lunes, 27 de julio de 2020

+ positivo - negativo


Trágicamente, en la historia de la humanidad, así como en la vida personal de cada uno de nosotros, hemos tenido muchas veces que lidiar nuestras propias  batallas.

Muchos han tenido que tomar lamentablemente las armas para defenderse, mientras que otros han usado las palabras. Unos lo han hecho abiertamente cara a cara, mientras que otros lo hacen a la distancia. Otros, han encontrado aliados en sus luchas, mientras que muchos han tenido que enfrentar esas batallas sin más compañía que la propia. A muchos les ha tocado enfrentar de frente a otro ser humano, pero todos, irremediablemente,  hemos tenido que luchar más cruentamente contra nosotros mismos.

Cualquiera que haya sido el tipo de batalla que hayamos tenido que afrontar, hay una verdad que nunca podremos dejar de lado: ¡No todas las batallas se ganan!; y contrario a lo que se pueda pensar, esto es bastante bueno.

Todos los días, desde que nos levantamos por la mañana, entramos en un campo de batalla. Lidiamos con los problemas cotidianos en nuestro hogar, por darle solución y satisfacción tanto a nuestras necesidades particulares como a las familiares. Muchos aún, intentan resolver problemas que están por encima de su entorno personal. 

Desde la posición  en la que estemos; profesional, familiar, espiritual, mental y personal; un solo pensamiento nos motiva y marca para cada día: Debemos luchar por todo aquello que deseamos alcanzar…  o por lo menos eso es lo que pensamos.

Cierto que las cosas en la vida nunca vendrán fáciles, que todo tiene un esfuerzo, pero estas batallas no se reducen simplemente a alcanzar cosas tangibles. 

En el fondo, cada uno de nosotros lucha en verdad por un fin único, un objetivo intangible: La Felicidad.

¿Qué es la felicidad? De verdad hay muchísimas respuestas para ello, y dependen tan solo de lo que cada quien  espera de sí mismo y de su entono.

La felicidad es un bien intangible, que tiene muchos colores y matices. Está vinculada estrictamente a la visión de cada individuo. Pero a pesar de ser ese algo que todos anhelamos, la felicidad tiene un gran problema.

El problema con la felicidad, es que la gran mayoría, por no decir ninguno, tiene la certeza de lo que eso significa para sí mismo. Es lamentable, que aún desde niños nos enseñan o nos inducen a creer, que la felicidad está relacionada con alcanzar cosas o con hacer realidad los sueños, cuando en realidad es mucho más.

La felicidad es un algo que se construye, no es algo que se adquiere. 
Ser feliz es una decisión de todos los días. Es una batalla constante contra uno mismo. 

Alguien me enseñó alguna vez que no se puede ser feliz y tener la razón al mismo tiempo, y aunque confieso que al principio me negué rotundamente a esa expresión, mi propia batalla interna me demostró que era cierto, y allí sentí como esa realidad era inevitable. Ser feliz es un asunto de decisión.

Como decíamos al inicio, no todas las batallas se pueden ganar, y eso es completamente necesario y bueno.

Yo mismo palpé esa verdad, cuando durante mucho tiempo (no se imaginan siquiera como me puse), peleaba por tener la razón y al mismo tiempo ser feliz. Amigos, les confieso, que aunque puede que en algún momento eso se pueda lograr,  es bastante difícil. 

¿Saben cuando pude ganar esa batalla? Cuando decidí perder, aceptar que esa persona tenia la razón (y yo no), y entonces entendí que debía ser feliz.

En una oportunidad hablábamos sobre la ley del equilibrio. Decíamos que siempre que alguien gana hay otro que no lo hace, y usábamos en ese momento el ejemplo del matrimonio, porque solo uno entre varios candidatos es el indicado para llevarse a la chica.

Esa ley del equilibrio también puede aplicarse a lo interno para nosotros mismos, con un pequeño ajuste: Para ganar, hace falta perder muchas veces.

Esta frase me inspiró a escribir esta lección, y me inspiró a simplificarla para todos nosotros, en lo que me atrevería a llamar la ecuación de la felicidad

Felicidad = + positivo - negativo



Las palabras dichas por Jesús en el texto anterior, no deben entenderse como un llamado o invitación de él hacia la automutilación. Estas palabras fueron dichas en un contexto acerca del tema del adulterio.

En el texto se hace mención de cortar o sacar aquello que pueda llevarte a pecar. Por supuesto, que lo que nos hace pecar o errar no está ni en nuestros ojos y mucho menos  en las manos. Lo que nos hace pecar está en nuestras mentes, en nuestras motivaciones. 

Somos motivados erróneamente a creer que alcanzando aquello que nos provoca o nos es apetecible es una manera de lograr la felicidad. Esa frase que cita hay que darle al cuerpo lo que pida ha traído mas desgracias que alegría.

Hay varias cosas que son destacables en este pasaje. Una de ellas como lo dijimos ya, es el hecho de sacar o cortar eso que nos impulsa a cometer equivocaciones. Siempre nos podremos equivocar, eso es parte de “ser humanos”, pero hay equivocaciones que no son tal, porque se puede errar tratando de hacer el bien, pero haciendo lo malo, no podemos hablar de errores, sino más bien de malas motivaciones.

Una de las cosas que más traen infelicidad son las motivaciones incorrectas. Solemos esconder en  nosotros muchas y malas motivaciones para hacer las cosas, producto de los traumas que hemos sufrido en nuestras vidas:
 
La ingratitud, el desapego por la familia, la infidelidad, el rencor, la rabia injustificada, el irrespeto por los demás, la murmuración, la altivez, la falta de solidaridad, etc.

Eso es precisamente lo que debemos arrancar de nosotros para empezar a disfrutar de una vida plena. 

Reconozcamos, que mucha de nuestra infelicidad está relacionada con esos traumas que sobreviven en nosotros, y que nunca nos permitirán seguir adelante aunque sumemos cualquier cantidad de cosas buenas.

Es imposible tomar algo sin soltar nada. Recuerda que todos tenemos solo dos manos, pero también un solo corazón, que a veces no puede con tanto al mismo tiempo, y por eso es urgente que nos deshagamos de tanta carga innecesaria.

Muchas veces se requiere de ayuda profesional para poder salir de esos traumas, y poder avanzar en nuestras vidas, pero ningún terapeuta puede arrancar nada de nosotros, ellos solo están para mostrarnos el camino y proveernos de las herramientas.

Somos nosotros mismos los que debemos sacar la visión (ojo) distorsionada de las cosas que hay en nuestra mente, y somos también los únicos con la capacidad de cortar con las malas acciones (mano).

Para ser feliz, no es tan solo necesario sumar conocimiento y fe en Dios, se requiere también eliminar aquellos elementos que son incongruentes o incompatibles con ello.

Un deportista de alto rendimiento, por ejemplo, sacrifica muchos de sus gustos particulares (fiestas, trasnocho, comidas, alcohol, etc.) para poder dar la talla en su campo. Adicional a ese desprendimiento de cosas, debe agregar además, dietas, ejercicios, relajación, meditación, etc,

Como podemos ver, un mas siempre abarca un menos.

Hay que aprender a sumar cosas positivas y restar negativas para poder alcanzar la felicidad.

Estamos conscientes que eso de arrancar cosas de nuestra vida no es fácil, y por eso es que sugerimos que se recurra a ayuda profesional. De pronto, un buen amigo (de esos que hay pocos), que sea consciente de esta situación puede ayudar mucho, pero claramente es más difícil hacerlo solo.

Yo celebro cuando alguna persona cercana a mi entorno, hace los esfuerzos por mejorar su vida, y se traza un proyecto para hacer cambios en si mismo.

Conozco una persona, que para la vista de muchos (incluyéndome), era muy difícil que pudiera cambiar su vida como se lo estaba proponiendo. Dicha persona lamentablemente fue llevada desde muy pequeña a vivir de la prostitución. Ahora, después de muchos años de vivir esa vida, y con dos hijos a cuesta, ha decidido ir a una iglesia o darle cabida en su tiempo a escuchar el mensaje de Dios.

Muchos la tildan de hipócrita, porque aún asistiendo a la iglesia y convocando reuniones en su casa para leer la Biblia, ella sigue practicando su anterior oficio. No les puedo mentir, yo mismo me sumé a esos pensamientos,  pero la experiencia me ha enseñado a ver las cosas con otro matiz.

No somos quienes para juzgarla. ¿Acaso las personas como ella no tienen derecho a buscar su felicidad por medio de la fe?  Somos muy parcos y crueles en eso. Incluso a veces queremos ser más justos que Dios, lo cual es imposible. Nos creemos superiores a ella porque no tenemos ese oficio, pero déjenme decirles algo más, nosotros no somos muy diferentes a ella.
 
Ella al igual que nosotros padecemos del mismo problema. Queremos sumar cosas positivas a nuestra vida, pero nos cuesta (y a veces mucho) desprendernos de lo negativo en nosotros.

No podemos hacer de malabaristas, tratando de llevar tantas cosas con las mismas dos manos. 

Debemos aprender a soltar lo negativo, para poder sumar lo positivo.



La regla es simple, es una ecuación sencilla, y no es complicada de aplicar en la realidad. Pero si es muy dolorosa.

Restar de nosotros lo negativo es más doloroso que difícil. 

Estamos tan acostumbrados a comportarnos y a pensar de una forma específica, durante mucho tiempo y por causas muchas veces tan justificadas; que sentimos que todo esto que llevamos dentro, está tan incrustado en nuestros huesos que si lo quitamos podemos morir en el intento.

