miércoles, 23 de septiembre de 2020

Cuestión de Fe




Contrario a lo que puedan pensar, como ser humano, esposo y padre de familia, no soy ajeno, a las incertidumbres que hoy en día embargan al resto de las personas. Pienso de hecho, que de alguna forma, estoy más que comprometido con la situación presente, en aras de aportar soluciones y caminos alternativos, que nos permitan dar respuestas a estas incertidumbres.

Pero debo confesar, que no tengo todas las respuestas que quisiera, o por lo menos no lo tengo todo tan claro como desearía, porque estoy consciente de  mis limitaciones intelectuales, físicas y espirituales, y de la falta de experiencia en muchos aspectos, lo cual, no me  permite aportar ideas claras sobre los mismos.

Sin embargo, he tenido la dicha de contar con mucha gente sabia a mi alrededor durante mi caminar, quienes me han enseñado a atesorar y a poner en ejercicio cada fibra de mi ser, para vibrar acompasadamente, con el conocimiento recibido de ellos y por medio de muchas otras vías, como lo son los libros, la observación de mi entorno y la meditación.

Parte de ese conocimiento, el cual esgrimo en todos mis escritos con mucho orgullo y convicción, es el que está vinculado a mi experiencia personal con Dios, desde hace más de 36 años (aunque puedo asegurar que es desde antes de nacer).

En todo ese tiempo, el ejercitar mi fe en Dios, ha sido la constante en todas las circunstancias en las que me he visto involucrado, y ha marcado de igual forma, la evolución de todo mí ser interior hasta la fecha. No hay nada que yo pueda decirte donde no esté involucrado Dios. Él es mi norte y mi fin último.

La ventaja de haber escogido este camino o estilo de vida, es haber entendido principalmente, que como seres humanos, estamos más conectados con Dios de lo que nosotros mismos pensamos. No hay barreras entre Él y nosotros, mas que las generadas por la ignorancia de aquello que no conocemos, así como tampoco, existe ninguna condición o estado en nuestro ser que nos exija estar separados de Él.

Con todo respeto a este vínculo que hemos construido entre nosotros, me tomo la libertad de hablarte acerca de la fe sin ningún tipo de sesgo religioso o ideológico.

La fe, constituye un tema tan trascendental, como cotidiano, y aunque es muy conocida como término, desconocemos en gran medida, su correcta aplicabilidad para nuestras vidas.

Quiero que me acompañes a analizar este maravilloso tema, desde una óptica  particular, añadiendo en el camino, un mayor conocimiento de nosotros mismos.



 

Cuando me preguntan por lo que nos depara el futuro, es muy difícil encontrar en mis labios, una respuesta diferente, a la de afirmar que: “todo estará muy bien”. Y esta respuesta no es porque me sienta optimista o porque tenga un plan debajo de la manga, el cual no he querido revelar.

Es así, porque yo lo creo, y porque yo lo creo, es así.

Lo anterior es lo que nosotros denominamos fe.

Si me preguntas ¿tiene que ver la fe con ser positivo? Mi respuesta tajante será: NO.

La fe no tiene que ver con el positivismo mental. La fe proviene de lo mas profundo de nuestro ser. Es parte del depósito de Dios en nosotros, desde nuestra concepción. No es algo que debemos procurar tener, porque es parte de nuestra naturaleza como seres humanos. Es un don que Dios nos entregó, no es algo externo que se introduce en nosotros.

Por definición lingüística, en el idioma original, la palabra fe se traduce en confianza, pero también en fidelidad.

Tener fe es confiar, pero a la vez implica ser fiel a eso en lo que confías.

Es por ello, que la fe está ligada al creer. Cuando creemos en algo, lo primero que depositamos en ello es nuestra confianza. Creer en algo o en alguien, revela nuestro compromiso, y el grado del mismo determina nuestra fidelidad.

Somos fieles únicamente a aquello en lo cual creemos.

Esto último puede estar relacionado con una persona, con una institución, con una habilidad que poseamos, con un pensamiento, etc.

¿Por qué creemos?

Dios se aseguró que nosotros poseyéramos la capacidad de creer, aún antes de estar conscientes de ello. Es por eso, que la humanidad entera, en cualquier parte del mundo, cualquiera que sea su cultura o su condición social, de alguna forma, siempre está en la búsqueda de “creer en algo” ¿Por qué es esto así?

