martes, 25 de agosto de 2020

Renovando el Closet


Que complicado se vuelve a veces cuando eres invitado a una cena o reunión de etiqueta, y te encuentras que no posees el atuendo correcto para la ocasión, sobretodo cuando no estamos habituados a asistir a este tipo de eventos de manera rutinaria.

Afortunadamente, en el aspecto formal, los caballeros podemos resolver fácilmente con dos o tres trajes, y combinarlos con distintos tipos de camisas y corbatas, sin temor a ser criticados por repetir alguna de estas combinaciones en algún momento. 

En cambio, las mujeres no se las ven tan sencillas. Las mujeres sufren mucho al respecto, debido a la presión social que existe hacia ellas en ese sentido. Y es que ellas, lo quieran o no, son siempre el centro de las miradas, el motivo de admiración y el blanco de las envidias, en cualquier reunión en las que hagan acto de presencia. Esto suele ser causa de mucho estrés para ellas.

Por eso, no importa de qué tamaño sea el closet de una mujer, tenlo por seguro, que siempre encontrará la manera de llenarlo hasta el tope de su capacidad, y aún así, nunca tendrá nada que ponerse. 

Todos buscamos encajar adecuadamente, según la circunstancia en la que nos veamos involucrados, y vestirse correctamente para la ocasión, es quizás una de las más importantes.

La necesidad de tener varios tipos de atuendo, deviene en el tipo de actividades y de climas en los que nos desenvolvemos. Es por eso, que cada actividad está asociada a un tipo de vestimenta: oficina, deportes, taller, escuela, fiestas, playa, montaña, etc.
  
No es práctico usar ropa de oficina, por ejemplo, para ir a la playa, como tampoco lo es esquiar en la nieve en traje de baño. Cada situación conlleva una vestimenta adecuada para tal fin.

De la misma forma, hay situaciones en la vida de cada quien, que nos obligan a asumir posiciones y actitudes distintas a las que estamos acostumbrados. Circunstancias que nos exigen un cambio de "ropaje" a lo interno, una transformación en lo más profundo de nuestro ser, a fin de estar acorde con el momento que estamos viviendo.

Hoy en día, a raíz del confinamiento preventivo al que estamos sumidos todos a nivel mundial, se están dando muchos cambios en todos los niveles, que escapan ciertamente de nuestro control. Estos cambios son inevitables y en muchos casos irreversibles.

¿Qué tan preparados estamos nosotros para asumir esos cambios? ¿será que estamos "vestidos" correctamente para la ocasión o nos mantenemos inconmovibles pensando que todo volverá  a ser como antes?

Si no has comprado ropa de invierno, a pesar de que ves la nieve en lo alto de la montaña, significa entonces que no estas preparado para el frio.

Es hora de poner manos a la obra, y renovar el closet.


En nuestro hogar, es mi esposa quien tiene la tarea exclusiva de ordenar los closet, mientras que mi responsabilidad al respecto, es un poco más complicada de definir, porque por un lado, debo estar lo suficientemente cerca en el caso de que ella necesite que levante algo muy pesado, y por el otro, debo alejarme lo suficiente para no verme tentado a interferir (opinar). Estoy seguro que muchos hombres casados saben de lo que les estoy hablando.

Obviando lo último, la experiencia de renovación, acomodo o limpieza de un closet, es por demás interesante. Siempre te consigues con cosas que distes por perdidas, o con otras que no sabias que tenías, ni mucho menos te acuerdas cuanto pagaste por ellas.

Mi esposa y yo compartimos un mismo closet, pero cada uno tiene su propio lado. La ventaja que tiene mi esposa, es que yo soy muy organizado en mis cosas, y no requiero de mucha de su intervención para mantenerlo ordenado, a menos que sea para sacar aquello que ya no estoy usando. Como habrán entendido ya, es en ese preciso instante cuando me recuerdo que debo guardar distancia. ¿Será que solo me pasa a mí?

El asunto es que cada quien protege o tiene alguna cosa inútil en su closet, por ejemplo, ese pantalón que ya no te queda, pero que guardas hasta que algún día, por arte de magia, te servirá de nuevo; o aquella camisa estampada al estilo años 70 que quizás vuelva a ponerse de moda; o aquel conjunto de embarazada que te quedaba tan lindo, que te trae tantos recuerdos, pero que nunca usarías otra vez para no verte gorda.

Hay cosas que definitivamente nunca más usaremos, porque ya tuvieron su momento, y porque sirvieron para un propósito en un tiempo que ya no es más. Así mismo, hay actitudes en nosotros que debemos desechar y dejar pasar, porque están fuera de contexto, ya "pasaron de moda", o simplemente ya no nos son útiles.

Lo que está sucediendo hoy a nivel mundial, no es tan solo la propagación de una epidemia mortal que ha trastocado nuestra seguridad y salud. Es mucho más que eso. 

Toda esta situación está produciendo un cambio en nuestro mundo, todo a nuestro alrededor está mutando para adaptarse a las nuevas circunstancias, y nosotros no podemos seguir viendo la situación como si todo fuese volver a la "normalidad" anterior, porque eso no va a pasar.

Debemos comprender que nosotros tampoco podremos ser los mismos, y eso amerita un cambio en nuestro ropaje interno. 

No se trata de vivir en zozobra o andar con miedos, ni mucho menos estar en la expectación de que algo peor puede pasar; pero eso sí, hoy más que nunca debemos prestar mucha atención a nuestra salud.

Lo que si debemos pensar en el ahora, es valorar y aprovechar las nuevas oportunidades que se nos presentan ¿Qué nuevas oportunidades?

Responder esa pregunta depende mucho de la visión que cada quien tenga de la vida y de las circunstancias que lo rodean. Eso también tiene que ver con el ropaje interno, es decir, con las motivaciones que hay dentro de cada uno de nosotros, y con los valores intrínsecos que le damos a las cosas.

Tú pudieras pensar que si la situación no vuelve a ser como era antes, entonces tu vida se derrumbará ¿Y es que acaso no lo está ahora? ¿Qué estás haciendo en la actualidad mientras esperamos la solución de este gran problema? ¿Has encontrado otras formas para seguir adelante o estás paralizado?

Hay muchos que están en una situación de espera constante y no se atreven a moverse en otra dirección creyendo que si lo hacen perderán la oportunidad de continuar sus vidas. Que error tan grande cometemos por no querer salir de nuestra zona de confort. 

Debo confesar que hay algo de cierto en esta actitud, si no estamos preparados para los cambios, entonces jamás podremos avanzar.

No hay mejor oportunidad que ésta para hacer cambios radicales en tu vida. La situación presente nos abre esa oportunidad y las circunstancias así lo ameritan.

Hay más oportunidades de las que nosotros pensamos a nuestro alrededor. Hay gente que ha aprovechado la circunstancia para reinventarse y hacer negocios dentro de toda esta gran crisis. 

No hay más limitaciones que las que nosotros mismos nos establecemos.

Las empresas que se han mantenido a flote durante esta pandemia, es porque han encontrado como adaptarse a las circunstancias, y han sabido aprovechar recursos que nunca pensaron en usar. Se han reinventado para poder seguir operando, y en ello han encontrado excelente resultados. 

Un ejemplo de lo anterior es el servicio de "Delivery", que ya está siendo implantado por muchos negocios y aceptado por gran cantidad de usuarios. Aunque en países como en EEUU este tipo de estrategia se viene usando desde hace mucho tiempo de forma masiva, en otrora, era impensable que tuviera tanta repercusión como la tiene ahora en Latinoamérica. Estoy más que seguro que este tipo de servicio llegó definitivamente para quedarse, y para crecer aún más, gracias en gran parte, al uso cada día mas extenso de la Internet.

Todo esto, así como el teletrabajo y la educación a distancia, son nuevos tipos de estrategias que se irán desarrollando aún más con el tiempo, en la medida que la tecnología avance y se haga más cercana al individuo común.

