hogar, comunidad, región o país, hasta finalmente cubrir todo el globo.
Las intenciones no son suficientes, pero es un buen principio, sobretodo, si cada quien asume su cuota de responsabilidad y participación.
Para el que cree, todo es posible… y yo lo creo así.
Finalizando nuestro tema, no podíamos dejar de lado la verdad que se
encuentra en esta lámina, que sirve como un ejemplo fidedigno de lo que implica
ser enseñados por Dios.
El pasaje describe a Jesús, quien en su condición humana, tuvo que padecer un sinfín de sufrimientos como consecuencia del “pago” que debía hacer para rescatar a la humanidad.
Bien lo declara el autor de los hebreos cuando dice: “por lo que padeció, aprendió la obediencia…”
El aprendizaje requiere de sacrificios, a veces no solo de tiempo, sino que además, se requiere de despojarnos de ciertas limitaciones en nuestra mente.
Recuerdo que siempre fui un alumno excelente en los días de mi bachillerato. Pero también con sumo pesar debo reconocer que había materias, como por ejemplo las matemáticas, que a pesar de haberlas cursado satisfactoriamente, por causa de muchos factores, no me dieron la base suficiente para afrontarlas con mejor preparación a nivel universitario. Fue una dura prueba, sobretodo para alguien que venia con la convicción de ser un “excelente alumno”.
Pero debo ser honesto conmigo mismo y con uds., porque lo que al principio fue una “sobrevaloración” de mis conocimientos, se convirtió después en lo interno, en una “subestimación” de mis potenciales.
Eso nos puede suceder a todos, y ahora mismo nos puede estar pasando a causa de esta situación.
Muchos arrancamos esta cuarentena, sobre seguros de que la “cosa no pasaría de unos días”, pero cuando ya arribamos casi a los tres meses de confinamiento, muchas confianzas han tambaleado. Esto produce consecuentemente una ansiedad, que mal administrada puede llevarnos a la frustración, y por ende, a no ver con claridad las opciones que tenemos delante.
Una dura prueba, puede traer consigo duras consecuencias, siempre y cuando, no veamos con claridad el propósito de Dios en todo, y como estamos conectados con el.
En mi experiencia universitaria tuve que hacerme de nuevos hábitos de estudios, y elegir “ser” ese alumno excelente, a pesar de los tropiezos.
A nivel académico me he tropezado mucho, así como lo he hecho a nivel personal, pero a pesar de los obstáculos, he entendido que todo ha sido “perfecto” para llevarme a un nivel superior de comprensión.
Hoy puedo dejarles eso a mis hijos. No rendirse por nada, y aprender a ver cada obstáculo como una oportunidad de aprendizaje.
Cristo era el Dios encarnado. Dios absoluto, soberano y omnipotente, que nunca tuvo porque obedecer a nadie, porque no existe nadie por encima de Él. Sin embargo, al tomar forma humana, se “despojó” de todas sus prerrogativas como Dios, se hizo el más humilde de los hombres, y aún así tuvo que padecer de oprobios y de dolores para poder identificarse con nosotros en plenitud.
Todo este sufrimiento además de nuestra redención le trajo un aprendizaje: La obediencia.
Era un hombre en toda la expresión, y en esa condición tuvo que aprender muchas cosas.
Si bien, Cristo también tuvo que “aprender algo” con su sufrimiento, ¿Quiénes somos nosotros para no aceptar lo mismo en estas condiciones?
Tú podrás decirme, pero: ¡Cristo tenía un propósito divino! ¿Y quien te dijo que tú no?
Siempre surgirá la pregunta: ¿Cuándo pasará todo esto?, eso es algo que nadie puede respondernos a ciencia cierta, incluso a quienes afirman que esto nunca pasará.
Tú y yo no podemos esperar por una respuesta definitiva de alguien más, para determinar lo que haremos con nuestras vidas
Entiendo que la respuesta que nos dan, en nada nos satisface a ninguno, pero no tanto por la respuesta en sí, sino por el hecho de que la pregunta está mal formulada.
La pregunta que tú y yo debemos hacernos es ¿Cuando pasará esto para mí?
Y de la respuesta a esto es que comenzaremos a avanzar hacia lo que tenemos delante, así sea que el mundo se mantenga igual como está.
El “cuando” de cada quien está determinado por lo que hemos aprendido. Esta realidad solo cambiará para quien “ha llegado a un nivel de comprensión donde se hace innecesaria la experiencia...”
Soy reiterativo al decir que todo esto es por una razón. Si quieres lo ves como un castigo, como un pago por el mal comportamiento que hemos tenido como seres humanos, pero yo prefiero verlo como una enseñanza, y quien lo asuma así, debe descubrir por sí mismo “que es lo que debo aprender”
Una cosa de la que estoy seguro, es que una vez pasado este capitulo, se nos abrirá uno nuevo, con retos aun diferentes, pero con nuevas capacidades, con revelación de talentos extraordinarios, que ya se encuentran dentro de nosotros, pero que solo la experiencia puede sacarlos a la luz.
La fórmula para cambiar nuestra realidad, está en lo que aprendemos del presente. Esto es más que un asunto mágico, es una consecuencia orquestada de forma divina. Es el plan de Dios para nosotros.
Todo esto está diseñado para tú aprendas.
Cuando tú “pases” el examen, te habilitas para un nuevo nivel de comprensión.
Tu realidad presente se transforma completamente, porque tu visión cambia.
“Esta realidad desaparece para la persona que la comprendió, pero continuará existiendo para otras que aún la necesitan…”
Estamos en las manos correctas.
Somos seres extraordinarios escondidos en una consciencia finita, pero no limitante.
Aunque suene contradictorio lo que voy a decir, así como creo en Dios, también creo en la evolución. Cree que la especie humana está llamada a evolucionar en su conciencia, a un nivel superior de comprensión.
Hoy estamos llamados a ser la mejor de versión de nosotros mismos, si a eso lo llamamos extraordinarios, entonces déjame felicitarte, porque lo extraordinario del hombre, es lo ordinario de Dios, así que, sin lugar a dudas, ya tú lo eres…
No tengas la menor duda de que todo estará bien, solo créelo y aprende tu lección.
Espero que podamos evolucionar juntos a un nivel mayor de comprensión.
Que tengas una vida extraordinaria, tal cual fuiste diseñado…
Mis bendiciones para ti y tu familia…
Pastor César González.
Que bello y no puedo más que estar de acuerdo en todo, gracias hermano por esta hermosa y acertada reflexión de todo lo que estamos viviendo. Que el Sr te siga bendiciendo y sobreabunde sobre ti y tu familia mucha vida, salud y felicidad. Cuidate, te quiero.
ResponderBorrarMuchísimas gracias por tus comentarios, ha Sido un honor poder brindarte este conocimiento, tal cual lo recibí de parte de Dios, deseando que este sea el punto de inicio para que evolucionemos a una mayor comprensión de Dios y de nosotros mismos.
BorrarPor otro lado lamento que no aparezca tu nombre y así darle rostro a estas palabras tan especiales.
Igual muchas gracias... Espero volver a conectarnos pronto
Muy interesante e importante reflexión, primo con nada de desperdicio y acertada conclusión. Dios te bendiga grandemente y te siga usando con unción y poder en el Espiritu Santo.
ResponderBorrarSaludos fraternales. Un fuerte y gran abrazo
Gracias Luis por el honor de tus comentarios y de tus bendiciones para con nosostros. A la verdad es un privilegio muy gratificante poder añadir un poco del conocimiento de Dios a través de este medio.
BorrarUn abrazo para ti y tu familia