Recientemente alguien me propuso un ejercicio muy interesante. Pidió que me imaginara a mi mismo en una edad mucho más avanzada, y con la oportunidad de escribirle una carta a mi yo del pasado. ¿Qué diría esa carta? ¿Qué cosas me gustaría incluir? ¿Quisiera que esté llena de remordimientos o de felicitaciones?
Antes de darte mi respuesta, te invito a que hagas tú mismo este ejercicio. ¿Qué le dirías a tu yo del pasado? ¿Qué errores le sugerirías no cometer? ¿Qué oportunidades le sugerirías no perder? ¿Qué le pedirías que cambie de tu pasado? ¿Qué cosas no?
Creo que en muchas ocasiones este ha sido el sueño de muchos de nosotros. Poder regresar en el tiempo para cambiar algunas cosas de nuestro pasado, es mas que imposible, y de poder hacerlo, siempre nos encontraríamos con la incertidumbre, de los efectos que tendrían esos cambios en el presente ¿Mejorarán o empeorarán las cosas para nosotros hoy? Eso también es imposible de determinarlo.
¿Qué le
diríamos a nuestro yo del pasado? ¿Qué queremos recriminarle? Esto último
quizás, es nuestro mayor problema en el presente, y probablemente, es el origen
de muchos conflictos del momento.
Ciertamente lo que ya sucedió es imposible cambiarlo ahora, solo nos urge resolver el problema existente, entre nuestro pasado y su relación con nuestra vida hoy.
No estamos en la posición de resolver el pasado, sino más bien de reconciliarnos con el. Somos lo que hemos vivido, las experiencias malas y buenas, así como las decisiones que hemos tomado.
Esto es parte de lo que somos… Esta es Nuestra Historia
Todo lo que hoy somos, está vinculado a nuestra
propia historia.
Ineludiblemente hay partes de nuestra historia, con las que quizás no nos sintamos cómodos o que nos sean totalmente vergonzosas. Incluso, es probable que a la fecha, te sientas definido u otros lo hayan hecho por causa de esas situaciones, pero eso no implica que deba seguir siendo así.
Nuestra historia personal está llena de muchos desaciertos, de decisiones y juicios de valor equivocados, incluso de experiencias difíciles y de las cuales no nos atrevemos hablar con nadie más. Pero es nuestra historia, y es parte de lo que somos.
Partimos de la necesidad primaria de aceptar lo que hoy somos, y sobretodo lo que podemos llegar a ser.
No hay forma de cambiar lo que hemos vivido hasta ahora, pero tenemos la oportunidad de reconciliarnos con eso, y seguir adelante construyendo un mejor presente para nosotros mismos.
Muchos se obsesionan por tratar de borrar las huellas de su paso por algunos eventos de la vida, creyendo que lo podrán lograr. Incluso hay quienes ofrecen soluciones mágicas o terapias alternativas, como un medio para intentar borrar de la mente, aquellos eventos desagradables o traumáticos del pasado. Pero eso es imposible.
Por más que queramos, no podemos simplemente borrar de nuestra memoria lo que nos ha pasado. Por muy grave que esto sea, siempre estará allí en nuestro recuerdo, y aunque no lo tengamos presente, buscará emerger en cualquier momento en que nos sintamos mas vulnerables o se manifestará a través de nuestras actitudes.
¿Cómo lidiar entonces con esa parte de nuestra historia con la que no nos sentimos tan a gusto? ¿Cómo enfrentar los recuerdos de un pasado traumático?
La respuesta está en: Reconciliarnos con nuestra historia.
Tan diferentes como son la tierra y el cielo, así también lo es el pasado del presente. Dios dispuso reconciliarlo todo, incluso a ti, con tu historia.
He visto como los terapeutas profesionales, conducen a sus pacientes en la reconstrucción de esos eventos traumáticos de manera consecuente. ¿Por qué hacen esto? ¿Por qué someten, por ejemplo, a una victima de violación a revivir ese momento? La razón de esto, es porque ellos saben que los recuerdos no pueden ser borrados, y que la única forma de enfrentar estos traumas, es cambiar la relación que tenemos con ellos en el presente.
No se trata de volver bueno lo que evidentemente es malo. No se trata de cambiar el hecho, sino la actitud de la persona para afrontar ese recuerdo. Lo que se intenta es llevar a la victima de una posición vulnerable, a una de emponderamiento, de tomar control de esos recuerdos y verse así misma como una sobreviviente, con la capacidad de seguir adelante, a pesar de lo que le sucedió. Esto por supuesto, no es un resultado que se da de la noche a la mañana, y lo expuesto aquí, es apenas un resumen muy superficial de todo el trabajo que se lleva a cabo para alcanzarlo.