Reconozco que aún nos falta mucho, sobretodo en el aspecto de la educación, pero hacia allá vamos. En un futuro no muy cercano, los niños no deberán asistir más a la escuela, sino que tomarán clases desde su casa por medio de videoconferencias o a través de Internet.

Pero para todo esto hay que estar preparado. Hay que dejar los rudimentos del pasado y aceptar todo esto con una nueva actitud. Esta actitud debe llevarnos a formarnos, a integrarnos con la tecnología, a ser más humanos, a pensar más en nuestro entorno, a preocuparnos por el ambiente, y sobretodo a conectarnos más con Dios.

¿Te has dando cuenta que todo lo anterior lo hemos estado viviendo sin habernos percatado de ello?

Pues sí, aunque no lo creamos, ya estamos montados en el proceso de cambio sin darnos cuenta.

Durante este periodo que no tiene siquiera un año, hemos aprendido a valorar muchas cosas, principalmente el contacto con nuestros seres queridos. Hoy extrañamos reunirnos con los nuestros, cuando en otro tiempo evadíamos las reuniones familiares.

Es tanta la ansiedad que ha provocado el encierro, que muchos se han dedicado a hacer cursos por Internet en cualquier área, mientras que otros, se han dedicado a la búsqueda de un crecimiento espiritual, como una forma de mitigar las preocupaciones.

Ya estamos cambiando nuestro ropaje, pero aún no nos deshacemos de aquello que ocupa todavía un lugar en nuestro closet.

Debemos desanclarnos del pasado. El pasado solo trae angustia. La mente conectada con el pasado está cargada de vicios y de errores. Debemos darle paso a lo nuevo y avanzar.

Hay que despojarse de la antigua forma de pensar (vieja naturaleza),  y asumir el presente como seres completamente nuevos. Esto es un proceso nada sencillo, pero que debe comprenderse de a poco e iniciarlo de manera inmediata.


Los cambios nunca son bien recibidos por la mayoría, debido a que todos, de alguna forma y en algún momento de nuestra vida, no estamos dispuestos a movernos de nuestra situación de confort.
 
Sin embargo, hay actitudes que definitivamente debemos modificar en nosotros, para poder enfrentar nuestra nueva realidad y no entorpecer esa transformación que se ha iniciado.

Expresiones como: "no lo acepto"... "nada me va a cambiar"... "antes estaba mucho mejor"...  por muy ciertas que sean, no te ayudarán a avanzar.

Quedarse en el pensamiento del pasado es muy opresivo.

Cada quien conoce en que aspecto de su vida se encuentra anclado en el pasado. Pueden ser recuerdos de situaciones vividas, culpas no procesadas correctamente o que estemos sufriendo las consecuencias de decisiones tomadas con anterioridad, pero todo eso es pasado.

Estamos llamados a evolucionar y tenemos derecho a cambiar lo que fuimos para convertirnos en algo mejor. Nadie puede juzgarnos por eso.

Es posible que en el pasado hayamos sido muy duros en nuestra crítica con otros, y que hoy estemos enfrentando una situación similar que nos impulsa a actuar de igual forma. Eso no debe preocuparnos. Lo que debe preocuparnos, es que nos quedemos en ese mismo pensamiento de crítica y no asumamos el cambio que debemos hacer para seguir adelante. Eso es orgullo, y el orgullo nunca permitirá que nos adaptemos para avanzar. 

Después de tanto tiempo alejado de tu familia, creo que lo justo es desechar los rencores del pasado y buscar reconciliarnos con ellos. Hoy muchas personas han muerto solas lejos de sus familias, en muchos casos, sin poder ser velados o enterrados debidamente. Esto debe hacernos cambiar.

Hay quienes irresponsablemente dejaban de cumplir con sus obligaciones a nivel laboral, y hoy están dolidos y preocupados porque no saben si podrán regresar a sus trabajos. Es momento de cambiar y comprometerse a ser más responsable.

Estamos llamados a evolucionar, no físicamente pero si en el marco de nuestros pensamientos.

De niños mentales debemos pasar a ser adultos espirituales.

Nuestra misión en este tiempo, es encontrar esos obstáculos en nuestra mente que evitan que podemos cambiar y prepararnos para afrontar nuestra nueva realidad.

En la naturaleza existen muchos ejemplos de ello. Las serpientes de forma singular mudan de piel en la medida que entran en nuevo ciclo de su existencia, al igual que las águilas, que se remontan a la cúspide mas alta para deshacerse de plumas, pico y garras obsoletas. 

Este es tu tiempo de cambiar tu ropaje. Es el momento provisto por Dios para hacer de ti mismo tu mejor versión.

Nada de lo que sucede es por casualidad. No creas que esta situación agarró a Dios desprevenido. Ciertamente Él no generó esta situación, pero siempre actuará a favor nuestro. 

Siempre que hay mucho que aprender, es porque también hay mucho que cambiar.

Tal cual como un niño va creciendo en estatura, su mente también debe ir madurando. Es una ley establecida en nuestros huesos, y esta ley aún se mantiene aunque seamos adultos.

Nunca dejamos de aprender, porque nunca dejamos de evolucionar. Quien crea lo contrarios de seguro está anclado en su pasado y por ende siempre estará en el mismo lugar.

Recuerdo cuando me fui a vivir solo en mi propio apartamento. El asunto no fue muy sencillo al principio, porque estaba iniciando un nuevo ciclo en mi vida que traía consigo muchos cambios, sobretodo a nivel mental y emocional.

Con el correr del tiempo, ya me había acostumbrado a vivir solo y a depender únicamente de mi en todos los aspectos. Eso por supuesto me hizo madurar aún mucho más y me enseñó otras perspectivas de la vida.

Años después me casé y siguieron viniendo los cambios, esta vez tuve incluso que desechar algunas cosas de mi mente, que recién había adquirido en mi tiempo de estar solo. Me hice papá al poco tiempo después, y eso fue otro cambio radical para mi vida. 

La vida está llena de cambios, y para cada una de esas etapas hay que estar "vestido para la ocasión".

Si no ves la situación presente como otra vuelta en tu ciclo de vida, jamás estarás preparado para enfrentar todos los cambios que se están dando.

Desarrollar tu espíritu es el paso siguiente de tu evolución natural.

Hay quienes han sacado mucho provecho a este ciclo de cambio (yo soy uno de ellos) y no están dispuestos a regresar al ciclo anterior, porque han entendido que este tiempo era necesario para evolucionar, y así lo han aceptado.

Muchos piensan todavía que los tiempos anteriores eran mejores. No es que sean mejores o peores, solo es que son distintos. En vez de estar anclados en el pasado que ya fue, deberíamos pensar en las oportunidades presentes y en todo lo que podemos lograr en el futuro. Eso cambiará tu mentalidad y te permitirá estar preparado para lo mejor.

Hoy tenemos muchas cosas a nuestro favor, y una de esas es la oportunidad que tu mismo te das al leer este escrito, porque lo creas o no, hay un propósito de Dios en esto.


Uno de los grandes problemas que tenemos hoy, es querer enfrentar los problemas del presente y haciendo uso del conocimiento del pasado. 

Por ello, es importante aprovechar cada oportunidad de aprender algo nuevo, y que estés leyendo estas líneas con toda atención, marca tu intención al respecto.

No podemos esperar que actuando de la misma forma, garantizaremos que todo se mantendrá igual.

El cambio es la constante que mueve al mundo, por eso, aunque nos empeñemos en mantenernos con la misma forma de pensar, todo a nuestro alrededor va a seguir cambiando, y eso no lo podemos evitar.

Hay que aprender a "surfear" con la ola y no tratar de nadar en contra de ella. Solo los principios y valores son innegociables, lo demás está sujeto a cambios.

Debemos evolucionar para poder avanzar. 

El crecimiento viene desde dentro, y la madurez es la manifestación de ese crecimiento.

La única forma de sentirnos acordes con la situación presente, es cambiar con ella. Si no  cambiamos nuestra forma de pensar, no podremos asimilar el cambio que requerimos para nuestra vida.

Nada es estático. Todo se mueve, hasta la tierra que está debajo de nuestros pies.