Te responderé con un ejemplo. Cuando vemos un estanque, donde el agua aparentemente no se mueve, asumimos que todo está tranquilo. Pero resulta, que las moléculas del agua, en estado líquido, están en continuo movimiento, por eso, aunque imperceptible a la vista, siempre el agua tratará de desplazarse más allá del medio que la contiene. La movilidad está en sus moléculas.

De esa misma forma, la fe en el ser humano, buscará siempre ese elemento conectivo con su creador, muchas veces, abrazando ideologías o creencias  no acordes al propósito para el que fueron diseñadas.

Queramos o no, está en nuestro ser, la necesidad de subsanar el apetito de nuestra fe. Todos respondemos funcionalmente a este principio marcado en nuestro ADN, en mayor o menor grado.

Toda tu búsqueda de algo más allá de lo visible, de reconocerte como un ser por encima de lo biológico, de conectarte con la energía que te envuelve, de proyectar tu mente más allá de un simple conocimiento intelectual, todo eso y más, es tu fe interactuando, con el objeto de desarrollar el propósito que la define: Conectarse con Dios.

No podemos deshacernos de la fe, así como no podemos eliminar a capricho una molécula de nuestro cuerpo.

Como los músculos del cuerpo, hay que ejercitar la fe para sacarle el mayor provecho.

Al inicio te mencioné, que a lo largo de mi vida me he visto en circunstancias, donde me he visto forzado a ejercitar mi fe, pero viéndolo mas claro en la actualidad, me atrevo a afirmar, que no hay día ni momento en donde la fe no sea sometida a prueba.

Creo que el tiempo presente es una evidencia de ello. No es posible negar que esta situación de pandemia mundial, haya concebido en sí misma, distintas formas para ponernos a prueba. 

Se requiere más que positivismo para afrontar los retos de cada día. En la región donde vivo por ejemplo, aunado a los inconvenientes ya establecidos por la situación de cuarentena social, se han sumado problemas graves en los servicios públicos, como lo son: agua, gas, electricidad, transporte, abastecimiento de combustible, Internet, etc.

Cuando uno junta todo esto, en un único momento histórico, solo puedes asemejarlo a una situación de guerra, donde no hay nada garantizado, nada funcionando enteramente, y donde las posibilidades de que mejore no se vislumbran a corto plazo.

¿Cómo afrontar una situación así? ¿Cómo mantenerse firme ante lo que parece ser una situación infranqueable?

 



En el texto que inicia esta sección, encontramos una definición bíblica muy popular entre los creyentes para describir lo que es la fe.

Como todo en la vida, hay aspectos que tienen más de un punto de vista, y la fe no escapa de ello.

La fe es como una moneda con dos caras o lados, donde cada uno es el complemento del otro, pero ambos son muy diferentes.

La fe primeramente, es la convicción de cosas que se esperan como si ya fueran realidad.

En este aspecto, la fe apunta hacia nuestra esperanza. ¿Que es la esperanza?

La esperanza es el estado de ánimo, en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible.

Tener fe puede estar relacionado con creer en algo antes de que suceda.  Este es el lado de la fe que más asociamos con el futuro. Concebimos que algo grande o mejor podrá suceder, y solemos apegarnos a esa creencia con confianza y fidelidad.

Esperamos un “algo” que no está presente de momento, pero sabemos que va a llegar tal cual está preestablecido. 

Nos aferramos así a creer que vendrán mejores tiempos, que las cosas mejorarán al solventarse la situación presente, y que después de esta larga espera, las cosas volverán a encausarse como es debido.

De la misma forma, nos vemos muchas veces a nosotros mismos. Nos vislumbramos siendo exitosos o superando todos los obstáculos. Creemos esperanzadamente en que podremos levantar a nuestras familias, de la situación de zozobra en que vivimos, que alcanzaremos a recuperar todo lo que hemos perdido, etc.

Todo lo anterior está muy bien, y a nadie puede criticársele por pensar así, de hecho, lo que mas requerimos para ver nuestro futuro de una manera mas prometedora es la fe, sin eso es imposible que podamos visualizarlo así.

Este tipo de fe trae esperanza, y la esperanza es muy importante para poder reconciliar nuestro presente, con la idea que tenemos de nosotros mismos o del entorno, pero no es suficiente, porque está basada en hechos o cosas que aún no son palpables, porque son “cosas que esperamos”.