Lo que hay que destacar, es la importancia de reconciliarnos con nuestra historia, que parte principalmente de aceptarla. ¿Por qué es tan importante esto? Lo que muchas veces no nos permite avanzar en nuestra vida, es que vivimos con la inconformidad de lo que somos.
Eso nos hace mirar mucho al pasado, como buscando cambiarlo o resolverlo. Quien mira mucho hacia lo que ya pasó, es porque siente que aún existen cosas pendientes o que están a la espera por nuestra intervención en el pasado, para que las resolvamos. Eso es una evidencia de que no estamos reconciliados con nuestra historia.
“Si no hubiese hecho esto…”, “si hubiera actuado de una forma distinta…”, “si no hubiera dicho lo que dije…”, etc. Todas esas son algunas de las muchas veces que revisamos nuestro pasado con inconformidad.
No quiero ser mal interpretado en este punto. Estoy muy de acuerdo, que hay cosas que se pueden reparar o redimir de nuestro pasado, pero las soluciones que vayamos a ejecutar, no pueden hacerse solo al nivel de la mente y los recuerdos. Las soluciones que necesites aportar la debes hacer en el ahora y de forma concreta.
Lamentarse, enojarse o regodearse en el pasado no acarrea soluciones sino desdichas.
Aceptar tu historia, es aceptarte a ti mismo, y en la medida que lo hagas, los demás también lo harán.
Si por ejemplo, estás pensando en iniciar una nueva relación, es importante que te aceptes a ti mismo primero, antes de poder tener la capacidad de hacerlo con el otro. Cuando dos personas se casan, lo hacen también con la historia del otro, con sus antecedentes buenos y malos, con el efecto de sus relaciones anteriores.
Nadie llega en blanco a una relación, pero puede ser que, a pesar de sus traumas y sus sufrimientos, su historia puede estar plagada también, de muchas luchas y aprendizajes sobre esas situaciones. Esa es la parte de la historia que necesitamos saber.
Un consejo. No te relaciones sentimentalmente con personas que no han aprendido a superar exitosamente sus relaciones anteriores, recuerda que te unes a esa historia y que te arriesgas a sufrir mucho. No te expongas al asumir el papel de doctor, psicólogo o terapeuta. Tú necesitas mejorar tu historia, no complicarla.
Jamás olvides que tu historia tiene un pasado, pero que aún mejor, tiene un presente brillante y un futuro mucho mejor, que aún no está escrito.
Tu historia aún se está escribiendo, y tú eres el autor de la misma.
Etimológicamente,
la palabra pecado significa: errar en el blanco (equivocarse).
¿Quién no se ha equivocado alguna vez en su vida? Reconocer esto es vital para sanar la relación que tenemos con nuestra historia.
Luego de aceptar tus errores, tus malas decisiones y las circunstancias adversas, que te llevaron a ser la persona que hoy eres, el siguiente paso para sanar tu historia es el perdón.
Perdonar es la clave para relacionarnos de manera correcta con nuestro pasado. Una de las cosas por la cual es difícil perdonar, es que muchas veces no estamos conscientes de qué y a quién perdonar.
El qué, solamente lo podemos determinar nosotros mismos, y muchas veces no nos percatamos de su existencia, porque la mayoría de las veces lo relacionamos con nosotros mismos.
Créanlo o no, muchas de las personas que han vivido con la sombra de una violación, se han sentido culpables por lo que les sucedió. Esa posición de victima indefensa, en vez de causarles comprensión o justificación para sí mismo, muchas veces se vuelve en su contra, causándoles la sensación de culpabilidad, la cual, de no ser tratada a tiempo, puede muchas veces llevar al suicidio.
Para sanar tu historia, debes primero perdonarte a ti mismo.
Muchos piensan que esta es la última etapa del perdón, pero yo la concibo como la primera. Si no puedes perdonarte a ti mismo, es muy difícil que aceptes el perdón de otros, y mucho más, el perdonar a los demás.
Incluso el aceptar el perdón de Dios es más difícil, cuando tú no puedes hacerlo contigo mismo.
Reconciliarte con tu historia, pasa primero por aceptarla y luego por perdonar cada capitulo en tu vida que te es incomodo, adverso y trágico.
La única constante en tu historia eres tu mismo, eres el protagonista y muchas veces el autor de cada episodio. Tus decisiones, afectos, compromisos, eventos y/o circunstancias, añaden un evento más a tu historia.
Si miras hacia atrás, y aún te duele o te enoja aquello que te dañó tanto en el pasado, es porque aún no te has reconciliado con el. Hay eventos que por ser muy traumantes, son tan difíciles de olvidar, que con tan solo un pequeño recuerdo, puede hacernos estremecer en cada fibra de tu nuestro ser. Sentir eso no nos hace malas personas, ni mucho menos enfermos mentales. Es tan solo el indicio de que hay mucho todavía que hacer en el presente, para avanzar hacia el futuro.
Debes aprender a perdonarte a ti mismo, por ese matrimonio fracasado, por las malas decisiones en cuanto a tu familia y al trabajo, por los negocios mal habidos, por la mala gestión de tus emociones, por la falta de interés en los tuyos, por la infidelidad, etc.
¿Por qué crees que deberías pedirte perdón? Creo que lo principal sería, pedirte perdón por culparte de todo, y por no aceptar tus errores como un aprendizaje para ti.
¿Cómo te ves hoy? La respuesta de eso determinará como has sanado en relación con tu historia. Normalmente nos vemos (y nos juzgamos) a nosotros mismos, según lo que hemos vivido.
Afortunadamente, Dios es Eterno, es decir, que no está determinado por el tiempo, por lo que Él, no nos ve según nuestra historia, sino que lo hace desde la óptica de su diseño. Esa es una ventaja que debemos aprovechar, y así aprender a perdonarnos a nosotros mismos.
Es importante reconocer que cualquier error que hayamos cometido en nuestra vida, por muy grave que sea, jamás podrá afectar la visión que Dios tiene de nosotros. Él nos ve uno consigo mismo. ¿Cómo te ves tú en relación con Él?
Vernos como Dios nos ve, es la mejor forma de reconciliarte con tu historia, porque evitará que lo hagamos desde la perspectiva de los errores que hemos cometido.
Lo que has vivido es parte de ti, pero no determina lo que puedes ser. Tú eres mucho más grande que lo que ha sido tu historia hasta ahora.
Fuiste diseñado a la perfección, y ningún error del pasado puede alterar tu diseño.
Líbrate de la frustración que lleva consigo el pasado. Perdónate por aquello que no lograste o que salió demasiado mal.
Enfócate en escribir los mejores capítulos para tu vida, en base a la aceptación y al perdón.
En mi introducción, comenté que me propusieron un reto acerca de escribir una carta para mi yo del pasado, y quedé pendiente en darte mi respuesta:
He aprendido a estar en paz con mi historia, a pesar de todos los errores cometidos, y estoy tan feliz por lo que he alcanzado hasta ahora, que si pudiera tener a mi Yo del pasado frente a mi, primero le daría las gracias y luego lo felicitaría.
Aprender a vivir con los desaciertos, pasa
también por aceptar sus consecuencias.
No podemos devolver los años de infelicidad a una pareja decepcionada de su matrimonio, pero si hay la oportunidad aún en sus corazones, pueden trabajar con ayuda, en escribir nuevos y mejores capítulos a su historia.
Debemos aceptar que hay cosas que nunca fueron para nosotros, y entender que eso a la final ha sido bueno para nosotros. También es importante entender, que dentro de todas tus malas decisiones, siempre hay un punto desde donde aprender y emprender mejores cosas.
Somos nuestra historia y no tenemos hoy nada de que avergonzarnos, solo tomar de lo sucedido e impulsarnos a ser una mejor versión de nosotros mismos.
Puede que hayamos cometidos muchos errores en el pasado, pero para quien ve las cosas de una manera distinta, los errores pueden convertirse en experiencia, y éstas a la vez, se transforman en un aprendizaje.
Te invito a convertir esas experiencias en momentos de aprendizaje, tomando lo mejor que puedas de la situación, y aunque te duela mucho al principio, mírate a ti mismo como un sobreviviente, como un triunfador, en esa y en cualquier circunstancia, por muy cruenta y difícil que sea de recordar o mencionar.
Apégate al perdón. No le des el poder de destruirte a las circunstancias del pasado, tampoco a quienes te hicieron daño. Pero eso sí, empieza por ti mismo.
Tú eres mucho más de lo que fuiste hasta ahora, tu pasado no te define, porque tu historia aún no se ha escrito del todo.
Sigue escribiendo nuevos y mejores episodios para tu vida…
Espero nos sigas leyendo
Muchas bendiciones
Pastor César González