Las decisiones que tomemos hoy, afectarán nuestro futuro de manera positiva o negativa. Elijamos, no basado en circunstancias sino en hechos fehacientes. 

Prepárate responsablemente para toda esta nueva etapa. Deja de tener tu vida en pausa, y afronta el compromiso contigo y con los tuyos.

Educa tu mente para aprender nuevas cosas, eleva tu espíritu en un mayor entendimiento de tu entorno y de tu relación con Dios.

Desecha todas esas actitudes represivas que te han alejado de tus seres queridos y enfócate en descubrir los dones maravillosos que hay en cada uno de ellos.

Inspira a otros con una actitud mas positiva y emprendedora, no permitas que te vean decaído o derrotado.

Esfuérzate por ser la mejor versión de ti mismo, y mira las circunstancias presentes como un escalón más para tu superación personal.

Busca verdaderamente sanar las heridas de tu pasado, reconcíliate contigo mismo y avanza en un mejor entendimiento de tu ser. 

Aférrate a creer cada día, que el tiempo presente es necesario para mostrar lo mejor de ti, y que el futuro no te preocupa, porque estarás preparado para enfrentarlo.

Renuévate, cambia tu ropaje vístete para triunfar cada día

Mantén tu closet ordenado, pero sobre todo a la moda 

Dios te bendiga 

Pastor César González

domingo, 16 de agosto de 2020

Apaga el Enojo (2da parte)

Para algunos, sería fabuloso poder controlar toda su vida desde la comodidad de su sillón favorito, con tan solo apretar un botón.

Aunque hoy en día, la tecnología nos brinda una gama muy amplia de opciones que nos permiten satisfacer en cierta medida dicha “necesidad" o deseo, no existe tal cosa como una aplicación o dispositivo que nos resuelva el problema de controlar nuestras emociones.

Somos seres diseñados para sentir con libertad y para  interactuar con individuos semejantes, a fin de complementar nuestro desarrollo y aprendizaje emocional.

Todo lo que vivimos a diario es necesario para nuestro crecimiento como individuos, por eso es imposible, que podamos "saltarnos" muchas de esas situaciones que nos incomodan o nos ponen a prueba como seres humanos.
 
En la primera parte de este tema, aprendimos que el enojo, pese a ser visto como una emoción no tan agradable como otras, no puede calificarse como buena o mala, ya que, forma parte de nuestro sistema de defensa emocional, por lo cual, es importante y necesaria para nosotros.

El objetivo principal de esta lección y de la parte anterior, es hacernos conscientes y responsables de las consecuencias que conlleva un enojo mal encausado o controlado, y a partir de ese punto, aprender a aplicar distintas herramientas que nos ayuden a este propósito.

Usando la Biblia como punto de referencia, encontramos dos (2) principios esenciales para controlar el enojo. 

El primero de estos principios, está relacionado con la aplicación de técnicas para reducir o minimizar los efectos del enojo, evitando sobretodo, el desarrollo y fortalecimiento de los pensamientos gobernantes, que a la larga son los que determinan nuestros juicios de valor. 

Lo segundo que aprendimos en la parte anterior, está relacionado con el tiempo de espera que debemos darnos para resolver nuestros problemas de enojo. Concluimos que mientras más tiempo tardemos en comprometernos a resolver el problema de enojo, estamos más propensos a incrementarlo. Apaciguar la reacción no implica apagar el enojo. 

Con todo esto en mente, iniciamos así, la segunda y última parte de nuestro tema de análisis.

 
Soy defensor a ultranza de que "la mejor forma de ganar una guerra, es evitarla", y de eso precisamente nos habla uno de los proverbios anteriormente citados.

No hay nada más incendiario en una situación conflictiva, que las palabras cargadas de enojo. Es como una explosión en cadena. En una discusión cualquiera, una ofensa puede recibir una respuesta igual o peor, y cuando las palabras ya no cumplen el propósito de dañar al contrario, entonces la situación escala a otros niveles. 

El enojo tiende a esconderse siempre en la violencia, primero por medio de las palabras, y luego de forma física.

La experiencia me ha permitido descubrir una poderosa verdad, que me ha servido como herramienta para vencer el enojo: la palabra blanda.

En mi país, cuando alguien intenta entablar una discusión con nosotros acompañado de una mala actitud, decimos que lleva "piedras en las manos" o ganas de pelear, y ante esa situación, activamos de forma automática el enojo como mecanismo de defensa, creyendo en el subconsciente, que con una respuesta igual estaremos en la oportunidad de vencer al contrario.

La respuesta común de nuestras mentes es: gritar a quien nos alza la voz, insultar al que nos ofende, golpear si nos tocan, fruncir el seño al que nos habla con un rostro nada agradable, etc. En líneas generales, terminamos respondiendo muchas veces de manera sobredimensionada, ante una situación de conflicto. 

¿Por qué lo hacemos? Seamos sinceros, casi siempre una discusión se torna más una guerra de orgullos, que una confrontación de criterios. 

En un conflicto, no todos ganan, pero siempre hay muchos que sufren. Una actitud ofensiva hacia alguien que está enojado, es la peor estrategia que se pueda usar para resolver un problema.

Cuando alguien llega ante nosotros con "piedras en las manos", debemos ver con claridad, que lo que lleva consigo, más que un arma para atacarnos, es en realidad una inmensa carga, que imposibilita a esa persona el evolucionar en la solución de su problema.

Quien vive enojado, lo hace desde dentro de sí mismo, por lo cual, vive también con mucha carga de resentimientos en su corazón. Es alguien que está pidiendo ayuda desesperadamente, porque sus juicios de valor fueron trastocados, y ante la amenaza, la mejor respuesta que tiene es el ataque.

¿Qué puedo decir para calmar a una persona enojada? 

De entrada te sugiero que jamás le grites a esa persona: "¡cálmate!"... eso nunca ha funcionado.

Es necesario mantener una actitud apacible ante una situación de enojo. Debemos tratar de ayudar a la persona enojada a "soltar sus cargas", y no a intercambiar las suyas por las nuestras. Para lograrlo, debemos hacer uso de alguna frase que le permita al otro bajar sus defensas. Expresiones como:

"Sé que estas muy enojado, y no te culpo por ello. Tienes derecho a estarlo...”

"Quiero que sepas que a pesar de lo que estamos pasando en este instante, te amo hoy igual que siempre..."

"Antes de que comiences a hablar, déjame decirte que entiendo perfectamente como te sientes..."

"Siéntate un momento, para que podamos hablar con tranquilidad..."

Es mucho más exitoso, tratar de empatizar con la persona enojada. Se deben usar palabras que te permitan conectar con sus emociones sin perder por ningún momento el control. No parece sencillo, pero si usas la técnica de la simulación que te enseñé en la primera parte, podrías ir entrenando tu mente para ello. 

Lo importante es lograr que esta persona pueda bajar un poco el tono de su enojo (reacción). No importa quien tenga la razón, no se trata de demostrar nada. Cuando queremos en realidad ayudar al otro, debemos evitar la búsqueda de culpables. La idea es restaurar a la persona, y si es posible, restaurar también el vinculo con ella. 

Tal y como lo dice el segundo proverbio de la lamina anterior, quien es capaz de retardar su ira, es una persona inteligente, a lo contrario se le llama necedad. 

Se requiere más inteligencia y amor para salir victorioso en una rencilla, que usar gritos y golpes.

De allí el valor que tiene esta tercera herramienta que te damos en el día de hoy. Tiene que ver mucho con las dos primeras, porque preparar nuestra mentalidad para enfrentar el enojo requiere de mucha anticipación y esfuerzo.

Esta anticipación a los conflictos, nos permitirá tener un arsenal de palabras y expresiones que nos ayudarán a resolverlos, mucho antes de que sucedan. 

Estamos conscientes de que no es sencillo calmar el enojo en nosotros, y muchos menos en otra persona, pero el camino hacia lo segundo se inicia en hacernos responsables de lo primero.

Si tienes afán por superar a otra persona en una confrontación, entonces responsabilízate de tu enojo y apágalo inteligentemente. 