El único problema de la fe en esperanza, es que al esperar por “algo que viene”, nos enfocamos en el futuro, sin darle respuesta a lo presente.

Cuando solo esperamos, cometemos muchas veces el error, de esperar en vano, porque no le damos cabida a buscar en lo presente, las respuestas que necesitamos, y esto sucede, porque ignoramos que están allí.

Muchas veces oramos por cosas que ya tenemos, creyendo que falta un mover especial de Dios para que se hagan realidad. Pero están allí, y la mayor parte del tiempo lo  ignoramos, y otras veces, simplemente no las aceptamos como son.

En mi experiencia, he escuchado personas clamándole a Dios por ejemplo, para tener mas amor por las personas o para ser mas tolerantes, y resulta que ya todo eso está dentro de nosotros, solo que al igual que la fe, no lo hemos ejercitado. Incluso hay quienes esperan por recibir una instrucción “de arriba” para tomar decisiones, y resulta que ya Dios ha dispuesto todo delante de la persona para hacerlo, solo que sus temores e inseguridades no le permiten verlo con claridad.

Dios dispuso ya la gran mayoría de las cosas, para que tan solo tú y yo nos apropiemos de ellas.

La fe es también, la revelación de las cosas que no se ven.

Esto último es lo que erróneamente confundimos con positivismo. Esta otra cara de la fe, complementa con la primera, pero es muy distinta a ella, debido a que en este punto, la confianza y fidelidad están asociadas al presente y no al futuro.

Esta fe se basa en elementos concretos, en hechos ya manifiestos, pero que al ojo inexperto le son “invisibles”.

Lo que mucha gente no ha entendido, incluyendo en esta lista a los mas acérrimos creyentes, es que la mayoría, más bien, el total de “cosas” que Dios ha destinado para nosotros, ya nos fueron entregadas, y que por  ignorancia de nuestra parte, no las hemos desarrollado a nuestro favor.

 

Al igual que la fe, dones tan maravillosos como el amor, la bondad, la paz, la alegría, el dominio propio, etc. (Gálatas 5.22-23), ya se encuentran dentro de nosotros, a la espera que los desarrollemos, no en el futuro, sino en el ahora.

No hay nada que esperar, Dios ya todo lo dispuso en su diseño de ti, para que alcances tus metas y objetivos.

Ignorar esto, es lo que nos enceguece completamente, hace que todo lo que Dios nos dio, se mantenga escondido de nuestra vista. Lo que no vemos, no implica que no exista.

Confiar en un futuro mejor, te permitirá fortalecer tu esperanza, pero no te ayudará a solventar la situación presente. Lo actual, lo que en este momento  demanda una acción de tu parte, solo puede ser solucionado en el plano de la confianza y fidelidad de lo que Dios ha depositado en ti.

Puede que con esta situación mundial, hayas perdido tu trabajo y que de momento estás confiando que al terminar todo este problema, lo recuperarás o encontrarás algo mejor, pero en este instante, esa esperanza no traerá comida a la mesa de tu familia. Debes mirar lo que tienes ahora, visualiza el potencial que tienes. Hazte consciente de las cosas que has aprendido, de las habilidades y destrezas que dominas. Mira tu situación con otra óptica, no solo enfocado en lo que hacías antes de esto, ni en lo que harás, sino en lo que puedes hacer ahora.

La razón principal por la que la fe orientada en lo presente se complementa con la fe esperanzadora, es que con la primera, podrás evaluar y aprovechar las oportunidades que tienes en el ahora, y esto, se convertirán en un punto de referencia para lo que esperas de ti en el futuro.

Ya hay gente que está reconsiderando si volver o no a sus antiguos trabajos, porque han encontrado nuevas y mejores formas de ganarse la vida, y ser aún más exitosos de lo que eran antes.

La fe basada en lo presente, ve oportunidades en medio de la adversidad, y saca a relucir el potencial que hay dentro de cada uno de nosotros.

Una de las cosas que he aprendido a amar de toda esta situación de la cuarentena social, es que me ha dado la oportunidad de hacer cosas que me gustan muchísimo, como escribir. Pero el regalo más maravilloso de todos, es la oportunidad de estar en casa con mi familia mucho más tiempo. Eso no quisiera cambiarlo por nada del mundo.

Todo lo anterior me ha llevado a reconsiderar muchas cosas, principalmente la administración de mi tiempo y las expectativas laborales del futuro. Me he dado cuenta, que hay múltiples formas de alcanzar los niveles de ingreso que necesito, mas allá y aún mejor que de la manera convencional.