Por otro lado, está la otra posición, donde la persona no esta consciente de que debe hacer esos cambios e intenta fallidamente en mejorar su vida. Todo tiene su causa y efecto. Si hacemos o dejamos de hacer algo, eso producirá un resultado determinado. Nada es casual.

Por eso, aunque duela, hay que tomar decisiones que a veces resultará en perder algunas batallas, y algunos soldados también.

Tomemos como ejemplo de esto, la amistad dentro del plano de las relaciones personales.

Para poder sumar buenas amistades, lamentablemente habrá que deshacernos de  algunas otras. Digo esto, no porque haya un número determinado de amigos que podamos manejar, solo que hay amistades que por fidelidad nuestra, por tiempo, y por lástima (perdón por usar esa palabra), hemos conservado con nosotros a pesar de lo tóxica o negativa que esta pueda ser.

Por favor, no quiero ser malinterpretado. Estoy convencido que todos tenemos algo bueno que ofrecer, pero no todo el mundo puede pertenecer a nuestro circulo intimo. Eso me costó entenderlo a mi mismo, por lo cual, se de que estoy hablando.

Cada quien conoce el tipo de persona que le acompaña. Sabemos quienes nos son fieles (muy valioso) y quienes no. Por otro lado, hay quienes a pesar de no aportar aparentemente nada a la relación de amistad, son personas que están allí para aprender de nosotros, y eso no está mal, porque considero que siempre debemos estar abiertos para ayudar a los demás. Pero hay otras que hay que mantener fuera de ese círculo íntimo, porque muchas veces no nos ofrecen esa garantía de fidelidad y de comunión que debe haber entre amigos, e incluso pueden llegar a entorpecer cualquier otro vinculo que tengamos.

Debemos estar dispuestos a renunciar a ese tipo de personas para poder construir amistades fuertes y verdaderas para toda la vida, sin caer por supuesto en el menosprecio. Hay amistades para todo nivel, algunas deben estar más cercanas que otras.

En el campo personal, son muchas mas la cosas que hay que sacrificar y perder para poder ganar lo mejor.

Como decía anteriormente. No es suficiente con que vayas a una iglesia, que tomes cursos de crecimiento personal, o que te anotes en clases de yoga.

Todo esto son acciones positivas que necesitan urgentemente ser acompañadas de una renunciación. 

Si vamos a la iglesia todos los domingos, pero mantenemos un conflicto con nuestros vecinos, no nos estamos ayudando mucho. Si tomo clases de crecimiento personal, y no resuelvo mis problemas de  autoestima, tampoco voy a lograr gran cosa. 

Todo lo que amerita crecimiento, implica sacrificio. 

Creo que  la profesión más difícil de desempeñar es la del psicólogo. Ellos durante sus estudios, aprenden infinidad de herramientas y adquieren mucho conocimiento para poder ayudar a otros a sobrellevar sus problemas. Pero como bien reconocen, todos tenemos traumas, y ellos mismo son seres humanos propensos a problemas emocionales, por eso, entre ellos mismos se apoyan y se consultan, porque nadie es infalible.

De allí precisamente se demuestra, que la felicidad no es “algo” que “alguien” pueda otorgarnos. La felicidad dependerá únicamente en la forma en como sumamos elementos positivos a nuestra vida, y como restamos aquellos que nos entorpecen.

Ser feliz es una decisión de cada día, y es también una batalla, donde muchas veces es necesario perder.

Perder no es del todo una palabra mala o negativa. 

Se deben perder los dientes de leche para que vengan los de hueso. 

Hay quienes pierden un avión y se han salvado de un accidente. 

Perder un matrimonio, puede llevarte a tener una relación nueva con mejores expectativas.

Hay quienes perdiendo una batalla, consiguen ganar una guerra.

Y otro ejemplo, que bien conocemos los hombres casados: Perder en una discusión con tu esposa, puede salvarte la vida o que duermas en el sofá :)

En definitiva, hace falta perder para poder ganar.

Dios Padre, sabe muy bien lo que es perder. Él sacrificó la vida de su único hijo (Cristo), para obtener muchísimos más en la humanidad. Dios es el ejemplo fidedigno de que para obtener algo mejor, debemos renuncia aún a aquello que más amamos o a lo que estamos mas apegados.

Puede que el orgullo, la altivez y la vanidad, alguna vez pudieron ser importantes y relevantes para ayudarnos a vencer algunos problemas del pasado, pero si no renunciamos a ellas, despreciamos la oportunidad de amar con libertad y sin prejuicios.

Causa y efecto, es lo más cercano a entender esa ecuación de la felicidad de la que hemos hablado.

Sumar mas en lo positivo, mientras restamos más en lo negativo, crea el balance para poder ver reflejados los cambios en nuestras vidas.

Esa es la explicación del porque muchos iniciaron un camino de redención personal, concluyeron totalmente derrotados.

Los recuerdos de un mal matrimonio, pueden ser reemplazados por recuerdos mas frescos y agradables de una relación sana. Eso aplica para cualquier mal recuerdo. No es solo tratar de olvidar lo malo, se requiere también tratar de recordar lo bueno para poder ser restaurados.

Un alcohólico regenerado, no solo necesita dejar de beber (- negativo), también requiere fortalecer (+ positivo) su sistema de valores, es por ello, que parte de la terapia a la cual son sometidos, incluye la adhesión de conocimiento espiritual. Esto último ha sido la clave para abordar este y otros temas, como el asunto de las personas que se encuentran en prisión.

Solo la renunciación a lo negativo acompañada de la inclusión de lo espiritual puede rescatar verdaderamente a un adicto en todos los sentidos.
 

Perder o renunciar a algo puede ser la mejor opción en algún momento de nuestra vida.

En contraposición al dolor de perder, se encuentra el gozo y la alegría de ganar.

Sumar positivo siempre será motivo de satisfacción, pero como ya dijimos anteriormente, esos triunfos o victorias nunca serán completos y perfectos, sino estamos en la disposición de renunciar a aquello que nos hace un contrapeso. 

Un globo, debe soltar pesos para poder ascender, mientras que un submarino debe ganar peso para poder ir mas profundo.

Ese a mi parecer es la representación ideal de lo que el peso de los elementos negativos en nuestras vidas puede producir. 

Yo animo a la gente a que se prepare. El conocimiento siempre suma en vez de restar.

En estos tiempos de cuarentena, mi esposa y yo nos embarcamos en una de aprender y prepararnos en todo aquello que nos gusta o que deseábamos saber. Desde leer libros, hasta lo de hacer cursos virtuales, ha sido nuestra ocupación del día a día. Incluso, gran parte de lo que hemos aprendido en este tiempo, lo hemos reflejado a través de estas lecciones, pero muchas otras cosas, se mantienen para nuestro uso personal. Lo importante es que todo lo que estamos haciendo, busca sumar en positivo, ayudándonos por ejemplo, a descontar lo negativo de la situación, como: el aburrimiento, el hastío, la monotonía, la ociosidad, y pare de contar.

A veces estudiamos en pareja, otras de manera individual, y muchas de manera mixta. El asunto es que aprendimos a sumar en un momento donde es mas fácil restar. 

De nada sirve que agreguemos conocimiento a una mente llena de quejas, lamentos o frustración; porque a la larga, todo ese saber pierde la fuerza, para poder penetrar la barrera causada por lo anterior. 

Si no hacemos un esfuerzo para renunciar a todas esas emociones, será muy difícil sacarle provecho al tiempo invertido en estudiar. 

El conocimiento no lo es todo, sin una buena actitud.

Romper la barrera de esas cosas negativas en nosotros, solo es posible con la ayuda de Dios, y de entender que esto es un proceso que se debe vivir paulatinamente, y por etapas.

Todo lo que hemos planteado acá, no es invención nuestra, de hecho, es resultado de experiencias propias y ajenas.

Sumar positivos y restar negativos, nos corresponde hacerlo a cada uno en particular. 

Uno de los secretos del éxito de nuestro matrimonio, es que mi esposa y yo hemos entendido esa ecuación. Aun mucho antes de la pandemia, siempre nos hemos enfocado en aprender para enseñar, y en el camino,  nuestras vidas se han ido transformando para bien en el proceso. 

Lo bueno de hacerlo juntos es el hecho de poder estimularnos mutuamente para que lo aprendido pueda ser más fácil de desarrollar. También implica, que los sacrificios pueden ser compartidos y las perdidas sean menos dolorosas,  porque el otro estará allí para entender tu proceso y te apoyará en amor, recordándote que la recompensa es mucho mejor.

Sumar valores en cada estación de nuestro aprendizaje, nos ha traído maravillosos resultados, como pareja, como padres y como personas.

Hemos añadido fe a todas nuestras palabras, y esas palabras las hemos respaldado con acciones correctas. Lo mejor de todo, es que de forma automática, dichas acciones, nos han permitido agregar personas de mucho valor a nuestras vidas, así como también, nos ha permitido disfrutar de buenos momentos. 

Pero no todo ha sido sumar.

En el camino, también hemos perdido mucho. Algunas cosas nos han dolido mas que otras, y otras aún nos duelen. Es como esa vieja cicatriz que de vez en cuando te molesta para recordarte por todo lo que has pasado.

Las perdidas mas dolorosas comprenden las personas que ya no están contigo, porque simplemente ya no pueden estar o porque decidieron irse. En ambos casos entendimos que todo tiene un propósito, y sabemos, que Dios tiene el control y cuidado de todos nosotros.

Aunque ya sana esa herida, de vez en cuando molesta, pero para bien.

Por eso, no me cabe la menor duda, de que no hay nada mejor que conseguir un compañero de viaje que esté a la par contigo y tenga las mismas motivaciones. Lamento que todavía algunos no  lo hayan conseguido aún, pero estoy seguro que debe estar mas cerca de lo que ellos creen.

Esto de sumar positivo y restar negativo al mismo tiempo, puede tornarse un poco obsesivo, pero te aseguro que una obsesión buena.

Ya para finalizar, necesito recordarte que la felicidad es una decisión de todos los días. Que solo tú tienes la forma de hacer que esta ecuación funcione para ti.

Esfuérzate por sumar alegrías y restar tristezas (imposible eliminarlas todas) .

No te llenes de preocupaciones, antes bien, provéete a ti mismo de momentos de distracción y descanso.

Resta un poco de ociosidad, y aprovecha el tiempo de tal forma que no necesites de más para cumplir tus obligaciones, y no tengas así que restárselo a tu familia.

Prepárate todo lo que puedas, sobretodo para ser una mejor persona de lo que eres ahora, pero eso sí, empieza a restar todos aquellos hábitos que obstaculizan tu crecimiento.

Si necesitas ayuda, pídele o búscala en los lugares y con las personas correctas.

Para cerrar, quisiera comprometerte en dos (2) actividades muy sencillas que te propongo hacer para reforzar un poco más, todo lo que hemos aprendido en esta lección:

Toma una hoja y anota cada frase que se encuentra intencionalmente resaltada en negritas, para que luego la pongas en un lugar visible donde todos los días puedas leerlas, y así ayudarte a reprogramar tu mente. 

Toma otra hoja, y divídela verticalmente con una raya en el medio. A la izquierda colocaras todas aquellas cosas positivas que crees tú debas agregar a tu vida, y del lado izquierdo coloca todas las negativas que piensas debes descartar de ella. No es necesario que la pongas en un lugar visible, pero si es bueno, que puedas tenerla a la mano para ir evaluando tu propio avance. Esto permitirá que puedas verte a ti mismo con sinceridad y que te haga consciente de trabajar por tu felicidad.

Ser Feliz te corresponde lograrlo a ti. Nadie más lo puede hacer.

Suma positivos y resta negativos, y todo será mucho más fácil.

Dios te Bendiga 

Pastor César González

martes, 21 de julio de 2020

Corazón de Niñ@


Dedicado a los mejores maestros que la vida pudo darme: a mis hijos; quienes me enseñaron que todavía hay un corazón de niño dentro de mí, que solo espera la invitación para salir a jugar…

Cuando hace dos meses me tracé la posibilidad de escribir alguna lección para celebrar el día del niño, no sabía entonces sobre que aspecto en particular quería hablar.

Acercándose la fecha, mi corazón palpitaba dentro de mí, aún más inquieto que de costumbre, pero mi mente seguía en blanco.

Fue hace escasos días, cuando de verdad me empecé a preocupar por el asunto, porque normalmente las ideas surgen de forma espontánea, y sin mucho esfuerzo, pero en esta oportunidad, estaba presionándome mucho a mi mismo, para poder cumplir con la tarea encomendada.

Pensé de momento cambiar y escribir de cualquier otra de las muchísimas ideas, que tenia guardada en mis notas, pero algo dentro de mí insistía en este asunto. 

En ese momento, como quien es movido por una fuerte revelación en su mente, me detuve repentinamente, mirando absorto a mi hijo pequeño jugando en la sala de nuestro apartamento, y esa sola imagen me trajo recuerdos muy felices de mi infancia. No solo era mirarlo jugar, también estaba fascinado con los diálogos que él mismo se ingeniaba para recrear las situaciones que sus juguetes debían interpretar. En un abrir y cerrar de ojos, me vi a mi mismo haciéndolo igual a su edad. 

Yo soy el mayor de cuatro hermanos, y como tal, aprendí a no necesitar de alguien más para jugar, construyendo, tal cual lo hace mi hijo, mis propias historias y narrativas, según lo que iba aprendiendo de la TV o de los comics de la época. Como bien dicen por allí, era muy feliz y no lo sabía.

Verme retratado en mi hijo, despertó en mí no solo los recuerdos de mi niñez, sino que además me llevó a reflexionar sobre todas esas cosas que perdimos o dejamos atrás al momento de crecer.

Creo que todos los padres nos hemos enfrentado alguna vez, a esos deseos repentinos de nuestro niños pequeños por querer ser grandes. Todos hemos hecho nuestro discurso respectivo para disuadirlos de tal idea, haciéndoles ver que la etapa que está viviendo es única e irrepetible, y que por eso deben disfrutarla mientras puedan.

La mayoría de nosotros hemos pasado por eso,  y a esa edad no teníamos al igual que ellos, la suficiente madurez como para entender las implicaciones de lo que estábamos deseando, ni los costos que eso implicaría.

Siendo pequeños e inmaduros, pudimos en su momento, no valorar esa etapa tan maravillosa de nuestras vidas, buscando cambiarla equivocadamente por la adultez; y como solemos ser incongruentes con nosotros mismos, una vez que estamos ya grandes, anhelamos volver de alguna forma a ese estado fantástico y fabuloso de nuestra infancia. Somos definitivamente seres complejos, confusos e inconformes.

¿En que momentos dejamos de ser niños? ¿Cuando dejamos atrás los juguetes para poder sentirnos adultos? Muchos empezamos a abandonar los juguetes una vez entramos en la pubertad, y casi siempre seguimos en un proceso paulatino de duelo y renunciación, que mas o menos nos lleva hasta los 15 años. 

Recuerdo vívidamente esa ultima despedida, cuando precisamente a los 15 años, saqué todos mis juguetes, y en un acto muy personal e intimo, jugué por última vez. Cualquier parecido con una película muy famosa de Disney, es mera coincidencia.

Tengo un hijo adolescente que ya ha dejado de jugar desde hace rato con juguetes, y que le ha cedido la mayoría a su hermano pequeño, pero que todavía conserva esas piezas especiales, que por los momentos, solo sirven para decorar repisas y como instrumento de negociación con su hermano menor. 

No hay nada más hermoso para mí, que ver jugar juntos a mis hijos, a pesar de sus diferencias de edades. Es una de mis escenas favoritas del día, la cual, quisiera perdurara por siempre. Creo que no soy el único padre que aún quiere ver a sus hijos pequeños, por mucho más tiempo.

Pero confieso que es aún mejor, cuando me doy la  oportunidad de ser yo mismo, quien comparte ese momento especial con ellos, y jugar su mismo juego. Eso nos permite descubrir facetas maravillosas que están dormidas dentro de nosotros. 

Tener un hijo, y aún más si este es pequeño, te obliga a conectarte con ese niño interior que llevas dentro. 


Contrario a lo que comúnmente se piensa, cuando se usa la palabra corazón casi nunca es usada para describir emociones. En la Biblia, por ejemplo, la palabra corazón se usa para describir el carácter de las personas. El corazón es la mente y sus motivaciones. Es la personalidad manifiesta en cada situación. Muchas veces cuando se habla de corazón, se hace referencia al alma o al ser de la persona.
 
Cuando buscaba las imágenes que quería usar para ilustrar esta lección, me encontré de manera gratificante con ese corazón que estamos usando de portada. Su diversidad de colores, y las palabras que representan a cada fragmento, son a mi parecer, una manera muy especial y acertada de describir lo que hay en la mente de un niño. 

Cada palabra hace referencia a un valor, principio o virtud;  diferenciándose cada cual del otro en tamaño y forma, lo que indica la dinámica de nuestra mente y su abstracción, pero señalando además que está en constante cambio y crecimiento.

Cuando nacemos, algunos han llegado a afirmar que nuestra mente es como un lienzo en blanco, esperando a que algún artista pinte sobre él. 

Por convicción, entiendo que fuimos creados a imagen de Dios, y como tal, tenemos su esencia, lo que me permite afirmar, que si bien nuestra mente desde que nacemos puede ser moldeada para bien o para mal en el transcurso de nuestra vida, no implica, que ésta se encuentre en blanco al momento de nacer, porque ya viene impregnada del conocimiento divino.

Por otro lado, coincido con la mayoría, en que nacemos en un estado de inocencia, sin ningún tipo de temores, prejuicios, rencores, remordimientos, etc. Así es la mente de un niño, y de esa forma funcionan sus esquemas y conexiones. 

La inocencia no implica falta de conocimiento, sino más bien, un tipo de conocimiento primario, sin alteraciones, totalmente original. Es todo eso que se describe en la gráfica del corazón, y aún mucho más, que aunque no están allí representados, se encuentran dentro de nosotros, y son esos elementos que nos conectan directamente con nuestro creador.

Uno de esos elementos es la fe. La fe nos abre posibilidades infinitas para poder ver lo que otros no ven. La fe contradice las probabilidades, permitiéndonos ser dueños de una realidad propia, donde no hay límites, excusas u objeciones.

La fe te permite pensar, soñar, imaginar y creer, más allá de lo convencional. 

Un niño sano, se permite creer. Creer en sus padres, en Dios, en la gente a su alrededor, pero sobretodo, creer en sí mismo.

Un niño, cree que puede volar con una capa atada a su cuello, que es el ser mas fuerte del mundo si se alimenta correctamente, que puede ser hacer lo que sea, simplemente porque lo cree así.

Entiendo que para muchos, esto de fomentar las irrealidades de la vida, lo vean como algo peligroso para el crecimiento del niño, pero es todo lo contrario. En su inocencia, un niño requiere de esa dosis de fantasía y de ilusión, para poder desarrollar su imaginación y de ese mismo modo su fe.

Es imposible desarrollar la fe, viendo únicamente lo que tenemos alrededor. La fe se alimenta más de cosas intangibles, espirituales y divinas.

Cuando nos damos la oportunidad de soñar e imaginar, es increíble la cantidad de cosas que podemos lograr. Hoy por ejemplo, estoy escribiendo esta lección desde una computadora portátil. Alguien imaginó alguna vez que esto podría ser posible, y estoy seguro que al hacerlo despertó ese niño interior que todos tenemos dentro: inquieto, creativo y sobretodo lleno de fe.

Es muy lamentable que hoy en día, los niños sean llevados aceleradamente a dejar de lado esa inocencia que les es propia, para enfrentar (por decirlo de algún modo) la realidad de la vida. 

Lo vemos trágicamente en las calles. Niños abandonados  por padres irresponsables, muchos en calidad de indigentes, mientras que otros, teniendo que sustituir antes de tiempo sus juguetes por herramientas de trabajo, deben llevar el sustento para sus familias.

Estoy muy de acuerdo en enseñarles a nuestros hijos el valor del trabajo y la importancia de esforzarse a favor de sí mismos y de los demás, pero nunca  a costa de su inocencia.

No se le hace daño a un niño con dejarlo imaginar, se le hace daño cuando se le quita esa posibilidad.

Tal y como lo mencionábamos, la fe es una constante divina que está dentro de nosotros desde mucho antes de que naciéramos a este mundo. Fuimos diseñados para conectarnos con el mundo de lo imposible, de eso que no se ve, pero que de alguna forma sabemos que existe.

Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. (Hebreos 11.1)

Peor que abandonar nuestros juguetes o dejar de jugar con ellos, lo que en realidad representa nuestra mayor perdida es crecer sin fe.

Como decíamos antes, la fe es un conocimiento que viene intrínseco en cada uno de nosotros, pero es el estado de inocencia el que nos permite explotarlo al máximo de nuestra capacidad, y eso es propio y característico de un niño.

Los psicólogos afirman (y yo también), que aunque seamos adultos, siempre dentro de nosotros se mantendrá esa parte de niños, de la cual nunca nos podremos deshacer.

Voy a tratar de explicarlo tal cual yo lo entendí. En la medida que vamos creciendo, nuestra mente va creando capas de pensamientos que se van sobreponiendo a las anteriores, es decir, que mientras nos hacemos más adultos, de alguna forma y sin premeditarlo, vamos ocultando al niño y al adolescente que está en nosotros. 

Recordemos que son estas primeras etapas de nuestra vida las que definen en mayor grado nuestra personalidad. Tanto las cosas buenas o malas que nos suceden en esas edades, moldean el yo que hoy somos.

De manera muy superficial voy a ejemplificarlo. Cuando nos sentimos rechazados como adultos, en verdad no es así. Quien se manifiesta en estos casos es el niño o adolescente interior, replicando en lo interno una situación de abandono. El trauma del abandono, proviene de las primeras etapas de nuestra vida. El adulto rechazado es una consecuencia o producto de este trauma de la infancia, por eso los terapeutas concentran sus esfuerzos en ayudar a que sanemos primeramente al niño interior, para poder tratar al adulto externo.

Así podríamos detenernos a ejemplificar muchas otras cosas de nuestra vida adulta que están relacionadas con nuestro niño interno, pero no es el tema que estamos tratando hoy. De hecho todo lo que somos hoy, está formado y soportado en parte por ese niño interior.

No estamos llamados a deshacernos de esas capas que ocultan nuestro niño interior. Ellas se crearon allí de manera inconsciente y natural. Lo que sí debemos hacer es reconocer esta condición que tenemos como seres humanos y trabajar para que tanto el niño como el adulto en nosotros, se reconcilien y aprendan a trabajar juntos.

Requerimos de la madurez del adulto, de su experiencia, de su forma de administrar la realidad presente, pero también necesitamos de la fe, la imaginación, la creatividad y el afecto sin excusa del niño que está dentro de nosotros.

El adulto debe hacerse responsable de su niño interior, y tratarlo de esa misma forma. El niño interior, necesita expresarse siempre de alguna manera.

Queramos o no, nuestro niño interno buscará la manera de manifestarse para bien o para mal. El apego por ejemplo de los adultos por las competencias deportivas, es una manifestación del niño interno, al igual que sus preferencias por los videos juegos. Esto ocurre en mayor grado en los adultos hombres, pero también existen manifestaciones muy similares y  particulares de la niña en el adulto mujer.
 
Encontrar nuestro niño interior, es reconciliarnos con el conjunto de virtudes y principios que motivan un corazón de niño. 

Recuerdo que en la historia del Mago de Oz, el hombre de hojalata buscaba que el hechicero le otorgara un corazón para poder sentir. En el camino, él junto a sus compañeros de viaje, enfrentaron situaciones en donde muchas veces pusieron en peligro sus vidas. Hubo un punto en donde hojalata se sacrificó por sus amigos, lo que fue el acto de amor más grande que alguien podía lograr. Al final, llegaron todos ante el mago y se dieron cuenta de que era un fraude, porque él no tenía la magia para darles lo que ellos pedían, sin embargo, les mostró que en el camino ya ellos habían logrado descubrir por sus propias experiencias, que todo lo que ellos anhelaban de sí mismos, estaba dentro de ellos. Resulta que hojalata siempre tuvo un corazón, pero no supo que lo tenía hasta que lo puso a funcionar. 

Puede que hoy nos sintamos muy alejados de esa inocencia que nos caracterizaba cuando niños, y quizás sea muy difícil retomarla por la cantidad de capas que hoy en día cubren a nuestro niño interior, pero recuerda bien que la inocencia es un estado, y no una virtud

Dentro de ti está ese niño, que aún cree, imagina, juega y se emociona.

Como adulto eres responsable de darle libertad a ese niño interior. Dentro de ti existen aún los deseos de volar con la capa atada al cuello, de montar un desfile de  modas con muñecas, o de construir un auto con cajas de cartón para correr por la pista. Todo esto está en ti, aunque tu adulto exterior diga que eso es imposible, que es una locura.

Ese niño interno quiere escribir historias e interpretarlas. Quiere jugar que escapa a un mundo distinto, a un lugar donde todo es posible. 

Ese niño dentro de ti quiere pintar, moldear con arcilla, hacer galletas, recortar, pegar, etc. pero sobretodo, ese niño quiere creer.

Hoy en día, ante el auge excesivo de problemas, aún en esta situación tan desconsoladora y alarmante que vivimos como humanidad, se nos hace urgente despertar a ese niño dentro de nosotros. 

Si alguna vez has visto la película La Vida es Bella (Benigni, 1997), recordarás todo lo que el padre de la historia tuvo que hacer para que su hijo pequeño, no tuviese que afrontar la realidad del gueto donde estaban confinados y mucho menos de la guerra que tenía encima. Se las ingeniaba todos los días para hacerle ver a su hijo que todo era parte de un juego. La historia termina bastante triste, como suele ser la vida en líneas generales, pero la pintoresca reacción del niño quien, veía el final de la guerra como si fuese el final del juego que siempre creyó jugar, nos recuerda la capacidad que tiene nuestro niño interior de imaginar, soñar y creer.

Puede que algunos encuentren muchas lecturas negativas en el ejemplo que acabo de dar, pero eso no es más que la demostración del grueso de las capas que ocultan a su niño interior.

Un niño busca siempre creer, no importa cuantas veces le mientas, el o ella siempre te darán una oportunidad de volverlo a intentar y de que lo hagas de forma correcta.

Un niño no sabe lo que es el rencor, ni mucho menos el odio. Un niño no conoce el prejuicio ni las diferencias de clases o raza. 

Para un niño, el resto de sus congéneres son iguales a él/ella. 

Un niño está conectado consigo mismo, con sus necesidades. No quiere decir que tenga conciencia de su Yo”, como tampoco se enreda en las complejidades que el entorno quiera imponerle a su personalidad. 

Un niño en su andar es simple, sencillo, honesto, directo, etc. Un niño sabe que quiere, sin importar si es bueno o malo.

Un niño valora sus conexiones primarias, vinculándose  a una familia y a un hogar.

En definitiva, un niño no se complica, simplemente toma lo que tiene a la mano y lo usa.

Así mismo es el carácter que Dios requiere de nosotros. 

La mayoría de nosotros vivimos de forma muy complicada. Queremos ver todo en  blanco o negro, y resulta que en lo interior, nuestro corazón es de colores.

Con el tiempo, en la medida que fuimos haciéndonos adultos, aprendimos erróneamente a cargarnos de problemas y de situaciones, a perder la confianza en los demás, y a sustituir el creer por el ver.

Nos sentimos como si fuéramos el hombre de hojalata con mucha mas rudeza de la que necesitamos en nuestro corazón, anhelando que mágicamente se convierta en uno que pueda sentir.

En nuestro crecimiento, abandonamos al niño que somos, y tal cual lo hacemos con los de carne y hueso, los mandamos a callar, no le damos su valor y posición en nuestras vidas. Simplemente lo echamos a un lado.

Como padre imperfecto que soy, de forma inconsciente he hecho muchas veces esto con mis hijos, negándoles la oportunidad de expresarse, opinar y aconsejar, creyendo que en toda ocasión mi perspectiva de adulto es la correcta.

Que mal hemos hecho las cosas. 

Reconozco que todas las veces que ha sido necesario, he tenido que regresarme en el camino a ese punto de inflexión y reconocer abiertamente que me he equivocado ante mis hijos. Eso no me hace menos hombre ante ellos, por el contrario, con esa actitud he aprendido a ganarme su respeto de forma coherente. No necesitamos que nuestros hijos nos obedezcan ciegamente, pero si que estén conectados a nuestras decisiones, y para ello, hay que empezar con respetarlos.

Ese respeto debemos llevarlo también hacia nuestro niño interior. Es un poco mas difícil porque normalmente no estamos conscientes de su existencia, pero eso no significa que no esté.

Como dije antes, debemos reconciliarnos con él.

Comencemos  desde ya a valorar esa parte de nosotros que late en lo interior y que tiene todas esas virtudes y conexiones maravillosas.

Amamos, creamos, apoyamos, exploramos, y sentimos desde nuestro niño interior,

Dios ha dispuesto para nosotros cosas maravillosas en nuestras manos. Tenemos la capacidad para recrear el mundo que imaginamos con solo creerlo y accionar en ese sentido.

Puede que no puedas cambiar al mundo, al gobierno,  la economía o encontrar una cura para las enfermedades que azotan al planeta; pero puedes hacerlo diferente y mejor para tu familia.

Quizás sea el momento de darle paso al niño interior para que encuentre una solución a tu problema actual, tal vez sea de momento ponerse a jugar. Me parece una excelente idea.

Por allí alguien dijo una vez, que si algo no tiene solución de nuestra parte, en vano está que nos preocupemos por eso. Yo pienso igual, aunque mi adulto exterior intente siempre resolverlo todo.

Podemos construir un mejor mundo para nosotros mismos, dejando a un lado las preocupaciones, soltando las cargas innecesarias que hemos puestos sobre nuestros hombros. 

Es mucho tiempo el que hemos invertido en resolver sin  alcanzar nada. Ya es hora que de momento nuestro  niño interior tome el control por un tiempo. Requerimos de su fe y su habilidad para ver las cosas de una manera distinta, y si logramos encontrar aún rastros de su inocencia, aprovechémoslo al máximo sin intentar cambiar nada.

Puede que acometer eso, como las tareas que te sugerimos en la lamina anterior, sea  difícil para el adulto, pero si tienes niños pequeños, pídeles que te ayuden a hacerlo, seguro encontrarán la manera de lograrlo juntos y de pasarla muy bien.

Hoy me he propuesto a ser un poco más niño, porque entendí que uno se la pasa genial y vive más feliz.

Espero haberte motivado para hacer lo mismo, pero por favor disfrútalo todas la veces que puedas.

Cree, siente y juega al máximo todos los días no olvides ser adulto de vez en cuando

Dios te bendiga siempre

Pastor César González


domingo, 12 de julio de 2020

La Fragancia del Exito




Cada sentido de nuestro cuerpo es estimulado de una manera en particular, y en cada estimulo, se desatan en nosotros distintos tipos de reacciones, conectadas todas estas a sentimientos, sensaciones y recuerdos, que varían en significados tanto en el tiempo como en cada individuo. 

El olfato, por ejemplo, es un sentido que tiene una muy poderosa conexión con nuestros recuerdos de la infancia. Es el segundo sentido en activarse ante el medio ambiente una vez que nacemos (el primero es el oído), aunque algunos aseguran que es el primero. 

Existen olores característicos relacionados con eventos, personas y lugares relevantes en nuestras vidas. Por eso, así como que cada cosa tiene su color, también tiene su aroma particular. 

El olor del regazo de nuestra madre, de la comida que preparaba, del hogar en que nos criamos, de la tierra mojada de nuestro patio, etc., son imágenes olfativas que no se desprenden de nuestra memoria a pesar del tiempo, y desatan en nosotros infinidad de sensaciones. 

Una fragancia en particular puede desatar muchísimas emociones, algunas buenas y otras no tanto. 

Hay quienes el olor a lluvia por ejemplo, les llena de tristeza o melancolía, mientras que a otros nos regala una sensación de paz y de felicidad.

Por otro lado, hay aromas que son insoportables para algunos, como también pueden ser imperceptibles para otros. Todo depende de la sensibilidad hacia esos olores.

Pero como casi todas las cosas en la vida, el problema que tengamos con nuestro olfato, no radica tanto en la fragancia, como en la asociación que hacemos de esta o de lo que representa en nuestra mente.

Las cosas siempre serán tal cual las percibimos. Todo depende del olfato de cada quien.

No importa si algo es bueno para todos, siempre habrá alguien que lo considerará malo.

En la vida, queramos o no, estamos en una carrera para “alcanzar” aquellas cosas que nos interesan o requerimos para nuestra felicidad. La mayoría de las cosas “buenas” o especiales, se encuentran al final de un camino de obstáculos.

Normalmente ese tipo de “cosas” que perseguimos no siempre están disponibles para todos, incluso algunas son tan exclusivas, que son irrepetibles.

Consideremos por ejemplo el caso del matrimonio. Solo existe una sola persona en el mundo como tu espos@. A los hombres, casi siempre, nos toca hacer malabares y montar estrategias de conquista para lograr enlazar a esa mujer especial con la que queremos compartir nuestra vida. El que ella sea única y especial para nosotros, hace que el tiempo y los recursos invertidos para enamorarla valgan la pena.

Pero considera algo. El hecho de que tú la hayas conquistado, le arrancó toda la posibilidad a algún otro pretendiente.

Siempre el éxito de alguien puede traducirse en el fracaso de otro(s). Eso es inevitable.


El “éxito” como objetivo en cualquier área de nuestra vida,  se presenta como un perfume altamente valorado, que puede convertirse en una fragancia mortal para quien no lo alcanza, una vez que lo percibe en la estela del otro.

 




En el texto, el apóstol Pablo, hace una referencia histórica y cultural de su época, con el objeto de enseñar un principio espiritual, a través de la visualización de un hecho conocido. 

En los tiempos del imperio romano, las huestes vencedoras tenían por costumbre, llevar consigo los bienes de valor conquistados en las batallas y cualquier otro artilugio que sirviese de trofeo para exhibirlos en calidad de botín.

Como parte de ese mismo botín, los soldados tomaban en cautiverio, a aquellos de sus enemigos que se rendían en batalla o que representaban algún tipo de elite particular dentro de las filas contrarias, razones por las cuales, no eran asesinados en el instante, sino que eran maniatados y llevados como rehenes. 

La entrada del ejército triunfador a la capital, era acompasada al ritmo de alabanzas provenientes del pueblo que victoreaba a sus campeones, en una especie de desfile, que iba desde las afueras de la ciudad hasta el famoso coliseo romano. 

En el trayecto, los soldados eran coronados con ramas de olivo, elevándolos así a la calidad de héroes y/o semidioses, a la vista del pueblo, quienes quemaban a su paso, una combinación de incienso especial, que emanaba en un magnifico aroma: el aroma de la victoria. 

Este júbilo perfumado, se contraponía con la pesadumbre, el miedo y el inminente ambiente mortífero, que embargaba a quienes habían sido tomados como rehenes durante la batalla, y que ahora, veían sus vidas al borde del peligro en la medida que se acercaban más y más al coliseo, donde sus cuerpos, serían entregados para ser masacrados, en una brutal y desigual lucha, ante gladiadores y bestias salvajes. 

De esta forma, los romanos se encargaban de darle una estocada final a sus enemigos, usándolos en una denigrante, perversa  y espeluznante carnicería, ante los ojos de todo el imperio. 

Por eso, el aroma de los inciensos que se encendían a favor de los soldados romanos, remembraba sus éxitos, sus logros, y todo aquello que los hacía sentirse victoriosos. 

Para el pueblo, que no participó en la batalla, ese aroma era un recordatorio de la fuerza, solidez y capacidad de su ejército, y así mismo de sus gobernantes. Les señalaba que podían sentirse seguros, tranquilos y protegidos. 

Para los gobernantes, y en especial para su emperador, el aroma del incienso significaba la fortaleza y el empoderamiento de su figura, y del imperio que representaba. 

Pero todo lo contrario era para los cautivos. Este aroma en vez de victoria, era de derrota. El incienso solo les recordaba su fracaso, frustración y ahora les vaticinaba su muerte. 

La fragancia era dulce y viva para unos, y amargamente mortal para otros.

Pero la fragancia era la misma, solo  que no representaba lo mismo para todos los involucrados.


Siempre habrá quien pierda, cuando hay uno que gane

 

Lo narrado al inicio de esta sección, encaja perfectamente con la introducción que hiciéramos, y con el titulo de este articulo. 

Con base en nuestra experiencia, no hay manera de que podamos complacer a todas las personas al mismo tiempo ni de la misma forma en cualquier cosa que hagamos.

Esto no depende de nosotros sino de la dinámica de la vida. 

Hay un solo primer lugar en cualquier cola, no hay dos, así como también solo hay un último. Hay un solo puesto disponible para Gerente General en una firma. Hay un solo puesto para conducir tu vehículo. 

Como lo veamos, hay cosas que son únicas y especiales, y otras a las que simplemente solo algunos tienen acceso. 

 

Debemos ser conscientes e inteligentes para saber manejar desde nuestra perspectiva, tanto el éxito como el fracaso

 

¿Has notado que cuando tú eres exitoso en algo, siempre hay alguien que no está de acuerdo con eso o que se enoja? 

Yo particularmente lo he vivido muchas veces, y como todos, siempre me hice la pregunta: ¿Por qué? 

Lo primero que debemos reconocer es que nuestro éxito no tiene porque ser el éxito de todos. Hay cosas que involucran a los demás, pero otras que simplemente te sirven a ti. 

Lo segundo que debemos entender, es que por las leyes universales de equilibrio, el éxito de uno saca a relucir el fracaso de otros. 

En esto quiero detenerme un momento. 

Conozco de una persona trabajadora que es muy dedicada en su oficio, siendo muchas veces proactivo, colaborador con todos  y dedicadamente responsable en lo que se le asigna. Debido a eso, suele destacar o brillar siempre por encima del resto de sus compañeros, al momento en que su desempeño es evaluado. Me consta que en él solo existe una necesidad imperante de hacer un buen trabajo todos los días, porque tiene el privilegio de “amar” lo que hace. No lo hace por competencia o por tratar de sobresalir. 

Esto es un problema al momento de evaluar al resto de sus compañeros, debido a que su supervisor no puede, por justicia, igualar las evaluaciones de todo el personal, situación que por supuesto genera descontento. 

Esta persona estaba consciente del malestar que generaba su éxito en los demás, y por supuesto no se sentía nada cómodo con ello, pero no podía de ninguna forma bajar la calidad en su desempeño por tratar de beneficiar a los otros, sin embargo, nunca dejó de colaborar con ellos, a veces sin que se lo pidieran. 

¿Estuvo mal la actitud de él en no bajar la calidad de su trabajo para que su “éxito” no afectara al resto de sus compañeros? 

Estoy convencido de que fue la mejor decisión, porque su dedicación y responsabilidad inspiraron a algunos a mejorar su rendimiento, lo cual, redundó en un mejoramiento de sus actividades, y por ende, en la evaluación de muchos. 

¿Lo entendieron todos así? Pues no, porque algunos siguieron actuando de la misma forma y quejándose aún mas por su mala evaluación.

El éxito es muy difícil de ocultar, pero aún más lo es el fracaso.

 

Hay quienes gustan vivir bajo la mentalidad de perdedores, y por eso no comulgan con las personas exitosas, porque eso saca a relucir lo que realmente son

 

Pido disculpas si estas últimas palabras sonaron ofensivas, pero lamentablemente eso es así. Es por eso que las personas con mentalidad de perdedores, detestan que otros triunfen, y mucho más, si el éxito de estos, revela que aquellos que no lo lograron, fue porque simplemente no lo intentaron. 

Mi mamá decía mucho: “No hay peor diligencia que la que no se hace”. La característica principal de una persona con la mentalidad de perdedor es que nunca se esfuerza por siquiera intentar alcanzar eso que tanto anhela. 

Normalmente muchas carreras se pierden en el punto de partida, por eso quienes tienen la voluntad de arrancar y llegar a la meta, sin importar la posición que alcancen, en mi humilde opinión, son personas exitosas.



Tú éxito puede marcar la diferencia para bien o para mal. Eso no debe  preocuparte.

Tú única ocupación debe estar en ser cada día mejor de lo que eres ahora, y empeñarte en alcanzara tus metas y sueños. De solo intentarlo ya eres exitos@. 

Lo bueno de las personas exitosas, es que siempre estarán rodeados de mucha mas gente que apreciará, valorará y reconocerá su éxito, que de aquellos que no lo harán jamás. 

Por esa razón, no recomiendo malgastar energías con ese tipo de personas. Recordemos que, lo hagamos bien o mal siempre se opondrán a tu éxito, y en algunos casos muy enfermizos, llegarán al punto de querer boicotearlo. 

La suerte es que los buenos somos más y los malos cada vez son menos. 

Siempre ten presente que el aroma de tú éxito tendrá doble lectura, una para aquellos que están abiertos a la vida, y otra para quienes están cerrados a ella. 

Tu éxito es el mismo, así como el perfume, que a algunos les hiede, mientras que a otros les resulta muy agradable. 

El aroma de éxito es una fragancia que todos aquellos que lo buscan quieren llevar, y aquellos con mentalidad perdedora suelen envidiar. 

Los que tienen mente de perdedores nunca se esfuerzan por alcanzar el éxito. Son inconformes e inactivos observadores, que desde el otro lado de la cerca quieren desinflar el globo de tus triunfos. 

La fragancia que emana de ti, le perturba, le daña, le duele, y también lo mata por dentro, porque en su interior, no consigue una explicación. 

Las personas con esta mentalidad tienen muchas carencias y su niñez fue marcada por heridas de abandono, rechazo o injusticia, que le hicieron creer desde muy pequeño que no se merecían nada, mucho menos ser feliz. En lo más profundo de su ser no creen merecer que les pasen cosas buenas, y en consecuencia, por mucho que deseen ser exitosos su subconsciente les dirá que el éxito es algo que no fue hecho para ellos. 

No quiero con este artículo desatar una clasificación absolutista entre personas exitosas y aquellos con mentalidad de perdedores. No existe tal cosa como el absolutismo en las personas. En relación con la gente, 2+2 casi nunca es 4, por lo tanto no podemos ser absolutos. 

Evaluémonos con sinceridad a nosotros mismos. Por más que lo procuremos, nunca podremos ser exitosos en todo lo que hacemos. Siempre estaremos en el margen de perder ante un reto o circunstancia. La diferencia radica en como solemos enfrentar esas derrotas. 

Una persona con mentalidad de perdedor, no solo tiende a fracasar con facilidad en lo que hace, sino que adicional a ello, se encuentra siempre en una predisposición para hacerlo. Por más que en su consciente quiere salir victorioso, hay un subconsciente lleno de heridas y traumas que tiende a sabotearlo.   

Las personas exitosas aprenden de cada derrota, y toman de ella el aprendizaje necesario para seguir adelante. De hecho, las derrotas nunca son vistas unidimensionalmente, porque siempre existe la posibilidad de sacarles provecho. 

Una persona exitosa conoce y considera sus limitaciones, hasta el punto de no establecerse metas sobre asuntos que no domina, y cuando el camino se vuelve intransitable en algún sentido, sabe como reacomodarse y cambiar su rumbo a favor. 

Una persona exitosa sabe en que momento frenar, seguir o simplemente abandonar un proyecto por inviable. Entiende cada derrota como una paso de avanzada en la dirección correcta. 

Todos crecemos con traumas y temores diferentes, y no todos reaccionamos de la misma forma ante ellos. Seamos sensibles ante el fracaso de los demás, sin menospreciar sus intentos, sus pequeñas victorias y sobretodo su humanidad, la cual, está dotada por Dios desde siempre para alcanzar sus metas al igual que tú. 

Si tú lo entiendes, otros lo entenderán también. No cambies la esencia de tu perfume, porque quizás algún día, el olfato de algunos podrá mejorar o adaptarse a el. 

Ten presente que el éxito atrae, pero también aleja. Lo importante es que sea tu éxito quien produzca ese efecto y no tú, con tu comportamiento. 

Como decíamos más arriba, debemos ser conscientes en la forma como manejamos el éxito y el fracaso, tanto desde nuestra perspectiva como desde la del otro. 

Esto último le dará el adicional que necesitan tus triunfos. 

No nos volvamos necios en nuestra forma de andar, antes bien, consideremos los tiempos que estamos viviendo, y entendamos de una vez por todas, la importancia que hay en influenciar a otros de manera positiva, por lo tanto, la cautela y la discreción en nuestras acciones es fundamental. 

Tenemos el permiso universal y divino de celebrar todas nuestras victorias, pero nunca las derrotas de otros. Esto es ruin y bajo, y nos acerca más a la mentalidad de perdedores. 

Has que tu aroma de victoria se esparza al punto que muchos puedan ser alcanzados por el, y no te preocupes de quienes en vez de ver en ti un perfume grato, solo pueden ver un insecticida. 




El éxito se caracteriza por no venir solo. Normalmente se requiere de mucho esfuerzo para alcanzar una meta, y en el camino aprendemos a valorar cosas de distinta manera, desprendiéndonos muchas veces de aquellas que eran importantes para nosotros en el momento, y que al final tuvieron que quedarse en la vía, para darle paso a otras mas valiosas. 

Nadie puede valorar tu éxito mejor que tú, porque solo tú conoces cuanto sacrificaste, cuanto perdiste, y a cuanto te negaste para llegar allí donde estás.

Cada ganancia trae perdidas, no solo para ti, sino también para los demás. Esa es la ley del equilibrio.

No llegaste a donde estás haciendo feliz a todos, pero si puede que a muchos.

Como ejemplo retomamos el tema del matrimonio.

Estoy seguro que en la fila de pretendientes al corazón de mi esposa, pudieron existir muchos que se atrevieron a intentarlo, como otros no, pero lo que mas me interesa a mi, es que fui yo el seleccionado, soy el ganador, y muchos están feliz conmigo y con ella por eso, como por supuesto habrá también alguno que no lo esté.

Me siento privilegiado, y cada día estoy consciente de que es así, por lo tanto me empeño en tener una relación matrimonial exitosa, porque sé que esto puede inspirar a muchas parejas, como también sé que puede molestar a algunas pocas. Hay quienes no son felices con el éxito de los demás, pero gracias a Dios son muy  pocos. 

Si mi matrimonio, el amor a mi esposa, o nuestra forma tan especial de tratarnos el uno al otro, causa escozor, rabia, fastidio o envidia; significa que esta haciendo el efecto correcto, porque la idea es que cada quien se de cuenta de su verdadera realidad, para que así pueda mejorarla. 

Recuerda que el éxito trae consigo también la revelación del fracaso. 

A Dios gracias, que hemos podido inspirar y ayudar a muchas personas y matrimonios. Y seguimos trabajando con empeño cada día en eso. 

Todo esto debe ser suficiente, para ayudarte a  entender que no debes prestarle atención a quienes adversan tú éxito o simplemente te envidian. 

Mientras no venga directamente por tu causa el alejamiento de esas personas, ten la tranquilidad y la confianza de que todo está saliendo bien, porque ciertamente la fragancia de tu éxito no le cae bien a todo el mundo. 

No te pongas en la posición de competir con nadie. Siéntete como un privilegiado por haber alcanzado tu nivel, y vive sabiamente con eso. 

No mires con absolutismo a las personas con mentalidad de perdedores, sino mas bien como individuos que están llamados a triunfar en otras circunstancias, en otros tiempos, y en la medida que puedan sanar todas sus heridas emocionales. 

Conserva la sensibilidad hacia los demás, característica fundamental de quienes viven de manera exitosa. 

Mantén y establece bases firmes para tu éxito. En realidad el éxito no es un “algo” si no un camino o proceso. Espero poder enseñarte eso en otra oportunidad. 

Tus fracasos particulares son solo pasos para retomar el camino en la ruta correcta. 

De momento te invito a que revises todas las veces que puedas este material, y analices cada detalle, porque hay muchas cosas que yo sé que Dios podrá enseñarte directamente a ti. 

Al final quiero regalarte una lámina resumen, la cual deseo conserves en tu corazón, anhelando en lo personal, poder saber de tus éxitos y de tu vida inspiradora. 

Deja que el perfume de tus triunfos, desate un furor a tu alrededor, seguro que los ángeles y la gente que te quiere, tienen ya el desfile montado… 

Bendiciones para ti y para tu familia.

 

Pastor César González




martes, 7 de julio de 2020

Cada Quien Brilla a su Manera




En portada, podemos encontrar la foto de unos de los últimos cuadros elaborado por mi esposa. Ella misma le colocó el titulo central, sin pensar siquiera que el mismo me inspiraría a mí, para escribir sobre ello,  y es que en pocas palabras, ella siempre ha sabido como decir muchas mas cosas.

Cada quien brilla a su manera, es una expresión que íntimamente está relacionada con ella misma, y a mi parecer, representa también como una especie de frase libertaria, para todo aquel, que desde lo profundo, descubre una manera muy personal de manifestarse desde dentro de su ser hacia los demás.

En el tiempo que estamos casados, y aún un poco desde antes, mi esposa ha encontrado de manera sutil, la forma de sorprenderme cada vez, haciendo que viva junto a ella, las distintas facetas que van surgiendo en su descubrimiento de ella misma.

Ese proceso de descubrimiento mutuo, ha sido muy enriquecedor para nuestra familia, porque aún desde mi acera, me permite gratamente observar como cada nuevo talento que va surgiendo y los retos que lo acompañan, se convierten en intensas y apasionantes sesiones de entrega a lo que hace, esa pasión que invade al artista en la manifestación de sus emociones, de su don y de su esencia.

Pero esta misma pasión es contagiosa. Todos en casa de alguna forma estamos disfrutando ese viaje con ella. Nos inspira su dedicación, su entrega, su respeto y amor hacia su arte, y eso está cambiando su vida y la nuestra.

Cada vez que ella está creando, el cuarto donde lo hace se siente como iluminado, y hay un resplandor inusual, que solo quienes nos damos la oportunidad de percibirlo podemos visualizarlo.

No puedo negar  que hablo como un hombre enamorado de su esposa, y que al hacerlo le pongo todo el romanticismo edulcorado que puedo encontrar, pero también asumo con mucha responsabilidad, que lo dicho hasta ahora, va mas allá de la emoción que produce el amor por ella.

Durante toda mi vida siempre me pregunté el porque de algunas expresiones y obras artísticas en particular eran tan aclamadas por los llamados expertos en arte. En otrora, solía ver con cierto recelo algunas de las pinturas y esculturas expuestas en museos y galerías. Pero no niego que cierta curiosidad siempre estuvo en mí, considerando además que he tenido cierta apreciación por el arte, debido también a mis dotes con la literatura y la música.

Pero no es hasta que vives con un artista o convives con él, cuando aprendes a apreciar de forma muy cercana, no solo el resultado visual, sino también las emociones y el retrato personal que la persona impregna en cada obra. Ahora si puedo entender cuando alguien puede ver tristeza, alegría, frustración, etc,, por ejemplo en un cuadro abstracto.

Hay un proceso en cada obra, hay un poco del alma que se va en casa trazo o pincelada. Un artista usa distintas técnicas así como también distintas emociones al momento de realizar una obra, y de la misma forma cada quién, en su área de actividad o profesional le impregna lo mismo a lo que hace.

Hay arte en todo lo que nos rodea. Desde la expresiones artísticas, pasando por las obras de ingeniería, y en las relaciones personales. Todo es arte.

Lo que diferencia la actividad que realizas sobre la de otros, es el ser que inyectas en ella.  



Somos más que simples criaturas deambulando por este mundo, tratando de sobrevivir a problemas existenciales. Somos la creación divina más espectacular y maravillosa que existe. De hecho, ningún ser fue diseñado  y creado con tanta precisión y perfección  como tú y yo lo somos.

Somos hechos a imagen y semejanza de Dios

¿Por qué motivo fuimos hechos así? La clave para dicha respuesta está en lo anterior.

Fuimos creados para contener en nosotros la luz divina. Fuimos diseñados no solo como depósito, sino también como una lumbrera o faro en medio de la oscuridad.

Fuimos diseñados para reflejar la luz creadora de Dios en nosotros. Esto no es cualquier cosa.

Las palabras descritas en la lámina anterior fueron expresadas por Jesús hace un poco más de 2000 años, y hoy tienen vigencia más que nunca.

Era intención de Dios al crearnos, que pudiésemos manifestar de su propia esencia a través de nosotros, o como bien lo dirían otros, Dios ha procurado hacerse de un medio por el cual manifestarse en este mundo. Ese medio o canal eres tú.

Hoy es muy común escuchar por distintos medios, que somos seres de luz, Eso es totalmente cierto. Lo que hay que aclarar en este aspecto, es que la luz que brilla a través de nosotros, no es otra, que la misma esencia de Dios manifiesta en todo lo que hacemos.

Por ello, desde el lugar donde nos encontremos, sea cual sea la actividad que realicemos, estamos llamados a brillar de la manera en que fuimos diseñados. 

No todos, estamos destinados a ser pintores, escultores, etc; pero todos podemos ser artistas en lo que hacemos, porque estamos llamados a brillar desde la posición en la que estemos.

Conozco casos de médicos que son considerados artistas en sus especialidades, y esto no es solo referencia a los cirujanos plásticos. Por ejemplo, hay un doctor muy famoso en mi ciudad, que es reconocido por ser el traumatólogo particular del equipo de béisbol profesional de mi región. Este médico es considerado un innovador en el área de cirugía de manos.

Así como él, existe diversidad de profesionales en sus distintas áreas, que son considerados artistas en lo que hacen. Arquitectos, Empresarios, Chefs, oradores, técnicos, etc. Todos estos y más, engrosan la interminable lista de profesionales que han decidido brillar desde la posición en la que se encuentran.

¿Que diferencia hay entre unos y otros? Solo la disposición para hacer lo que hacen con pasión, dedicación e innovación.

Para brillar, requerimos primeramente entender que somos un reflector del potencial creador de Dios.

Es tan grande ese potencial creador en nosotros, que si miramos hacia atrás, comprobaremos como en menos de dos siglos, la humanidad ha avanzado tecnológicamente de forma exponencial, en comparación con su historia completa.

Revisando precisamente la historia, encontramos que no hubo avances tan significativos y trascendentales en el mundo  como lo hay hoy en día, (con algunas excepciones) antes del siglo XX.

¿Cuánto tiempo tuvo que esperar la humanidad para pasar del transporte de tracción animal al de vapor? Muchísimo. En cambio, una vez que entramos a la era del vapor, no pasó mucho tiempo para que surgieran los vehículos impulsados por motores de gasolina.

Con mayor precisión, podemos validar, el desarrollo de los sistemas automatizados, que en poco tiempo, nos llevó de tener computadoras gigantescas que ocupaban pisos enteros en un edificio, a un dispositivo que hace lo mismo y mucho más, pero que cargamos en el bolsillo de nuestro pantalón.

Les invito a investigar esto, y se darán cuenta de que el tiempo entre uno y otro ha sido muy corto.

La humanidad ha tenido momentos de iluminación bien marcados en su historia, y esto no solo surgió en su totalidad de personas preparadas o superdotadas. Estos momentos de luz vinieron de gente como tú y yo, que aprovecharon el lugar y el momento para desarrollar la luz que había dentro de ellos.



Hace muchos años conocí a una persona a través de unos amigos en común, con quien tuve la oportunidad de conversar sobre el trabajo que cada quién hacía. Él me relató su inconformidad con la actividad que realizaba en el suyo. Durante mucho rato, fui todo oído para escuchar de infinidad de quejas sin fundamento y de una actitud totalmente apática hacia el trabajo. Entendí que no era el trabajo que él deseaba, pero que por el momento  era su única fuente de ingreso, lo cual, hacia que la carga fuera más pesada.

El tiempo jugó de nuestra parte, y pudimos concluir que el problema en el trabajo, no era el trabajo en sí, sino la actitud incorrecta acerca de hacer algo que no le gustaba. Mi única recomendación fue que debía primera y urgentemente cambiar su negación. Le sugerí que al levantarse en las mañanas se  mirara al espejo y hablarse así mismo para convencerse, de que el trabajo que realizaba era muy importante para todos, aunque no fuera de su agrado. 

Le dije además, que debía desconectarse de la queja, lo que le valió posteriormente que todo su entorno cambiara, haciendo de su trabajo algo más agradable para él. Con el tiempo nos comunicamos por teléfono y le escuché muy entusiasmado, porque había sido ascendido a otro puesto, el cual nunca imagino que le gustaría tanto como en ese momento.

"Cuando tú decides brillar a pesar de las circunstancias que te rodean, todo tu entorno brillará contigo, al igual que el camino que tienes delante."

Esa misma sensación es la que yo describo al principio, cuando mi esposa se encuentra trabajando en un nuevo proyecto. Esa luz desde dentro de nosotros, tiene la necesidad natural de fluir hacia afuera.

El efecto creador de esa luz divina, remembra las palabras que se emitieron cada día, durante el proceso de la formación del mundo: Y vio Dios que todo  era bueno , porque precisamente es ese el sentimiento que embarga tanto al artista como a quien le irradia.

Hay quienes pueden inyectar luz  a lo que hacen, como también pueden impregnar de oscuridad cualquier cosa por muy buena que parezca.

¿Les ha sucedido que de pronto el anuncio acerca de algo aparentemente muy bueno, termina no siendo del gusto de la mayoría?

Por otro lado, ¿Les ha acontecido que, realizando una actividad que comúnmente siempre sale bien, por alguna vez no sale así?

Hay muchos factores que pueden explicar las dos situaciones anteriores, pero no hay  nada que afecte más el trabajo que estés realizando, que la actitud que tengas en el momento de hacerlo.

Nuestro arte es el reflejo de nosotros mismos. Impregnamos de tristeza o de alegría lo que hacemos. 

En relación con la cocina es fácil determinar cuando un plato fue preparado con pasión y sin ella. 

No importa cuantas veces hayas hecho el mismo platillo en tu cocina, incluso el nivel de ejecución puede ser  el mismo, pero el resultado final siempre estará afectado por tus emociones, porque una parte de nuestra alma, está incluida en la receta. 

Aunque es difícil visualizar este aspecto más en unas cosas que en otras, el artista siempre sabrá que parte de sí ha plasmado en ello y cual no.

Es imperativo irradiar luz en lo que hacemos para poder encontrar no solo satisfacción personal, sino también, alcanzar con esa misma luz a otros.

Todo artista quiere verse reflejado en su obra, y si eso se alcanza, ya hay en ello gran parte de ganancia. Todos simplemente queremos ser vistos por los demás, y el arte es una de las múltiples formas en que logramos hacerlo.

Yo  mismo cuando escribo, siempre hago referencias a mis experiencias personales y familiares, porque entiendo que de una forma u otra, es por medio de este canal que yo puedo expresar parte de mi mismo. He encontrado una forma especial de conectar mi alma con la de otros a través de lo escrito. Es mi manera de brillar, de iluminar a otros con la esencia de Dios que se encuentra en mi interior. No soy el único que lo hace de esta forma, ni tampoco soy el mejor, pero soy el único que puede hacerlo desde mi posición.

"Solo Tú eres capaz de hacer algo de manera muy especial desde la posición en la que estás, porque Tú eres único."

Un artista nunca intenta ser el mejor. No es una competencia de egos. Un artista solo quiere expresarse.

Eso mismo deseo poder enseñarte en este día. 

Tú tienes todo lo que necesitas para brillar, para ser un artista en lo que haces. Ya la luz brilla dentro de ti. La capacidad creadora de Dios irradia desde el interior de tu ser, buscando impregnar a otros con esa misma luz.

Hay mucha gente a nuestro alrededor inyectando tinieblas en lo que hacen. Hay  muchas personas actuando con desagrado o indeferencia desde la posición en la que se encuentran. Lo vemos en todos lados, en lo político, en lo económico, en el supermercado, en el vecino de al lado, en nuestra casa, etc. 


Tú y yo estamos llamados a brillar en un nivel de conciencia superior.

Reza la frase: Una golondrina no hace verano, pero quien ve una golondrina espera ver otra detrás de ella. Tu luz puede alumbrar a otros. Tú puedes hacer que otros se inspiren a hacer lo mismo. Eres un faro hacia buenos puertos. No te canses de hacer lo correcto y hacerlo bien.

Una sola persona puede hacer la diferencia, ¿Qué tal si eres tú?

No dejes que tu luz se apague, no agregues oscuridad a tu oficio, trabajo, responsabilidad o actividad. 

Ponle pasión a lo que haces, y empieza  a brillar.



Con todo lo que hemos descrito, puede que te sientas en una encrucijada.  Estoy seguro que al igual que yo, hay cosas que no estás haciendo con la pasión y la excelencia que amerita, pero al igual que a mí, te impulsa un deseo en lo interno para hacer que las cosas funcionen mejor de lo que es ahora.

Nuestro problema al respecto está ligado estrictamente a lo que creemos acerca de nosotros mismos.

Se nos ha enseñado a no pensar más allá de lo que vemos. En nuestro desarrollo como personas, son los miedos y las inseguridades las que han puesto barreras para que no crezcamos. 

Cuando niño, recuerdo que me atraía mucho el diseño y construcción de edificios, y que una vez comenté en  mi casa que quería ser arquitecto. Inmediatamente como dicen en mi tierra me bajaron del autobús, porque la carrera de arquitectura era muy costosa. No puedo asegurar que esa era precisamente la profesión que quería ejercer, de hecho, no siento ningún tipo de  frustración al respecto, pero es innegable que estas palabras mataron en cierta forma mi posibilidad de soñar acerca de eso.

¿Cuántas veces  nos hemos enfrentado a una situación así? ¿Cuántas veces se lo hemos hecho nosotros mismos a otros?

Siendo luz, estamos llamados a iluminar el camino de otros. 

Como padres, estamos en la obligación de promover y alimentar cualquier tipo de emprendimiento que nuestros hijos quieran ejecutar, considerando siempre todos los atributos que les permitan hacerlo: edad, salud, pertinencia, capacitación, seguridad, etc.

Debemos ayudarlos a encontrar su propio brillo, que puedan aprender a reflejar la luz de Dios en sus vidas. 

Es la forma en como ellos podrán encontrar el canal para expresar el ser que ellos son realmente.

Como esposos(as), estamos llamados a hacer lo mismo con nuestras parejas. En el matrimonio no hay competencias, cuando uno brilla, el otro brilla también. 

En ese aspecto yo he entendido que cuando mi esposa es feliz al igual que yo, todo lo que hacemos sale bien. El matrimonio camina correctamente cuando los dos vemos claro el camino, y para eso necesitamos luz, la luz que irradia de nosotros.

Donde quiera que vaya, en mis charlas o conferencias, siempre declaro que mi matrimonio lo conforman tres personas: Ella, Yo y Dios. En este triunvirato, hay espacio para el crecimiento y  triunfo de todos. Somos un equipo. Cuando estoy concentrado en los asuntos que me hacen brillar, ella se encarga de tenerlo todo en orden, y cuando ella es la que necesita brillar, soy yo quien le brinda el apoyo. 

En mi casa siempre hay luz, siempre sabemos por donde y en que dirección caminar, porque a todos se nos permite brillar.

Nuestros hijos pueden sentir eso mismo y eso les da seguridad, la misma seguridad que se traduce en ellos para confiar plenamente en lo que hacen.


"Es necesaria esa confianza para saber que queremos, que podemos hacer y creernos capaz de conseguirlo."


¿Cuantos talentos estarán ocultos dentro de ti? ¿Cuánto de eso que te has propuesto a hacer en alguna oportunidad ha recibido más critica que apoyo? ¿Qué es eso en lo que realmente eres bueno(a) y no le has dado el valor necesario como para sentir que es especial?

No hay nada, por insignificante que sea, que no pueda hacerte brillar. 

El brillo, es lo que le agregará satisfacción a lo que haces. 

Estoy más que seguro que hay mucho del potencial creador de Dios en ti.

Como lo dice la lectura de la última lámina, cuando brillamos, mostramos el rostro de Dios a través de nosotros. Dios nos usa como un canal de su sabiduría, amor y poder. 

Para entender mejor esto, es importante encontrar respuesta a las siguientes preguntas:

- ¿Que no has logrado? ¿Qué deseas hacer? ¿En que quieres brillar?
- ¿Crees que es posible alcanzar eso que tienes en mente?
- ¿Qué obstaculiza el que inicies ese nuevo proyecto que tienes en mente?
- ¿Qué tipo de  motivación necesitas para arrancar?
- ¿Que aspectos de tu vida crees que necesitas cambiar para alcanzarlo?
- ¿Hay alguien que lo haya intentado antes que tú? ¿Cómo le ha ido con eso?
- ¿Crees que esa persona es superior a ti en algún aspecto? ¿Por qué?
- ¿Cómo te sentirías si lograras alcanzarlo? ¿Serías feliz?
- ¿Vale la pena el esfuerzo? 

Espero que estas preguntas te ayuden a entender que todas las posibilidades están en ti mismo(a).

Esto no se trata de capacidades u oportunidades, esto tiene que ver con lo que eres. 

Todo es posible si tú lo crees así.

Recuerda que algunos metales deben ser pulidos para que puedan reflejar la luz, pero en tu caso no necesitas ese pulido porque tu luz viene de adentro y esa  luz es Dios mismo.

Para finalizar, quisiera invitarte a que leas cuidadosamente la lámina final, y de ser posible la repitas para ti mismo todos los días.

No puedo ni pretendo ofrecerte soluciones mágicas, solo el conocimiento de quien eres en realidad, y de todo lo que eres capaz de hacer.

Dependemos completamente de nuestras creencias, y si logramos cambiar estas para bien, los resultados en lo que hacemos se verán de la misma forma.

Recuerda actuar  siempre en el sentido de ser una luz en el lugar donde estés. 

Hazte consciente que desde la posición en la que estás, ejerces un poder para influir positivamente a favor de otros. 

Eres un artista que trabaja sobre un lienzo particular,  y ese lienzo es tu propia vida, muéstrale a otros la belleza de tu arte, exhibe en cada cosa que hagas una parte de tu maravillosa y hermosa alma.


¡Brilla! ¡Brilla! ¡Has que las estrellas sientan envidia!


Muchas bendiciones par ti


Pastor César González