Lamentablemente, el enojo se propaga de forma rápida y espontánea, no así la inteligencia emocional; sin embargo, siempre hay la posibilidad de que esta pueda ser aprendida, sobretodo si existe alguien que la modele para nosotros. 

Tú puedes ser un agente de cambio en este mundo. En una sociedad tan violenta como la nuestra, necesitamos gente de paz que nos enseñe un camino distinto y mejor.

Una virtud que está muy ligada a la inteligencia es la humildad. 

Parte de la resolución de los conflictos, surge de la necesidad de dejar de lado los señalamientos y culpas.

Esto último es lo único que puede ayudarnos a no convertir cualquier situación en una guerra de egos.

Hay quienes manifiestan su enojo, a través de las bromas mal intencionadas o hacen uso de la ironía para dañar a otros. Eso se conoce como "ira encubierta", y así como esa, existen distintos tipos de máscaras usadas por el enojo para ocultarse.

Otros se callan para demostrar que están enojados (ley del hielo). La respuesta común de este tipo de máscaras es decir: "no pasa nada", cuando en realidad hay mucho más de lo que dice.

Muy común es también la ofensa y la humillación como estrategia de defensa, para no reconocer el gran problema que tenemos dentro. La ofensa y la humillación la posee la persona enojada, y su reacción es echarle en cara al otro lo que ve y siente en sí mismo (El espejo). 

Y así podríamos seguir enumerando muchas máscaras más que usa el enojo para ocultarse, como por ejemplo el acoso, los gritos, los ataques de histeria, la manipulación sicológica, etc. 

Cualquiera que sea la máscara que use para ocultarse, el enojo siempre tiene su origen en los juicios de valor que están en nuestra mente. 

Por ello, es importante que al momento que nos encontremos con cualquiera de las situaciones antes señaladas, no perdamos de vista la verdadera razón que las impulsa. Estas son simples máscaras o reacciones que se manifiestan por causa de un enojo mal administrado por la persona.

Por ejemplo, un marido que vive insultando y humillando a su esposa delante de los demás, lo hace para ocultar el enojo que tiene contra si mismo. Normalmente son personas que cuando niño sufrieron de humillaciones por parte de sus padres o de algún otro familiar. Ese trauma no resuelto, generó en él una impotencia, que produjo a su vez la culpa que lo tiene enojado consigo mismo. La forma en como esa persona logra desahogar (no solucionar) su problema, es llevar esa humillación a otros, debido a que no puede hacerse más daño así mismo del que ya tiene.

¿Qué puede hacer esa persona?

El primer paso es buscar ayuda profesional de manera sincera, a fin de resolver su conflicto consigo mismo. El especialista le proveerá de herramientas para saldar esas deudas de su pasado, y adicional a ello, y no menos importante, le ayudará a encontrar el perdón para sí mismo.

La cuarta herramienta que hemos encontrado para apagar el enojo, es el perdón.

Hablar del perdón y de todos los beneficios que trae consigo para nosotros, nos alejaría por mucho del objetivo de esta lección, por lo cual, solo tocaremos algo muy particular de éste, esperando otra oportunidad para desarrollarlo con mayor amplitud.
 
Como creyente, siempre parto del principio, de que sin importar cuantos errores pueda cometer en mi vida, siempre cuento con un Dios amoroso cerca de mí, que no me mira con reproches, ni señala mis culpas, sino que abre sus brazos para recibirme y me extiende cada día su compromiso de hacerlo siempre.

Como escuche decir una vez: "Doy gracias a Dios por Dios"; su amor es sobremanera abundante y especial para conmigo, y estoy seguro que contigo también. 

Quien quiera ver a un Dios castigador, que se ofende por los errores que comentemos, que está dispuesto a azotarnos ante cualquier debilidad, no sabe en realidad quien es Él, y se está perdiendo de lo mejor.

Por Dios, reconozco que el perdón es una manifestación sublime del amor.

Cuando tengo la oportunidad de meditar sobre las situaciones que me incomodan o me hacen enojar, una de las preguntas que siempre llegan a mi mente es ¿Qué haría Dios en mi lugar?, y ¿sabes cual es la respuesta? Perdonar.

Cuando vivimos más en la disposición de perdonar, que en la de enojarnos por todo, no solo estamos demostrando nuestra capacidad de amar, sino que además, nos hacemos eco del pensamiento de Dios, y así mismo de su diseño para nosotros.

Aunque nos cueste entenderlo, Dios nos diseñó con la capacidad de enojarnos (mecanismo de defensa), al igual que con la capacidad de mantener el enojo bajo control.

Apagar el enojo es tan factible como encenderlo. Todo depende de lo que nosotros deseemos hacer. 

Perdonar a los demás empieza por perdonarnos a nosotros mismos. Perdonarnos a nosotros, implica entender y justificar los pensamientos que nos llevaron a contender con nosotros mismos, y así, reconciliarnos con nuestro pasado. Si aplicamos lo mismo a lo externo, buscaremos siempre la manera de justificar a los demás y eso nos llevará a perdonarlos.

Una máxima con la que construí muchos pensamientos en mi vida fue esta: "Yo nada puedo perdonar en el presente, porque ya todo lo perdoné (pasado)".

Tener una actitud reconciliadora, dispuesta a ver a la persona enojada como alguien que necesita ayuda, activará de inmediato el perdón.

Aprende a perdonar y vivirás menos enojado.


Todo el problema del enojo tiene su origen y su resolución en la mente. 

De nada vale todo lo que hemos compartido sobre el tema del enojo, y las herramientas o principios para tenerlo bajo control, si no tenemos la correcta conexión con los pensamientos que gobiernan nuestra mente.

No se puede llenar un vaso con jugo de naranja si ya está lleno de merengada de chocolate. Para poder usar el mismo vaso, debo vaciar primero el chocolate, y luego lavarlo correctamente para poder verter el jugo de naranja dentro de el.

Así trabaja nuestra mente. Por mucho que queramos llenarla de cosas nuevas, no podemos hacerlo sin vaciarnos de las viejas.

Un viejo hábito solo se elimina sustituyéndolo por uno nuevo, y así mismo, un nuevo hábito no puede ser instaurado en la mente, mientras exista el anterior.

Una cosa va con la otra, por eso, en muchas de las citas bíblicas que hemos usado, encontramos palabras como "dejad", "abandonad" y "despojaos". Todas esas palabras se resumen en una sola expresión: "soltar la carga”. 

Siempre que te encuentres una persona con "piedras en las manos", revisa muy bien cuantas hay en las tuyas.

Soltar lo viejo es necesario para poder tomar lo nuevo. 

Tenemos una única mente, por eso debemos hacernos conscientes de lo que en ella está depositado.

Educar nuestra mente para controlar el enojo, pasa por un proceso de desaprendizaje de antiguos pensamientos corrompidos, junto con la asimilación de nuevos pensamientos enriquecedores. Humanamente es imposible vaciar la mente del todo para luego llenarla con algo más.

Lo que definitivamente transformará nuestra vida en relación con el enojo es cambiar nuestros juicios de valor, y eso se logra con práctica y mucha disposición.

En este punto cerraremos con nuestra quinta y última herramienta: Escuchar diligentemente y hablar con lentitud.

La primera reacción de nuestra mente para afrontar un conflicto es la palabra, luego, según el calor de la situación nos vamos a lo físico. Las palabras son la primera línea de defensa que utiliza el enojo a nuestro favor, por eso, en la lamina anterior observamos que nos sugieren que seamos "lentos para hablar y lentos para airarnos".

La rapidez que usamos para hablar es la misma que aplicamos para enojarnos, por lo cual, si aprendemos a controlar lo que decimos, estaremos también en la capacidad de controlar el enojo.

Esto último va muy ligado a lo que aprendimos acerca de la palabra blanda, pero llevado a otro nivel. Cuando nos damos el tiempo suficiente para meditar la respuesta que vamos a dar, podemos no solo controlar el enojo, sino que además lograremos ser asertivos en las palabras que usemos.

Darte tiempo para meditar cada respuesta, puede ser la diferencia  entre resolver un conflicto o empeorarlo.
 
El éxito en la meditación de las respuestas, está en la rapidez que tengamos para  escuchar. ¿Qué significa esto?

Es imposible tener una respuesta clara y precisa, desprovista de rasgos egocentristas de enojo, sino estamos atentos a la realidad que tenemos presente.

Como ya dijimos anteriormente, una persona enojada, está manifestando su vulnerabilidad. Se está defendiendo según sus juicios de valor.

Si no "escuchamos atentamente" las señales que esa persona nos está enviando desde su posición, jamás estaremos en la capacidad de ayudarla y mucho menos resolver el conflicto.

Debemos ser rápidos en captar el problema, no ver las "piedras en las manos" de la persona, sino el peso que hay en su mente. Cuando una persona enojada, percibe interés de la otra por ayudarla, de alguna forma, siente que puede bajar sus defensas, y abrir la oportunidad para dejarse ayudar, aún sin reconocer cual es su verdadero problema.

Esta quinta herramienta es clara. Seamos ágiles en escuchar o percibir el problema real, y lentos en responder ante el enojo. Enfoquemos más la atención en la persona que en el problema.

Esto último nos facilitará la comprensión de la situación, y nos servirá como punto de partida para encontrar las palabras correctas, que permitirán solucionarla.

Como te habrás dado cuenta, en cada una de las explicaciones, hemos orientado indiferentemente el enojo, tanto desde el aspecto personal como desde el punto de vista de un tercero. 

Esto fue intencional, debido a dos aspectos: primero, porque a veces es mas fácil identificar el problema en otros antes que en uno mismo; y segundo, porque el entender como funciona el enojo dentro de mi mente, me ayuda a entender como funciona en la de otros. 

No podemos cerrar este tema, sin antes invitarte a que leas y conserves la última lámina que acompaña esta lección. En ella se encuentran resumidos los principios o herramientas para apagar el enojo en tu vida.

Recuerda que cada cosas aprendida acá debe verse siempre desde el enfoque del amor. 

En la medida que ayudes a solucionar en otros el problema de enojo, aprendes a solucionarlo en ti. 

El ego no sirve al propósito de Dios.

Enojarse, es algo totalmente natural, pero mantenerlo bajo control requiere de mucha disposición de nosotros.

Dios te ha dotado de forma natural con inteligencia emocional, solo necesitas poner todo tu esfuerzo y entrenarte para que despierte desde dentro de ti. 

No te niegues la posibilidad de influenciar a otros de manera correcta con tu actitud. 

Hay muchas personas que observan tu comportamiento, sobretodo tu familia, quienes necesitan también aprender a manejar correctamente el enojo, así que, no ceses en aprenderlo por ti y por ellos.

Recuerda que no hay nada imposible para el que cree.

Dios te bendiga

Pastor César González
Lcda. Nathali Vilchez




martes, 11 de agosto de 2020

Apaga el Enojo (1ra Parte)


Los seres humanos somos criaturas tan fascinantes como complejas, y parte de esa complejidad, se la debemos a las distintas emociones que nos definen en muchos aspectos como individuos.

Cada emoción se vive de manera distinta, en circunstancias muy diferentes, y no se suscitan de la misma forma, ni siquiera en los individuos de una misma familia.

El enojo, es una emoción tan difícil de comprender, así como lo es de contener, la cual se reproduce rápida y espontáneamente entre los grupos sociales. Es altamente contagioso y profundamente contaminante. 

El enojo no solo hace daño a quien elige como objetivo, sino también a quien lo sufre o lo vive, menoscabando sus defensas biológicas, afectivas, espirituales e intelectuales.

¿Porque nos enojamos?

Todos creemos que nos enojamos por lo que nos pasa o por lo que la gente nos hace o dice. 

Nuestra mente es la que condiciona la razón de nuestro enojo. Ella califica y determina si tal situación o persona merece o no que nos enojemos.

Para ilustrar esta explicación, voy a hacer referencia a un ejemplo que encontré:

Imagínate que estás en una cola (fila)  esperando a entrar en algún lugar, y de pronto alguien te pisa los pies, y antes de que reacciones, la persona te dice: "disculpe, fue sin querer". Ante esta respuesta puede que no digas nada, y simplemente lo dejas pasar (como hay quien no).

Suponte ahora que lo anterior sucede varias veces. ¿Como te sentirías? ¿Feliz? Imagino que no. Pero tu respuesta ahora no es la misma que con el primer pisotón ¿Por qué? Puede que el primer pisotón y los siguientes, tuviesen la misma intensidad o no, pero aún así, no respondimos de la misma forma con ninguno. ¿Por qué te enojaste finalmente? ¿Porque te pisaron los pies?

Imagina ahora, que ves la cara de la última persona que te pisó, y cuando vas a reclamarle, te das cuenta que esta ciega ¿Qué pasa en ese instante con tu enojo? ¿Será que disminuye o por el contrario aumenta?

En cada caso es el cerebro quien determina rápidamente el tipo de reacción que deberá asumir. Cada pisotón puede ser idéntico o más fuerte que el anterior, pero tus pensamientos fueron cambiando de forma automática, dependiendo de tu juicio de valor.

¿Qué es un juicio de valor? Es la manera en como asociamos un evento, persona, cosa, etc. en nuestra mente, dentro de una escala de valores personal, que solo nosotros conocemos. En otras palabras, es el valor o importancia que le damos a las cosas según nuestro propio criterio.

Es imperceptible para la gran mayoría de nosotros el como nuestra mente realiza esos juicios de valor de forma tan rápida e instantánea. 

El enojo, como cualquier otra emoción, está condicionado a las relaciones que hace nuestra mente entre "lo que está pasando" y lo que eso significa en realidad para nosotros, según el cúmulo de pensamientos depositados en ella.

Seguramente habrá alguien, quien no tenga la misma sensibilidad nuestra, y se atreva a reclamar, gritar y hasta golpear a ese ciego que lo pisó sin intención, pero eso es solo una demostración de los grandes problemas que tiene esa persona para contener la ira, cegándose ante cualquier circunstancia.
 

El enojo, por ser tan espontáneo y automático, casi siempre está acompañado de un desconocimiento real de su causa.

En este punto volvemos a preguntar ¿Qué es lo que nos enoja en verdad?

La respuesta está en nuestra mente, en los juicios de valor compuestos por los pensamientos que predominan en ella.

El enojo se dispara particularmente cuando nos sentimos atrapados o amenazados de alguna forma.

Una persona con un ataque de rabia, normalmente está escondiendo tras esa reacción una situación interna de indefensión o de amenaza. 

El enojo no categoriza la amenaza, simplemente sale en nuestra defensa para contenerla. Cualquier situación de rechazo, exclusión, engaño, injusticia, frustración, perdida o incluso de dolor, puede desencadenarlo. La misma sensación de "no tener" o perder el control de alguna situación, comprende una amenaza para nuestra mente.

Pero todo depende, como dijimos antes, de los juicios de valor que manejamos. 

Hay quienes por ejemplo son más sensibles que otros a ciertos tipos de bromas, porque no todo el mundo las procesa de igual forma, de allí que muchos se enojan por ello.
 
Es necesario determinar el origen real de nuestro enojo para poder afrontarlo de la manera correcta, y hacernos responsable de ello.

De los "pisotones", aprendimos a visualizar, que la causa de nuestro enojo no se encuentra en la circunstancia que estamos viviendo, sino en la forma en como nuestra mente lo está procesando.

Hoy en día, a causa de este confinamiento mundial al que estamos sometidos, existe un alto índice de personas, que mantienen un constante y sostenido enojo, y muchos piensan que la culpa de sentirse así está en lo que está pasando, lo cual no les permite ver dentro de sí mismos.

Nos enojamos con nuestras parejas, familias, vecinos, amigos, etc. pero aún seguimos sin entender el porque nos sentimos así, y aun peor, casi siempre estamos equivocados en las razones.

En el fondo, lo que nos hace enojar de esta cuarentena social obligatoria, es que no podemos determinar el cuando habrá de terminar y lo que vamos a hacer una vez lo haga. Nuestro control  se siente amenazado.
 
Debemos asimilar con urgencia la idea de que "no podemos tener control de todo". Eso ayudará a reformar para bien nuestros juicios de valor.

Es claro que solo nos enojaremos en aquellas circunstancias donde estaremos más propensos a hacerlo según lo tengamos definido en nuestra mente.

Hemos dividido esta lección en dos partes, para tratar de ampliar en lo posible todo lo anteriormente expuesto. 


Desde que iniciamos esta clase, solo hemos usado términos para caracterizar o darle forma en nosotros al enojo, pero nunca nos hemos referido a ella en términos de bueno o malo

El enojo, al igual que el resto de nuestras emociones, forma parte de nosotros. Está incluido en el diseño de Dios, como un mecanismo de defensa, según nuestros juicios de valor.

No todo lo que aparenta ser una amenaza en nuestra mente, significa que lo es, de allí radica la importancia de los pensamientos que nos gobiernan.

Los pensamientos gobernantes nos predisponen ante las circunstancias. Tal cual pensamos así actuamos. Eso es psicología básica. 

Si llenamos nuestra mente por ejemplo con la falsa creencia de que nuestra esposa nos engaña ¿Cómo piensas que será nuestra reacción cuando la veamos conversando sonriente con el vecino de enfrente?

El enojo se alimenta precisamente de esos pensamientos, para obtener mayor fuerza y justificar de esa forma la violencia. 

Así como nuestro cuerpo refleja lo que comemos, así mismo lo hace nuestra mente. Toda justificación para estar enojados está en la mente, no fuera de ella.

El problema no radica en enojarse alguna vez. Tenemos el derecho como seres humanos de hacerlo. La situación se agrava cuando no manejamos correctamente dicho enojo. 

¿Que es realmente pecar? Es simplemente "errar" o actuar de forma incorrecta ante una circunstancia.

Hay que apagar el enojo, antes de que este nos lleve a cometer errores, y a desenfocarnos de las verdaderas causas que lo originaron, y mucho más de encontrar las soluciones.

Hay gente que le pone tiempo al enojo, y eso es una equivocación.

Un error muy común en la persona enojada es "esperar a que se le pase la rabia". El enojo muchísimas veces no suele irse solo, porque no vino sin causa. Lo que se aplaca en la persona, es la reacción a causa del enojo, pero muchas veces el enojo queda latente allí, esperando una nueva excusa para manifestarse.

Entendemos el enojo como algo normal, y por ello no lo satanizamos. 

Lo que debemos evitar son las malas reacciones (pecado) que este origina, y  desactivarlas, cambiando los pensamientos que producen el enojo.

¿Cuánto tiempo puedo permanecer enojado? Bueno, hay gente que dura muchísimos años enojados con los padres, hijos, parejas, amigos, y hasta consigo mismo. Pero esto no es gratuito, ya que, el enojo suele dejar secuelas muy graves en las personas, convirtiendo una simple emoción, en una patología mental, y estas siempre vienen acompañadas de afectaciones a nivel físico en el corazón, hígado, páncreas, riñones, etc. 

¿Vale la pena entonces estar enojados?

Dios nos da un "tiempo prudencial" para estar enojados: "No se ponga el sol sobre vuestro enojo" ¿Qué quiere decir esto? Significa, que no es bueno acostarse a dormir enojado por nada.

No se le debe dar lugar a que el enojo crezca o se fortalezca. Mientras más tiempo esperemos para resolver el enojo dentro de nosotros, mas grande se volverá y mas difícil será también el encontrar las verdaderas razones que lo activaron.

En la vida de pareja por ejemplo, siempre hay desavenencias o discrepancias de criterio. Es normal que a veces los esposos discutan y se disgusten entre ellos. 

Como seres humanos mi esposa y yo no estamos exentos de ello, y varias veces nos hemos enojado por cualquier cosa. Pero algo que aprendimos es que el hecho de que estemos bravos no significa que no nos amemos, y  por eso, tratamos en lo posible de arreglar las cosas en el mismo momento o por lo menos en el mismo día. Eso nos ha evitado muchos males, y ha mantenido nuestra relación estable. 

Con los hijos sucede lo mismo. Como padres, a veces también solemos hacer enojar a nuestros hijos. Si no atendemos de manera urgente y con sabiduría estas situaciones, se pueden formar traumas (no exagero con esto) y construir pensamientos que validen aún mas su enojo. Consejo: Déjelos llorar un rato, y luego consuélelos, demuéstrele cuanto los ama, y explíqueles de nuevo las razones que usted tiene para tomar dicha decisión.

No se haga la ilusión en creer que después de eso el muchacho ahora si lo entendió. Eso no va a pasar de momento, lo que usted necesitaba hacer era ayudarlo a trabajar con su enojo. Ese es el verdadero trabajo de la paternidad.



Con lo expuesto anteriormente, ya tenemos dos recomendaciones tempranas acerca del manejo de nuestro enojo:

1) Evitar en todo lo posible, que el enojo se convierta en algo más fuerte. Hay que encontrar y practicar en nosotros el dominio propio o autocontrol, para mantener nuestro enojo a raya. 

Para lograr esto, debemos comenzar a entrenar nuestra mente en ese aspecto, en los momentos de serenidad, no tratar de hacerlo cuando estemos enojados. Lo que construyamos en calma nos servirá para cuando llegue la tormenta. 

Para ello, hay dos herramientas (dentro de muchas) que yo particularmente uso, y me han servido muchísimo durante toda mi vida:

La primera es meditar. Me tomo un momento cada cierto tiempo para estar a solas con Dios y conmigo mismo. Durante ese instante, cierro los ojos y empiezo a agradecer a Dios por todo lo que tengo. Cuando lo hago, mi mente siempre intenta traer a mi memoria aquellas situaciones no tan agradables, que buscan contradecir lo que estoy haciendo. Ese es el momento ideal para centrarme en esos pensamientos y forzar a mi mente para que lo vea tal cual yo lo necesito. Uso lo mismo que quiere hacerme ella en su contra.

Usted pensará que estoy loco, pero lo invito a que se atreva a hacerlo y se dará cuenta que tengo razón. La mente es muy traicionera.

Lo segundo que hago es inventarme una simulación. ¿Cómo es eso?  Voy a explicarlo con un ejemplo. Supongamos que tienes un vecino que le resulta molestoso o con el cual ha tenido un roce nada agradable. Imagínese entonces que lo tiene de frente y que él le dice exactamente las palabras que a ti no te agradaron o que te causaron enojo en aquella oportunidad. Ahora en esa situación imaginaria, trata de establecer una conversación e intenta responderle a tu vecino virtual desde una posición que no sea el enojo o por lo menos, sin pasarse al lado de la violencia.

Te parecerá muy cómico o de locos, pero te invito a probarlo también. No te imaginas todo lo que aprenderás de esa simulación. Conocerás tus propias motivaciones para enojarte, entenderás lo que se mueve de verdad en cada circunstancia, y sobretodo, aprenderás a responder sin violencia, porque ya has practicado todas las posibles respuestas.

Y no solo con el vecino, trata de imaginar la última discusión con tu pareja, ¿Qué palabras cambiarías? ¿Cómo reaccionaría él/ella con ese cambio? ¿Cómo lo abordarías de nuevo?

Yo puedo garantizarle el éxito total. No se puede tener una relación estable de pareja con solo buenas intenciones, a veces hay que ingeniárselas.

2) Busque solucionar su enojo en el momento o el mismo día. No dejes que el enojo acumulado actúe como un imán atrayendo mas pensamientos negativos que lo fortalezcan. 

Si el problema de enojo es en el hogar, yo recomiendo categóricamente conversar con la otra persona involucrada el mismo día. Algo que aprendí es que TODOS tenemos derecho a estar enojados, y entenderlo así, evita que me enoje inútilmente con otro que está enojado. Parece un juego de palabras, pero es la verdad. Cuando entendí que mi hijo pequeño también es una persona con emociones, dejé de enojarme con él porque se disgustara conmigo. 

El amor es la clave para sanar las heridas del alma y protegerlas de una infección. Cuando tú demuestras verdadero interés por una persona, así esté enojada contigo o tú con ella, las puertas para el entendimiento siempre estarán abiertas.

No hay nada que el verdadero amor no cure. El amor tiene la virtud de crear pensamientos dominantes muy poderosos, que funcionan en contra de cualquier virus emocional.

* * * * *

Aunque las emociones sean en su mayoría reactivas, dependen exclusivamente de los juicios de valor que tenemos.

Recuerda que nuestra mente se encuentra en constante aprendizaje, por lo cual, es necesario hacernos conscientes y responsables, del tipo y calidad de pensamientos que nos gobiernan.


Con estas dos primeras herramientas, damos por terminada la primera parte de esta enseñanza acerca del control de nuestro enojo.

Te invitamos a que no te pierdas la segunda.

Dios te bendiga

Pastor César González &
Lcda. Nathali Vilchez


lunes, 3 de agosto de 2020

De Carbón a Diamante

El carbón es un material que se encuentra en la naturaleza, el cual existe en profundidades de 140km a 190km en el manto terrestre. El carbón, al soportar presiones y temperaturas altas puede de manera natural convertirse en un diamante en bruto. A través de erupciones volcánicas profundas, el diamante en bruto es llevado a la superficie de la tierra. Ya en la superficie, en las manos del hombre, esa piedra entra en un proceso de purificación y perfección, lo que hace que obtenga un valor y belleza incalculables.
 
Llevando esto a nuestras vidas, te diría que todos los seres humanos somos ese carbón, y que la vida con sus presiones, problemas, situaciones y traumas, van haciendo de nosotros un diamante en bruto, siendo Dios esa mano que hizo ya su trabajo de purificación y perfección, convirtiéndonos en diamantes invaluables.

Pero aun así, muchos de nosotros hemos decidido tener una "mentalidad de carbón" en vez de una "mentalidad de diamante".  

El carbón y el diamante son el mismo material, la diferencia está en que el carbón, en su estado original, absorbe la luz, mientras que el diamante logra reflejarla, una vez procesado y transformado por las altas presiones.

Mi intención es mostrarte, que aunque las circunstancias de la vida nos han llevado a pensar que no somos valiosos, que no merecemos lo mejor, y que no somos capaces de lograr algo, hoy podemos escoger cambiar esos pensamientos y vivir una vida mas plena y feliz.

Una creencia muy sutil y que menoscaba nuestra autoestima, y es posible tenerla sin darnos cuenta de ello, es la creencia del "no me merezco" o como lo llamo yo: "La mentalidad de carbón". Es ese pensamiento que nos dice "quiero todo lo bueno, pero no me lo merezco".

El merecimiento suele gestarse en la infancia y la adolescencia con las experiencias vividas en el hogar, en la escuela y en la familia en general.

Si cuando fuimos pequeños nuestros padres nos decían: "si no te comes la comida, no verás televisión”, “si no haces la tarea no podrás salir a jugar"; en nuestro cerebro queda registrado: "yo no me merezco esto, si no he hecho algo bien antes".

Es posible también que en nuestra adolescencia nos gustara un joven atractivo y adinerado, y que algún adulto nos dijera: "ese chico no es para ti”, nuestra mente inconscientemente entiende que "no te mereces un chico con atractivo y dinero", y mas adelante en la vida adulta, cuando se nos acercase un hombre con esas características, lo rechazaríamos, porque el mensaje quedo grabado en esa etapa de nuestra vida.

Te pregunto: ¿Que cosas has dejado de hacer por no sentirte capaz?

¿A Cuantas entrevistas de trabajo has dejado de ir por no sentirte capaz de conseguirlo?

¿En Cuantas relaciones tóxicas te has quedado por no sentirte capaz de ser feliz sin él o ella?

¿En Cuantos empleos mal pagados has permanecido por no sentirte capaz de encontrar uno mejor?

Esto es lo que yo llamo: mentalidad de carbón.


Desde pequeños, somos bombardeados por mensajes que alimentan el no sentirnos dignos, ni valiosos, ni merecedores. A todos, en algún momento de nuestras vidas, se nos han presentado la oportunidad de tomar decisiones, que a simple vista parecen perfectas o sacadas de cuentos de hadas, pero aún así, las hemos rechazado sin entender porque. 

Muchos hemos dicho o pensado alguna vez: ¡Dejé pasar la oportunidad de mi vida! Pudo ser una pareja perfecta, un trabajo perfecto o un negocio perfecto, el cual hemos rechazado y hasta el día de hoy, nos arrepentimos de la decisión que tomamos. Pero aún así, no logramos entender cómo sucedió; y es que esa sensación de no ser capaz o merecedor de algo, han sido los saboteadores de muchas decisiones.

En mi caso, cuando decidí hace algunos años emprender en mi negocio actual y dejar atrás el escritorio de una respetable institución en mi país, me enfrenté al desafío de vender mis productos, y fue muy difícil luchar con los pensamientos: "Yo no se vender", 'A mi no me van a comprar", "Hay otros vendedores mejores que yo"; y sin darme cuenta, mi mentalidad de carbón saboteaba las ventas, y no me iba tan bien económicamente. En este sencillo ejemplo, podemos ver lo sutil que llega a ser esta creencia de sentirnos no merecedores. No podía ver lo valiosa que era, ni las virtudes que tenia para desarrollar mi negocio.

Y como en mi caso, a mi alrededor, he podido observar también a personas con talentos increíbles, expertos en algún oficio o profesión, y cuyos servicios son muy demandados, pero sus finanzas no se corresponden con dicha demanda. 

Cuando siento que no merezco ser exitoso, no merezco que me vaya bien, no merezco tener abundancia porque el dinero no fue hecho para mi, tengo problemas para darle un valor a mis conocimientos, no logro cobrar lo que vale mi experiencia, incluso puedo llegar a regalar mi trabajo, porque esa misma valoración que tengo de mí, la tengo por lo que hago y lo que produzco

Por ello, es muy importante entender, que tan profunda es esta creencia de "no sentirnos merecedores en la vida", que debemos y necesitamos reprogramar dicha creencia, y vivir una vida más feliz, acorde a lo que Dios ha diseñado para nosotros.

 
Ahora, ¿cómo saber si me he sentido "no merecedor"?

* Cuando pienso que no soy suficientemente valioso, y me vuelvo envidioso hacia los otros, me comparo constantemente y creo que los demás son mejores que yo.

* Cuando necesito hacer cosas para que me quieran, y cuando las personas no responden como yo espero a mis esfuerzos, siento que fracaso, y soy una victima.

* Cuando necesito que mi pareja me recuerde constantemente que me ama, y aunque lo haga no me lo creo. Siento que me lo dice por lastima.

* Cuando necesito sacrificarme por los demás, y me olvido de mi, no cuidándome ni física ni emocionalmente. 

* Cuando me siento inferior a otras personas, y necesito por ello ser el más atractivo, el más sociable e inteligente. Compito con todo el mundo.

* Cuando necesito que me quieran, y hago cosas que no me gustan por personas que no me importan y me siento utilizado.

* Cuando hago cosas que no quiero hacer para evitar rechazos, soy incapaz para decir NO, me lleno de tareas, y cuando al final me doy cuenta que no hacen lo mismo por mi, me siento agotado, fracasado y utilizado.

* Cuando no soporto que mi pareja haga cosas sin mí, porque sin mi pareja me siento vacío, necesito su valoración y aprobación constantemente.

* Cuando no puedo contarle a nadie mi problema, ni pedir ayuda para no disgustar ni molestar a los demás, lo cual me hace sentir solo y sin apoyo.

* Cuando necesito controlar a mi pareja y evitar que se fije en otra persona, necesito revisar su celular, y saber donde esta en todo momento porque su libertad me atemoriza.

Estoy segura que en algún momento de nuestras vidas, hemos experimentado uno o varios de estos pensamientos, y que en muchos de nosotros, subyace la creencia de que no merecemos ser queridos, aceptados o escuchados. Todos lo hemos vivido en alguna faceta de nuestra vida, en los negocios, las finanzas, en la pareja, etc., pero cuando ese sentimiento perdura en nosotros, hasta volverse el único cristal con el que miramos todas las cosas, podemos llegar a vivir una vida desgastante y muy agotadora, creyendo que debemos dar en exceso, para sentirnos merecedores de amor, dinero, trabajo, tiempo, etc.

Esta situación desgastante, es como la del hámster, que da vueltas en una rueda sin fin, sin llegar a ningún lado. De la misma forma sucede cuando damos, y damos de manera constante, sin recibir nada a cambio, llegando a un punto, en donde nos dará igual si nos aman o no, si nos dan el trabajo o no, si emprendemos un negocio o no; ya que estamos programados para no merecerlo.

Enviamos al mundo el mensaje de que no nos merecemos ser felices, ni ser exitosos, ni nos merecemos algo mejor, y aún así nos preguntamos: ¿Porque atraigo personas que me hacen daño? ¿Porque siempre quiebran mis negocios? ¿Porque no me aman?...

El valor que veo en mí, es el mismo valor que tienen las personas que atraemos.

Hace algunos años, tuve la oportunidad de vivir un divorcio de mi primer esposo, y detrás de ello las secuelas que esto conlleva, como una autoestima por el suelo y el miedo al fracaso. Con el pasar del tiempo, conocí a mi actual esposo, un hombre educado, caballero, inteligente, soltero, amoroso, romántico, con temor de Dios en su corazón, en realidad, el hombre perfecto para mí. ¿Sabes que pensé en ese momento? "Este hombre es demasiado bueno para mi", 'No merezco un hombre tan bueno', y casi pierdo la mejor oportunidad de mi vida, por pensamientos que boicoteaban mis relaciones: "no merezco", "no soy valiosa", etc. Hoy soy testimonio de que si se puede reprogramar dicho pensamiento y tener una mentalidad de diamante, y gracias a que decidí hacerlo hoy tengo un matrimonio feliz y de ejemplo para muchos.  


Cuando tienes esa sensación de no sentirte suficiente o de sentirte menos que los demás, es porque dentro de ti no te aceptas, ni te valoras tal cual eres.

Cuando las personas se sienten no merecedoras, tienen por costumbre el “dar", sintiendo que no merecen recibir. Creen que tienen que dar mucho, y hacen un esfuerzo extremo, y al dar, se vacían por completo. Y no es que esté mal el dar, pero jamás debemos anteponer las necesidades de los demás antes que la de nosotros. 

Aquellos que no sienten ser merecedores, tienden a necesitar ser el salvavidas de todos y el que resuelve los problemas de los demás, como parte de su deseo de ser amado o aceptado.

En el ambiente familiar, dar en exceso de tiempo, dinero, etc., hace que la pareja e hijos sean excelentes receptores y crean que esa persona tiene todo el tiempo libre para dar. Solo reciben, pero no se les enseña a dar.

En las relaciones de pareja, casi siempre hay uno de los dos, que como lo único que sabe hacer es dar, regularmente se terminan encontrando un conyugue holgazán, codependiente o con problemas de algún tipo, quien termina requiriendo de un salvavidas.

Cuando te aceptas y te valoras “das", pero también recibes, y eso te hace feliz.

¿Como reprogramar la mente para sentirse una persona merecedora y con mentalidad de diamante?

* Nutrirse emocionalmente: Hacernos conscientes de la diferencia que existe entre ser amado y ser demandado. Confundimos como amor, al que nos llama cada 5 minutos o al que necesita que hagamos una diligencia a su favor. Que nos necesiten y nos hagan sentir útil, no es amor.

Puedes tener una pareja que nunca te pide nada, porque es independiente y aun así que te ame con locura. 

* Entender que sí existe el amor incondicional. Sé que es difícil porque nos han enseñado a condicionar el amor. Lo hacemos con los hijos al decirles: 'si me sacas buenas notas te compro lo que quieres"; también a la pareja: "si no vas con tus amigos, te recompenso en la noche", y así sucesivamente, para demostrar el punto de que para merecernos algo tenemos que dar algo a cambio.  

En la vida si existe el amor incondicional, porque Dios lo creó de esa manera. Él nos ama tal cual somos, ya para el somos perfectos, y así mismo debería ser nuestro modelo en las relaciones.

NO TENGO QUE HACER NADA PARA MERECER TU AMOR

* Dedícate tiempo a ti mismo. Atiende tus necesidades, no te centres en dedicar todo tu tiempo a los demás, coloca de primero tus gustos, deseos y sueños.

* Dejar espacios vacíos. Esto implica, que no debemos hacerle todo a la gente. Hay que dejar que cada quien ocupe su lugar y cumpla con su parte de lo que tiene que hacer. 

NO SEAS EL TODO DE UNA PERSONA, Y NO PERMITAS QUE OTRO SEA TU TODO

¿Porque vas a vivir en esclavitud? Creemos que dando todo nos hacemos indispensables e insustituibles, y a eso lo confundimos con amor.

* Debemos aceptar los elogios con agradecimiento, y repetir en nuestras mentes: "me permito aceptar los elogios con amor".

Todos merecemos ser feliz, y tener una vida mejor. Merecemos halagos y valoraciones positivas. Merecemos tener éxito. Negarnos a lo que no nos apetezca hacer. Merecemos ser amados y sentir placer. Merecemos amistades duraderas. Merecemos las recompensas de la vida, y cortar con todo lo que no nos hace feliz. Merecemos ser escuchados y que nos sucedan cosas buenas. Merecemos una vida plena.



Soy un hijo de Dios y merezco las bendiciones para mi vida.

Dios nos ve completos y perfectos. Él nos ve como un diamante ya pulido y listo para reflejar la luz en todas las áreas de nuestra vida.

Muchos después de esto pensarán: "Ok, amiga, todo me parece muy lindo, pero lo leo y lo leo y no me lo creo".

Quiero decirte que a mi también me pasó. Fueron muchos meses trabajando con mi amor propio, y aunque inicialmente veas estas afirmaciones como algo vacío que las repites y no pasa nada, quiero invitarte a llevarlo al siguiente nivel.

Usa "El Espejo"... sí, así como lees, todos mis problemas de autoestima los he superado con mi amigo "El Espejo". Te invito a que realices las afirmaciones frente a él todos los días. Repite en voz audible que mereces ser feliz, que te amen, que te vaya bien, que triunfes en tu negocio, etc.

Quiero además, compartir contigo, lo que yo llamo: mi afirmación de poder. Puedes tomarla como ejemplo y construir la tuya:

"Yo elijo vivir una vida llena de amor, respeto e igualdad. Elijo relaciones de amor y fidelidad. Con relaciones de amistad duraderas. Elijo vivir con alegría y plena felicidad, elijo vivir en abundancia. Veo la vida y la gente con amor, y llena de fe, porque me lo merezco."

Deberás ser constante y compasivo contigo mismo, ya que tienes toda una vida creyéndote "no merecedor". 

Los resultados de este ejercicio diario, dependerán de cuanto lo creas, pensar lo contrario no es la verdad.

Brilla, porque está en tú naturaleza ser un Diamante con un valor incalculable. Enamórate de la persona que ves en el espejo, acéptate con tus imperfecciones, tú valor está en lo que eres y no en lo que haces, sólo así podrás atraer lo mejor para tu vida. 

Todo lo que hay en tu vida, es lo que sientes que te mereces.

No permitas que las situaciones y las personas a tu alrededor te hagan sentir menos.

Para finalizar, te invito a reflexionar sobre este tema, y a realizar frente al espejo las afirmaciones que potencien tu valor.

Pregúntate a ti mismo: ¿QUE TE MERECES?

Encontrarás respuestas increíblemente maravillosas para ti.

Muchas bendiciones.

Lcda. Nathali Vilchez