Buscando en mi mismo, encontré esas dotes no reveladas con anterioridad, y que ahora he podido sacar a la luz. He encontrado aún mayor confianza en mis talentos, y esa concienciación acerca de mi, me ha generado fe hacia mi mismo, basado primeramente en la que siento hacia Dios y a lo que el ha hecho por mi.

Aprendí a conjugar el verbo creer para mi mismo. Yo creo en mí.

Hay cosas que Dios está haciendo tras bastidores en el mundo, de las cuales no estamos apercibidos. En el ámbito de lo espiritual, el de lo invisible, hay una realidad que supera por mucho lo que vemos, y está allí disponible para  nosotros. Apenas estamos viendo la punta del iceberg de las cosas que se están conjugando de forma oculta, cosas que lejos de preocuparnos, nos llaman a estar apercibidos y preparados.

Hay cambios que Dios está haciendo en los corazones de muchas personas alrededor del mundo, de los cuales ni nos damos cuenta.

Hay cambios que ya Dios empezó a hacer dentro de ti, y otros que ya están culminados, que solo necesitan ser revelados a nuestro consciente para poderlos desarrollar.

Cree firmemente en el potencial que aún no puedes ver en ti, como un hecho consumado, no como algo que esperas tener.

 


Todo en el universo cumple un propósito, aún aquello que nos parece malo.

Ciertamente Dios no creó la maldad, pero se sirve de ella para generar cosas mejores.

Si no existieran cosas que se nos opusieran en nuestro avance, jamás desarrollaríamos las herramientas y habilidades para superarlas.

Lo que nos trajo al lugar y al tiempo en el que estamos, es la fe.

Cuando creemos, alcanzamos a desarrollar en nosotros, algo que es imposible para el ser humano lograr por su propia cuenta: La Paz.

Esa paz que desarrollamos por medio de la fe, nos permite reconciliarnos con el presente. Cuando entendemos que todo lo que está pasando no es por casualidad, o que indefectiblemente se encuentra bajo el control de Dios, aprendes a mirar las cosas de manera distinta.

La fe no convierte lo malo en bueno, de hecho no tiene nada que ver con ninguna de las dos cosas. La fe no cataloga los hechos, solo nos hace verlos diferentes.

Es allí donde la fe juega un papel importantísimo en nuestra mente. La fe genera la paz que nuestra mente necesita para conciliar lo real con la verdad.

En otra oportunidad profundizaremos sobre la diferencia entre lo real y la verdad, por ahora solo te diré, que en la realidad algo es bueno o es malo según la óptica moral con que se mire, en cambio, la verdad, es aquello que está depositado en nuestro ser, tal cual el diseño de Dios, y no  puede ser catalogado bajo ninguna óptica, porque es absoluto.

La fe apunta hacia la verdad,  de la cual ella misma es parte. Por eso, quien cree, tiene la confianza en lo que cree y es fiel a la verdad depositada dentro de si. De allí que la fe no ve lo malo ni lo bueno. La fe solo ve el propósito de las cosas, según la verdad depositada en nuestros corazones, y esa verdad solo mira según el diseño de Dios.

Quien tiene fe, alcanza la paz, y quien está en paz, no se preocupa por la situación presente.

Dependiendo de la forma en como aprendamos a desarrollar nuestra fe, de esa misma forma nos será mas fácil o difícil entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Te invito a que desarrolles tu fe. Cultiva la esperanza en un futuro que se encuentra en las manos de Dios, pero sobretodo,  crece y multiplica tus esfuerzos en la fe que está vinculada con el presente, con las oportunidades y dotes que Dios ha dispuesto para ti en el ahora.

Quieras o no, toda circunstancia es parte de tu ejercitar en la fe, así que permanece alerta y engrandece tu confianza en Dios cada día, y de la misma forma hazlo contigo mismo.

Cree, confía y permanece fiel, así encontrarás la armonía que necesitas para entender tu situación actual.

No permitas que otros menoscaben tu capacidad de creer, recuerda que nadie puede tomar algo de ti, si esto está incorporado a tu ADN.

Recuerda que la fe fluye constantemente como el agua, y es imposible retenerla por mucho tiempo, así que, aprovecha el momento y déjate llevar por su corriente, no dudes en creer.

Dios siga bendiciendo tu vida…


Pastor César González

 


 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario