domingo, 11 de octubre de 2020

Esta es... Nuestra Historia


Recientemente alguien me propuso un ejercicio muy interesante. Pidió que me imaginara a mi mismo en una edad mucho más avanzada, y con la oportunidad de escribirle una carta a mi yo del pasado. ¿Qué diría esa carta? ¿Qué cosas me gustaría  incluir? ¿Quisiera que esté llena de remordimientos o de felicitaciones? 

Antes de darte mi respuesta, te invito a que hagas tú mismo este ejercicio. ¿Qué le dirías a tu yo del pasado? ¿Qué errores le sugerirías no cometer? ¿Qué oportunidades le sugerirías no perder? ¿Qué le pedirías que cambie de tu pasado? ¿Qué cosas no? 

Creo que en muchas ocasiones este ha sido el sueño de muchos de nosotros. Poder regresar en el tiempo para cambiar algunas cosas de nuestro pasado, es mas que imposible, y de poder hacerlo, siempre nos encontraríamos con la incertidumbre, de los efectos que tendrían esos cambios en el presente ¿Mejorarán o empeorarán las cosas para nosotros hoy? Eso también es imposible de determinarlo. 

¿Qué le diríamos a nuestro yo del pasado? ¿Qué queremos recriminarle? Esto último quizás, es nuestro mayor problema en el presente, y probablemente, es el origen de muchos conflictos del momento.

Ciertamente lo que ya sucedió es imposible cambiarlo ahora, solo nos urge resolver el problema existente, entre nuestro pasado y su relación con nuestra vida hoy.

No estamos en la posición de resolver el pasado, sino más bien de reconciliarnos con el. Somos lo que hemos vivido, las experiencias malas y buenas, así como las decisiones que hemos tomado.

Esto es parte de lo que somos… Esta es Nuestra Historia



Todo lo que hoy somos, está vinculado a nuestra propia historia.

Ineludiblemente hay partes de nuestra historia, con las que quizás no nos sintamos cómodos o que nos sean totalmente vergonzosas. Incluso, es probable que a la fecha, te sientas definido u otros lo hayan hecho por causa de esas situaciones, pero eso no implica que deba seguir siendo así.

Nuestra historia personal está llena de muchos desaciertos, de decisiones y juicios de valor equivocados, incluso de experiencias difíciles y de las cuales no nos atrevemos hablar con nadie más. Pero es nuestra historia, y es parte de lo que somos.

Partimos de la necesidad primaria de aceptar lo que hoy somos, y sobretodo lo que podemos llegar a ser.

No hay forma de cambiar lo que hemos vivido hasta ahora, pero tenemos la oportunidad de reconciliarnos con eso, y seguir adelante construyendo un mejor presente para nosotros mismos.

Muchos se obsesionan por tratar de borrar las huellas de su paso por algunos eventos de la vida, creyendo que lo podrán lograr. Incluso hay quienes ofrecen soluciones mágicas o terapias alternativas, como un medio para intentar borrar de la mente, aquellos eventos desagradables o traumáticos del pasado. Pero eso es imposible.

Por más que queramos, no podemos simplemente borrar de nuestra memoria lo que nos ha pasado. Por muy grave que esto sea, siempre estará allí en nuestro recuerdo, y aunque no lo tengamos presente, buscará emerger en cualquier momento en que nos sintamos mas vulnerables o se manifestará a través de nuestras actitudes.

¿Cómo lidiar entonces con esa parte de nuestra historia con la que no nos sentimos tan a gusto? ¿Cómo enfrentar los recuerdos de un pasado traumático?

La respuesta está en: Reconciliarnos con nuestra historia.

Tan diferentes como son la tierra y el cielo, así también lo es el pasado del presente. Dios dispuso reconciliarlo todo, incluso a ti, con tu historia.

He visto como los terapeutas profesionales, conducen a sus pacientes en la reconstrucción de esos eventos traumáticos de manera consecuente. ¿Por qué hacen esto? ¿Por qué someten, por ejemplo, a una victima de violación a revivir ese momento? La razón de esto, es porque ellos saben que los recuerdos no pueden ser borrados, y que la única forma de enfrentar estos traumas, es cambiar la relación que tenemos con ellos en el presente.

No se trata de volver bueno lo que evidentemente es malo. No se trata de cambiar el hecho, sino la actitud de la persona para afrontar ese recuerdo. Lo que se intenta es llevar a la victima de una posición vulnerable, a una de emponderamiento, de tomar control de esos recuerdos y verse así misma como una sobreviviente, con la capacidad de seguir adelante, a pesar de lo que le sucedió. Esto por supuesto, no es un resultado que se da de la noche a la mañana, y lo expuesto aquí, es apenas un resumen muy superficial de todo el trabajo que se lleva a cabo para alcanzarlo.

Lo que hay que destacar, es la importancia de reconciliarnos con nuestra historia, que parte principalmente de aceptarla. ¿Por qué es tan importante esto? Lo que muchas veces no nos permite avanzar en nuestra vida, es que vivimos con la inconformidad de lo que somos.

Eso nos hace mirar mucho al pasado, como buscando cambiarlo o resolverlo. Quien mira mucho hacia lo que ya pasó, es porque siente que aún existen cosas pendientes o que están a la espera por nuestra intervención en el pasado, para que las resolvamos. Eso es una evidencia de que no estamos reconciliados con nuestra historia.

“Si no hubiese hecho esto…”, “si hubiera actuado de una forma distinta…”, “si no  hubiera dicho lo que dije…”, etc. Todas esas son algunas de las muchas veces que revisamos nuestro pasado con inconformidad.

No quiero ser mal interpretado en este punto. Estoy muy de acuerdo, que hay cosas que se pueden reparar o redimir de nuestro pasado, pero las soluciones que vayamos a ejecutar, no pueden hacerse solo al nivel de la mente y los recuerdos. Las soluciones que necesites aportar la debes hacer en el ahora y de forma concreta.

Lamentarse, enojarse o regodearse en el pasado no acarrea soluciones sino desdichas.

Aceptar tu historia, es aceptarte a ti mismo, y en la medida que lo hagas, los demás también lo harán.

Si por ejemplo, estás pensando en iniciar una nueva relación, es importante que te aceptes a ti mismo primero, antes de poder tener la capacidad de hacerlo con el otro. Cuando dos personas se casan, lo hacen también con la historia del otro, con sus antecedentes buenos y malos, con el efecto de sus relaciones anteriores.

Nadie llega en blanco a una relación, pero puede ser que, a pesar de sus traumas y sus sufrimientos, su historia puede estar plagada también, de muchas luchas y aprendizajes sobre esas situaciones. Esa es la parte de la historia que necesitamos saber.

Un consejo. No te relaciones sentimentalmente con personas que no han aprendido a superar exitosamente sus relaciones anteriores, recuerda que te unes a esa historia y que te arriesgas a sufrir mucho. No te expongas al asumir el papel de doctor, psicólogo o terapeuta. Tú necesitas mejorar tu historia, no complicarla.

Jamás olvides que tu historia tiene un pasado, pero que aún mejor, tiene un presente brillante y un futuro mucho mejor, que aún no está escrito.

Tu historia aún se está escribiendo, y tú eres el autor de la  misma.



Etimológicamente, la palabra pecado significa: errar en el blanco (equivocarse).

¿Quién no se ha equivocado alguna vez en su vida? Reconocer esto es vital para sanar la relación que tenemos con nuestra historia.

Luego de aceptar tus errores, tus malas decisiones y las circunstancias adversas, que te llevaron a ser la persona que hoy eres, el siguiente paso para sanar tu historia es el perdón.

Perdonar es la clave para relacionarnos de manera correcta con nuestro pasado. Una de las cosas por la cual es difícil perdonar, es que muchas veces no estamos conscientes de qué y a quién perdonar.

El qué, solamente lo podemos determinar nosotros mismos, y muchas veces no nos percatamos de su existencia, porque la mayoría de las veces lo relacionamos con nosotros mismos.

Créanlo o no, muchas de las personas que han vivido con la sombra de una violación, se han sentido culpables por lo que les sucedió. Esa posición de victima indefensa, en vez de causarles comprensión o justificación para sí mismo, muchas veces se vuelve en su contra, causándoles la sensación de culpabilidad, la cual, de no ser tratada a tiempo, puede muchas veces llevar al suicidio.

Para sanar tu historia, debes primero perdonarte a ti mismo.

Muchos piensan que esta es la última etapa del perdón, pero yo la concibo como la primera. Si no puedes perdonarte a ti mismo, es muy difícil que aceptes el perdón de otros, y mucho más, el perdonar a los demás.

Incluso el aceptar el perdón de Dios es más difícil, cuando tú no puedes hacerlo contigo mismo.

Reconciliarte con tu historia, pasa primero por aceptarla y luego por perdonar cada capitulo en tu vida que te es incomodo, adverso y trágico.

La única constante en tu historia eres tu mismo, eres el protagonista y muchas veces el autor de cada episodio. Tus decisiones, afectos, compromisos, eventos y/o circunstancias, añaden un evento más a tu historia.

Si miras hacia atrás, y aún te duele o te enoja aquello que te dañó tanto en el pasado, es porque aún no te has reconciliado con el. Hay eventos que por ser muy traumantes, son tan difíciles de olvidar, que con tan solo un pequeño recuerdo, puede hacernos estremecer en cada fibra de tu nuestro ser. Sentir eso no nos hace malas personas, ni mucho menos enfermos mentales. Es tan solo el indicio de que hay mucho todavía que hacer en el presente, para avanzar hacia el futuro.

Debes aprender a perdonarte a ti mismo, por ese matrimonio fracasado,  por las malas decisiones en cuanto a tu familia y al trabajo, por los negocios mal habidos, por la mala gestión de tus emociones, por la falta de interés en los tuyos, por la infidelidad, etc.

¿Por qué crees que deberías pedirte perdón? Creo que lo principal sería, pedirte perdón por culparte de todo, y por no aceptar tus errores como un aprendizaje para ti.

¿Cómo te ves hoy? La respuesta de eso determinará como has sanado en relación con tu historia. Normalmente nos vemos (y nos juzgamos) a nosotros mismos, según lo que hemos vivido.

Afortunadamente, Dios es Eterno, es decir, que no está determinado por el tiempo, por lo que Él, no nos ve según nuestra historia, sino que lo hace desde la óptica de su diseño. Esa es una ventaja que debemos aprovechar, y así aprender a perdonarnos a nosotros mismos.

Es importante reconocer que cualquier error que hayamos cometido en nuestra vida, por muy grave que sea, jamás podrá afectar la visión que Dios tiene de nosotros. Él nos ve uno consigo mismo. ¿Cómo te ves tú en relación con Él?

Vernos como Dios nos ve, es la mejor forma de reconciliarte con tu historia, porque evitará que lo hagamos desde la perspectiva de los errores que hemos cometido.

Lo que has vivido es parte de ti, pero no determina lo que puedes ser. Tú eres mucho más grande que lo que ha sido tu historia hasta ahora.

Fuiste diseñado a la perfección, y ningún error del pasado puede alterar tu diseño.

Líbrate de la frustración que lleva consigo el pasado. Perdónate por aquello que no lograste o que salió demasiado mal.

Enfócate en escribir los mejores capítulos para tu vida, en base a la aceptación y al perdón.

En mi introducción, comenté que me propusieron un reto acerca de escribir una carta para mi yo del pasado, y quedé pendiente en darte mi respuesta:

He aprendido a estar en paz con mi historia, a pesar de todos los errores cometidos, y estoy tan feliz por lo que he alcanzado hasta ahora, que si pudiera tener a mi Yo del pasado frente a mi, primero le daría las gracias y luego lo felicitaría. 

Aprender a vivir con los desaciertos, pasa también por aceptar sus consecuencias.

No podemos devolver los años de infelicidad a una pareja decepcionada de su matrimonio, pero si hay la oportunidad aún en sus corazones, pueden trabajar con ayuda, en escribir nuevos y mejores capítulos a su historia.

Debemos aceptar que hay cosas que nunca fueron para nosotros, y entender que eso a la final ha sido bueno para nosotros. También es importante entender, que dentro de todas tus malas decisiones, siempre hay un punto desde donde aprender y emprender mejores cosas.

Somos nuestra historia y no tenemos hoy nada de que avergonzarnos, solo tomar de lo sucedido e impulsarnos a ser una mejor versión de nosotros mismos.

Puede que hayamos cometidos muchos errores en el pasado, pero para quien ve las cosas de una manera distinta, los errores pueden convertirse en experiencia, y éstas a la vez, se transforman en un aprendizaje.

Te invito a convertir esas experiencias en momentos de aprendizaje, tomando lo mejor que puedas de la situación,  y aunque te duela mucho al principio, mírate a ti mismo como un sobreviviente, como un triunfador, en esa y en cualquier circunstancia, por muy cruenta y difícil que sea de recordar o mencionar.

Apégate al perdón. No le des el poder de destruirte a las circunstancias del pasado, tampoco a quienes te hicieron daño. Pero eso sí, empieza por ti mismo.

Tú eres mucho más de lo que fuiste hasta ahora, tu pasado no te define, porque tu historia aún no se ha escrito del todo.

Sigue escribiendo nuevos y mejores episodios para tu vida…


Espero nos sigas leyendo

Muchas bendiciones

Pastor César González



lunes, 5 de octubre de 2020

Zona de Despegue


 

El impulso para iniciar este proyecto de escribir artículos semanales, provino principalmente de la necesidad que nos urgía por causa de la pandemia, de mantener el contacto con el grupo de personas, quienes durante varios años, nos vienen acompañando de manera continua, en nuestras reuniones habituales. 

Desde que comenzamos dichas reuniones, hace aproximadamente unos 10 años, pensábamos que en algún momento nos tocaría expandirnos hacia otras latitudes, siendo que, las iniciáramos en nuestro propio hogar, y ya a la fecha, contamos con dos localidades equidistantes la una de la otra. 

Debido a la situación de la pandemia, nos vimos forzados a reinventarnos hacia esta nueva modalidad, lo cual, nos ha resultado en un mayor provecho, ya que gracias a la tecnología y al Internet, hemos podido alcanzar a muchas mas personas por esta vía, en lugares incluso más lejanos.

Tú eres parte de ese logro, y por ello estamos agradecidos con Dios y contigo, de que  puedas hoy tener acceso a este mensaje, que es solo una parte, de los muchos recursos que ya se encuentran disponibles, y de otros, que en el tiempo estaremos compartiendo con ustedes.

Es así, como podemos afirmar, que es común para los seres humanos que, para abordar cualquier proyecto en la vida, sea este de carácter personal o profesional, todo comienza con una semilla, con un primer paso. Para poder llegar mucho más allá de donde estamos hoy, debemos ciertamente arrancar desde un punto de partida, el cual, se encuentra muy cercano de nosotros.

Puede que tengamos grandes expectativas acerca de nosotros mismos y de nuestros planes para el futuro, o tal vez nuestros sueños sean mucho más grandes de lo que cualquiera en nuestra posición pueda anhelar, pero lo que si debemos tener claro es que, todo comienza en nosotros y en nuestro entorno más cercano.

Antes de poder gritar: ¡Al infinito y mas Allá!, tal como lo diría un famoso personaje infantil, yo te invito a que mires primero un poco mas cerca, hacia el reducido universo que tienes frente a ti.

Ponte cómodo e iniciemos nuestro viaje, desde nuestra Zona de Despegue




Todo plan que tengas para ti mismo, comienza en un punto específico, el cual es siempre, el lugar donde te encuentras actualmente.

Muchas cosas se podrían explicar del pasaje bíblico que precede esta sección, pero nos concentraremos en la última parte del mismo. En este, Jesús ya resucitado, se despide de sus discípulos, no sin antes prometerles un poder especial (El Espíritu Santo), el cual les otorgaría la facultad de hablar o “testificar” en su nombre, comenzando en la ciudad de Jerusalén, siguiendo luego en las regiones de Judea y Samaria, para luego finalmente ir por los lugares mas lejanos del mundo.

Jerusalén era la capital de Judea, y era el lugar donde los discípulos se encontraban en ese momento. Era su punto de partida, su zona de despegue.

Como se puede observar, el plan para poder llevar el “mensaje” encargado por Jesús, se iniciaba en un lugar cercano.

Hay quienes planifican de forma incierta sobre supuestos estados o momentos que aún no existen.

He escuchado decir con muchísima frecuencia, incluso de mi propia boca: “Cuando yo este en tal posición haré tal cosa” o “cuando tenga tal cantidad de dinero podré hacer esto otro”, etc.

No estamos negándonos a que soñemos o que aspiremos a algo mejor para nosotros, el problema está, cuando lo queremos hacer ubicándonos desde un  futuro incierto.

No es sencillo planear un futuro, cuando en el presente pareciese que no tenemos nada con que garantizarlo. Por eso, apelamos a la posibilidad que algo ocurra (esperanza), para poder establecer lo que queremos lograr finalmente. Es allí donde la mayoría de nosotros nos equivocamos.

Esto nos pasa a todos, y aunque no parezca de importancia, lo es en un sentido muy amplio. Tendemos a postergar nuestros sueños y proyectos porque no nos sentimos capaces o con los recursos necesarios para lograrlo en el momento.

Expresiones como las que mencionábamos anteriormente, ponen en pausa nuestra mente y no nos dejan avanzar, ni mucho menos ver, aquello con lo cual “contamos” en el momento para cumplir nuestra metas.

Debemos aprender a concretar nuestros sueños, dándoles una forma más tangible y cercana a nuestras expectativas presentes. Te parecerá igual, pero no es lo mismo decir: “cuando tenga mucho dinero, me compraré una casa grande”, a declarar: “cuando las acciones que estoy aplicando en este momento para mi negocio comiencen a generar ganancias por encima de los mil dólares mensuales, me mudaré a mi casa nueva…“

La segunda expresión, aunque un poco más larga, le da sentido y orientación al sueño de tener una casa grande. Ciertamente, habla de un asunto del futuro, porque todavía no hay una casa donde mudarse, sin embargo, hay elementos que comprometen el presente, con acciones que se están ejecutando. ¿Estoy ejecutando en realidad esas acciones? Bueno, quizás no en lo físico pero si en lo mental. Ya la sola declaración que acabamos de hacer, predispone nuestra mente para ver dichas acciones ejecutándose.

Cuando hice este ejercicio para mi mismo, inmediatamente me pregunte: ¿Qué estoy haciendo actualmente para mi negocio? Y aunque no se vea de momento, puedo asegurarles que, tengo seis meses estudiando y aprendiendo con los mejores mentores que he conseguido en Internet, para catapultar mi negocio de ventas a un nivel superior.

Reconocer esto, me permite planear mi futuro en base a hechos concretos del presente, y a expectativas reales en el futuro.

Hay quienes dirán que mi declaración sobre los mil dólares mensuales es muy ilusa, pero para mi es mas ilusorio creer que voy a comprarme una casa grande, “cuando algún día tenga mucho dinero”. ¿Qué opinas tú?

Fíjate ahora en esta frase: “Voy a buscar un poco mas de tiempo para dedicárselo a mi esposa”. Puede parecerte muy tierna o romántica, pero esta frase está desprovista de todo compromiso. No hay definición de tiempo ni de acciones concretas ¿sabe acaso este hombre que le gusta a su esposa? Creo que ni lo ha pensado.

Yo me atrevería a cambiarla así: “Dedicaré en adelante cada sábado para compartir con mi esposa de las cosas que nos gustan a ambos, como: pasear en el parque, comer en un restaurante, ir al cine, comer helados, etc.” ¿Ves alguna diferencia? Yo veo muchísima.

La falta de tiempo y de  dinero siempre se han visto erróneamente como  excusas plausibles para poner en pausa las acciones que hemos de ejecutar a favor de lo que en verdad anhelamos.

No hay más tiempo que el presente, porque no sabemos hasta que día estaremos en este mundo. En el caso del dinero, hay muchas cosas que se  pueden hacer sin el. ¿Cuántos de nosotros anhelamos en este momento de pandemia poder salir de nuestras casas e ir a caminar libremente en un parque? ¿Cuanto cuesta eso? Nos complicamos más de lo necesario. (Te invitamos a leer nuestro artículo: ViveSencillo, Vive Feliz)

Has los ajustes que creas convenientes en las dos frases que te hemos dado de ejemplo y complétalas con tus necesidades particulares: ¿Cuantos cuartos debe tener esa casa? ¿Cuantos baños? ¿Tendrá piscina? ¿Qué tan grande será esta? ¿De cuantos pisos será? ¿A dónde le gusta ir a mi pareja? ¿Qué hobbies podemos compartir? ¿Cuál es el lugar más cercano al que podemos ir con poco dinero? ¿Qué tal si salimos a ver tiendas?

Si vas a soñar, atrévete a soñar completo, no trunques el futuro pensando en lo que no tienes ahora. Concéntrate en ver lo que tienes hoy.

Te propongo hacer un ejercicio. ¿Cuantas frases similares a las mostradas anteriormente puedes construir de manera correcta? Escríbelas en un papel, y si compartes esta lectura con alguien más, háganlo en conjunto.

Recuerda que es en el presente y no en el futuro, donde podrás encontrar una zona de despegue, desde donde arrancar tus sueños.

En el pasado cercano, los negocios los hacían las personas que tenían dinero. Quien tuviese un capital por ejemplo, para adquirir una franquicia de comida rápida, se consideraba como una persona exitosa en todo sentido. Aunque estos son muy buenos negocios, sucede que a veces, como ocurrió en mi país, muchos de ellos estén cerrados al día hoy, incluso mucho antes de la pandemia.

En el mundo del emprendimiento actual, se ha demostrado con bastante firmeza, que no se requiere de mucho dinero para empezar un negocio exitoso, incluso hay quienes lo han hecho sin tener nada en sus bolsillos.

Quien emprende hoy en día, lo hace desde el punto mas cercano así mismo,  que corresponde a las habilidades y destrezas que posee.

En esta pandemia, he visto como muchas personas han emprendido negocios, y a pesar de que la economía actualmente está de cabeza, han logrado salir adelante con su proyecto.

¿Tenían mucho dinero? No. ¿Alguien los ayudó? No directamente, pero una característica fundamental del emprendimiento, es que te lleva a formarte, a evaluar todas las posibilidades de tu entorno, a conectarte con otras personas emprendedoras, y a trabajar con el corazón. Ese es el capital con el que arrancaron sus negocios, y es el mismo que tú necesitas ahora, solo debes descubrir esos recursos en tu zona de despegue.

Tú tienes el poder…

Algo parecido está en cada uno de nosotros. Dios nos dotó con talentos, habilidades y destrezas particulares, que incluso pueden estar escondidas a nuestros propios ojos.

Antes de ir, más allá del horizonte, debes primero cumplir tu propósito en Jerusalén, es decir, tu entorno más cercano. No podemos correr si antes no aprendemos a caminar.

Todo tiene su proceso, nada valioso y duradero se logra de forma instantánea.





Antes de poder enseñar a otros, yo tengo el compromiso y la responsabilidad primero conmigo mismo de aplicarlo a mi vida y luego enseñarlo con mi ejemplo a mi familia. Ellos son mi Jerusalén.

Es impensable y a la vez incoherente, que dedique tiempo para ayudar a otros en su crecimiento espiritual, y que mis hijos y mi esposa no reciban de esa misma instrucción. Debo aclarar que esto último, no implica que mi familia deba ser infalible, porque para ser sincero, yo tampoco lo soy, pero es menester, que ellos sean mi experiencia más cercana de enseñanza.

En una oportunidad Pablo le escribe a su amigo Timoteo, sugiriéndole que al escoger a los lideres de su comunidad, pusiera mucho cuidado, entre otras cosas, en la reputación que ellos tenían es sus propios hogares (1ra Timoteo 3:4). No es sencillo ser un líder, pero es más difícil ser esposo y padre, porque hay involucradas muchas mas emociones, y porque tu equipo, son las personas mas importantes de tu vida.

¿Cómo inspirar a otros, cuando no puedo hacerlo con los míos? Como dije, es incoherente, pero pasa muchísimo, debido a distintos factores, principalmente a la falta de consistencia entre lo que decimos y lo que hacemos.

Para explicártelo te daré un ejemplo real. Cuando escribimos los artículos sobre el enojo (Apaga El Enojo Parte1 y Parte2), muchas cosas pasaron en mi hogar y sobretodo en mi comunidad, que nos llevaron a contener las confrontaciones que surgían tanto internas como externas hacia nuestra familia. Vivimos días difíciles, donde nuestro autocontrol estaba contra las cuerdas, debatiéndonos entre darle cabida al enojo o mantenerlo sujeto.

Nos apercibimos, de que estábamos siendo probados en nuestra capacidad de ser coherentes con lo que enseñábamos, y esa revelación nos ayudó a mantenernos firmes y a salir victoriosos al final.

La vida en su totalidad nos somete a prueba constantemente, pero es el hogar donde se encuentra el laboratorio principal para desarrollar los mecanismos y estrategias que nos permitirán desarrollar los dones que Dios nos ha dado.

Reconozcámoslo o no, es más fácil perder los estribos en tu casa que en tu trabajo. Es más sencillo insultar y hasta irnos a las manos con nuestros hijos, que con nuestro jefe, por causa de una bravuconería.

No es solo para los niños que se dice que el hogar es el sitio de aprendizaje primario. Es en nuestro hogar donde primero debemos poner a prueba cada cosa que aprendemos, mucho más si es acerca de nuestro crecimiento personal. Debemos despegar desde este punto. Si tus seres queridos no pueden percibir el cambio que estás logrando, nadie más lo podrá percibir.

Es cierto, que mientras mas cercana sea la persona de ti, se siente más en el derecho de criticarte, que en el de aprobar tus logros. Posiblemente sea el caso de muchos de nosotros, pero es esta experiencia cercana la que te dará la visión mas franca (no necesariamente más real) de lo que has logrado.

En la Biblia está escrito, que Jesús vino primeramente a lo suyo, pero los suyos, no le recibieron (Juan 1:11), y a pesar de eso, el continuó con su misión en la tierra hasta el final.

Puede que las críticas sean muy fuertes al principio, que los tuyos sean los primeros en abandonarte cuando aún nada tiene sentido para ellos. Pero el único que no puede abandonar lo “suyo” eres tú mismo.

Tu familia, tus dones, tus talentos y tu fe, forman parte de esa zona de despegue que tanto necesitas para poder alcanzar tus sueños.

Pero cabe una advertencia. Una vez que despegues, es importante que no te desconectes de eso que te llevó a donde estás. En cada estación de tu vida, necesitarás volver a empezar de nuevo. Cada etapa trae su propio comienzo, y como tal, también sus complicaciones.

Es allí donde radica la importancia de contar siempre con esa zona de despegue. El éxito no puede llevarnos a abandonar aquello que nos sirvió de impulso para lograr nuestras metas.

Sé exitoso, pero mantente siempre muy cerca de lo que mas valoras. Tu familia, tus principios, tus habilidades, y tu fe, te representan a ti mismo, perder alguna de ellas en el camino, puede ser lo más contraproducente, porque a la final, te perderías a ti mismo.

No hay que olvidar de donde venimos. Debemos ser agradecidos con lo que hoy tenemos, porque siendo “fieles” a lo presente, estaremos en una mejor disposición para alcanzar lo mejor en el futuro.

Esa fidelidad, requiere compromiso de tu parte, y es la mejor manera de consolidar un futuro brillante para ti y los tuyos.

Puede que hoy, tu zona de despegue esté oculta entre mucha maleza o tal vez no está en las condiciones más optimas para arrancar, pero es un punto de partida sólido, tangible, el cual, es imposible desechar.

Tú zona de despegue la configuran las personas y los talentos con los que cuentas, y como es tu mejor capital, es lo más valioso que tienes. No olvides darle siempre el mayor valor a estas cosas, y tenerlas como prioridad.

Recuerda siempre incluir dentro de tu zona de despegue, a ese ser especial llamado Dios, que aunque no lo veas o puedas sentirlo, siempre contarás con Él para impulsarte, darte ánimo y mantenerte firme ante cualquier circunstancia.

La vida es como un gran proyecto, y como todo proyecto hay etapas que cumplir, por lo cual, no pierdas tu enfoque desde cada principio que tengas, porque en cada paso que das, estarás mas cerca del final que Dios tiene reservado para ti.

Sea que tengas el sueño de emprender un negocio, de alcanzar grandes logros profesionales, construir un hogar o de vivir una vida más tranquila y feliz; para todo eso y demás, siempre debes contar con tu zona de despegue.

No confíes en la incertidumbre del futuro, forja en cambio, un futuro más cercano con las certezas de tu presente.

Nunca olvides que los tuyos estarán siempre en primera fila para aprender de ti. Confía plenamente en que ellos serán impactados por la mejor versión de ti mismo.


Ya estás en tu zona de despegue… solo inicia el vuelo, y que tengas un Feliz viaje…


Dios te Bendiga.

 

Pastor César González

 





domingo, 27 de septiembre de 2020

El Poder de decir: TE AMO

 



Soy aficionado al cine, así como a la lectura y compartir largas horas de tertulias con familiares y amigos; por eso es muy común en mi hogar, encontrarnos alrededor de la TV, disfrutando de una buena película y/o un programa en particular.
 
Confieso que soy algo sensible a las películas con dramas familiares, a esos que tocan lo más profundo del corazón.
 
Previo a escribir para esta oportunidad, me tope con una escena muy conmovedora de un programa de TV, que me hizo reflexionar mucho, así como también me hizo derramar algunas lágrimas.
 
En la película, un hombre se debatía entre la vida y la muerte en una cama de hospital, y como ultimo recurso debían ponerlo bajo sedación para poder aplicar un tratamiento, que posiblemente le salvaría la vida o del cual no sobreviviría.
 
Por el solo hecho de no saber si despertaría para poder ver nuevamente a su familia, pidió (a pesar del dolor) que se le permitiera retrasar un día más el tratamiento para poder dejar todas las cosas arregladas en caso de fallecer.
 
Pero lo que mas deseaba este hombre, era pasar un tiempo de calidad con su familia, y decirles todo aquello que había en su corazón, antes de que no hubiese más tiempo para hacerlo de nuevo.
 
El hombre abrazaba a su hija pequeña, y a su esposa, y les pedía que no olvidaran que él las amaba. De hecho y por un largo rato, esas eran las únicas palabras que salían de sus labios.
 
¿Cuántas veces hemos visto una escena así? ¿A quien no se le ha arrugado el corazón viendo a un padre despidiéndose de su familia como si fuese la última vez que los verá?
 
¿Cuántos de nosotros hemos perdido la oportunidad de decir aquello que queríamos a una persona especial, pero a causa de lo súbito de las circunstancias no pudimos hacerlo? ¿Cuántos hemos tenido la  oportunidad de decirle a la gente que amamos, lo que significan para nosotros, y lo hemos dejado pasar? ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de no decirlo?
 
¿De cuánto tiempo crees disponer, antes de que ya no tengas esa oportunidad?
 
No sé en que momento, ni porque razón, la expresión: TE AMO, se convirtió en un tipo de frase prohibida.
 
Erróneamente, hemos asumido una especia de vergüenza o de incomodidad colectiva ante esta frase, que por el contrario, debería ser de uso común para todos nosotros, pero que muchas veces es ridiculizada y considerada cursi, hasta el extremo de llevarnos a cohibirnos de expresarla públicamente.
 
¿Por qué nos cuesta tanto decirlo? ¿Qué razones ocultas hay para no decirla con libertad? ¿Por qué nos cohibimos de expresar algo que sentimos?
 
Te propongo que avancemos juntos en este tema, y descubramos El Poder de decir: TE AMO…




La escena con la que iniciamos nuestra tema en el día de hoy, trajo recuerdos a mi mente sobre una película del 2007, llamada Post Data: Te Amo, la cual trata también sobre un enfermo terminal, quien deja a su viuda, un conjunto de cartas, donde le indicaba todos los pasos que debía seguir para poder continuar su vida sin él. Cada carta terminaba con esa frase.

Lo curioso de estos casos, al igual como en la vida real, es que la mayoría de las personas tendemos a expresar el afecto que sentimos, una vez que entendemos que ya no hay tiempo de más para hacerlo, o simplemente porque nos sentimos vulnerables.

Es muy triste como hoy día, hay parejas y familias enteras que no se prodigan afecto de manera frecuente. En cambio, son más las manifestaciones de queja e inconformidad que salen a relucir, aún de forma pública y ante extraños.

¿Por qué sucede esto? Estoy consciente, que hasta este momento hemos hecho muchas preguntas, sin haber respondido ninguna, pero irremediablemente, así como pueden existir distintos tipos de personas, en la misma forma hay infinidad de respuestas a las mismas.

En mi observación particular, por medio de las consejerías realizadas tanto a parejas como a familias enteras, he encontrado entre muchas otras circunstancias, una causa común para no decir: TE AMO.

Las respuestas a esto último y a casi todas las preguntas que hemos formulado, se encuentran en el ambiente familiar donde fuimos criados.

 Existe una dependencia primaria a los valores infundidos en el hogar. Si mamá y papá, nunca expresan su amor de manera recurrente entre ellos y con sus hijos, estos, verán las palabras TE AMO, como algo sumamente extraño o que solo se ve en las películas asociado al contexto privado de la pareja.

 En mi hogar, nos hemos dado a la tarea de infundir las expresiones de cariño de forma natural, tanto entre mi esposa y yo, como con nuestro hijos. No hay momento específico para dar un abrazo, besar o manifestarlo de forma verbal.

Soy padre de dos varones, y eso, a la vista de muchos, pudiera complicar o causar que las manifestaciones de cariño se reduzcan. Esa es una de las excusas mas utilizadas por muchos papás para no brindar amor a sus hijos, y eso constituye tanto una mentira, como una trampa en todo su esplendor.

Mi hijo de 7 años es un niño muy cariñoso. Una vez que se levanta por las mañanas, nos busca a su madre y a mí, para darnos un abrazo a cada uno. Pero no solo en las mañanas, porque a veces pierdo la cuenta de todas las veces que el lo hace durante el día. ¿Por qué lo hace? Yo les daré la explicación.

Desde que nació, mi hijo menor siempre recibió de  nosotros todas nuestras manifestaciones de amor, tanto físicas como verbales. Muchos consideran que eso es normal mientras son bebés o hasta que comienzan a ir a la escuela, pero para nosotros ha sido una constante de todos los días, sobretodo porque desde siempre, él ha manifestado una disposición y facilidad para expresar sus emociones.

En respuesta al amor recibido desde pequeño, mi hijo no ve el abrazo como una “cosa extraña” sino como una expresión natural, que tiene la libertad de hacer, para mostrar su afecto.

Con respecto a nuestro hijo de 14 años, su personalidad no es de abrazar a cada rato, sin embargo, cuando está feliz o muy agradecido, lo manifiesta libremente por medio de ese gesto, y lo más importante, es que no reniega ni huye del abrazo que otra persona le brinda.

Muchos creen que por criar varones, hacer este tipo de manifestaciones de afecto, pudiese causar alguna desviación en su preferencia sexual, pero a todos los que piensan así, les invito a que revisen las estadísticas, y encontrarán todo lo contrario. La mayoría de los problemas devenidos en desviaciones de las conductas sexuales, surgen en ambientes opresivos, carentes de afecto o cariño, con ausencia de una figura paterna sólida y/o por situaciones de carácter abusivo.

En ninguno de los casos, el exceso de amor o de manifestaciones de afecto hacia los varones (por ejemplo) ha sido el detonante de las desviaciones sexuales, por el contrario, me atrevería afirmar que producen un efecto totalmente opuesto.

En pocas palabras, estamos criando hombres, sanos emocionalmente y sensibles al afecto recíproco. Hoy en día, con tanta falta de valores, necesitamos levantar una nueva generación de hombres, que sean padres y esposos amorosos, pero sobretodo comprometidos.


¿Qué es entonces el amor?

El término amor no tiene en sí mismo una connotación sexual, y si así lo fuera, ¿por qué hay parejas entonces que les cuesta decirse: TE AMO?

Presumo de entender, que lo que mas cuesta con estas palabras, es la concepción (no errada) de que en sí misma, esta frase encierra mas de lo que aparentemente vemos.

Amar es comprometerse. Es un concepto que está más allá de una emoción. Amar es una decisión de todos los días.

Aunque no trataremos el tema del amor como concepto en este articulo, quiero que entiendas, que el problema que tenemos con el amor, radica principalmente, en que no sabemos lo que en realidad significa.

En definitiva, lo que entendamos por amor, es lo que nosotros manifestaremos a otros o trataremos de ocultar a los demás.

 

¿Porque es importante decir TE AMO?

Voy a proponerte en este punto un ejercicio. Toma papel y lápiz, y escribe para ti mismo cinco (5) pensamientos o emociones que tú sientes, cuando alguien especial para ti te dice: TE AMO.

(Tómate tu tiempo antes de continuar la lectura)

A continuación expondré varias de las razones más comunes que yo he encontrado, por las cuales creo que es importante decir TE AMO:

  1. Eleva la autoestima de ambas personas.
  2. Conforta y a la vez estimula al que escucha, haciéndolo sentir que es importante para alguien más.
  3. Condiciona tanto al emisor como al receptor, para activar una comunicación más afectiva.
  4. Rompe con los temores que tenemos acerca del amor.
  5. Crea una conceptualización particular del amor en las mentes de los involucrados.
  6. Consolida la sensación de cercanía y unión.
  7. Mantiene y fortalece el vínculo afectivo.
  8. Genera confianza.
  9. Activa las hormonas del placer y felicidad.
  10. Promueve un ambiente de concordia y entendimiento.

 

Compara tu lista con la nuestra, y si tienes alguna razón que nosotros no hayamos incluido en esta, por favor compártela, a través de cualquiera de nuestros canales de comunicación listados al final de este articulo.

Hay mucho poder en una sola frase.

Desde el día que nos casamos, tengo un juego con mi esposa que hacemos casi todos los días. Puede ser en la mañana o en cualquier momento del día, cuando la agarro por la cintura, y mirándole firmemente a los ojos, le pregunto: “¿Te he dicho hoy que TE AMO?”. Parte del juego es que ella responda: “No”, para que yo le diga: “No olvides que TE AMO”, a lo que ella finalmente responde: “Yo también TE AMO”.

Las respuestas pueden tener más o menos palabras, pero siempre terminan igual. ¿Por qué lo hacemos? Porque es nuestra forma de recordárnoslo todos los días, es la manera en como les decimos a nuestras mentes lo importante que somos el uno para el otro.

Hay muchas cosas que puedes hacer con tu pareja, pero algo que nunca debes olvidar es decirle que la amas.




Hay un poder grande en esa frase. Como ya dijimos antes, hay razones más que suficientes para darle el valor y el lugar, a las expresiones de nuestro amor a los seres que amamos.

Y eso involucra a todo el mundo, recuerda que el amor no es sexual, el amor es algo más, es espiritual, tiene vida propia. El amor es un reflejo de la naturaleza de Dios en nuestras vidas.

Nuestros hijos, padres, abuelos, pareja, amigos, compañeros, etc. Todos necesitan saber que les amamos, que son importantes para nosotros.

Todos merecemos escuchar un TE AMO sincero. Nuestros sentidos están conectados al cerebro de forma directa. Lo que escuchamos tiende a ser parte de lo que pensamos, y eso nos convierte en lo que somos.

Cuando mi niño pequeño comenzó a decirnos TE AMO, no fueron las primeras palabras que utilizó. Por alguna razón que no entendemos, o por haberlo escuchado de alguien más, él comenzó diciendo: “Te Quiero”, y cuando le preguntábamos el porque de esa frase, nos respondía que solo su mamá me podía amar a mi y yo a ella. ¿Dónde lo aprendió? ¿Quién se lo dijo?

A su corta edad, ya estaba influenciado por el mismo concepto erróneo del amor. A veces estoy por creer (y casi asegurar) que hay pensamientos y estructuras mentales que se transmiten a través de la genética. Necesitamos cambiar la genética de los pensamientos, por eso urge formar nuevas generaciones con actitudes más exitosas.

Muchos pensarán que le damos demasiada importancia a las palabras, lo que estas personas no entienden es que, las palabras tienen poder. Si no fuera así, no hiciéramos afirmaciones positivas sobre nosotros mismos. “Yo sí puedo” o “Yo lo voy a lograr”, también son palabras, y sin embargo las usamos para darnos ánimo, para condicionar nuestra mente para el éxito. ¿Son las palabras importantes? Muchísimo.

Un “Te Quiero”, jamás se sentirá igual que un TE AMO. Si fuera así, las personas no tendrían problemas en decir lo segundo, sin embargo, están propensas a decir más fácilmente Te Quiero.

Cada quien sabe los procesos mentales que se producen en su interior, pero hay una parte de nosotros que requiere hacerse consciente de esto.

Debemos dejar de temerle al amor en todo sentido. Es como si tratásemos de mitigar el posible sufrimiento que nos causaría una ruptura o decepción, minimizando el afecto que sentimos. Le enviamos una información al cerebro de que es mejor querer que amar, para así evitar el sufrimiento.

Imagínate si viniésemos de familias disfuncionales o de hogares violentos. ¿Cuál sería nuestra perspectiva acerca del amor? Seguro no dejaríamos espacios para creer y desarrollar el amor, de allí que el temor, nos lleva a no explorar su máxima expresión en nosotros, y por eso decir un TE AMO es una cosa muy difícil.

Así como lo que oyes, puede modificar tus pensamientos, cuando hablas ocurre lo mismo, porque cuando lo haces, tus oídos estás atentos a tus propias palabras, y eso modifica tu mente, y por ende tus acciones.

Cuando dices TE AMO, quien lo escucha primero eres tú, porque tus oídos están más cerca de tu boca, que los de la otra persona. Decir TE AMO te ayuda primeramente a ti, a tu forma de pensar.

Si aún piensas que TE AMO es una frase demasiado extraordinaria (y lo es) como para decirla tan libremente, entonces ¿Por qué negarte a vivir extraordinariamente todos los días?




Recuerda que lo que nosotros creemos es precisamente lo que tendremos.

Te reto a que cambies tu manera de pensar acerca del amor, y usa esta poderosa frase todos los días de tu vida.

¿Amas a tu pareja, a tus hijos, a tus padres o a tus amigos? ¿Por qué no decírselos? No sigas alimentando la falsa creencia de que decir TE AMO está prohibido.

Créelo, y ama sin reservas, pero sobretodo, has que los otros lo sepan.

Es muy probable que a ti no se te dé mucho eso de hablar de tus sentimientos, que eres mejor haciendo cosas por los demás para demostrarles cuanto les amas. Eso no está mal, pero ten presente siempre que no todos entenderán lo que quieres decir a menos que se los digas.

No es solamente amar, es importante hacerte entender.

Hay muchas cosas que damos por sobrentendidas, no significa que los demás sean ignorantes o que no sean capaces de darse cuenta de la forma especial en como tú los amas, el problema está en que no todos manejamos los mismos conceptos ni los mismos códigos.

¿Quieres que sepan cuanto les amas? Díselos, estoy seguro que no te arrepentirás.

Multiplícate en abrazos, en caricias y en obras para los seres que amas, pero no olvides las palabras, ellas tienen mucho poder.

Activa la mente de tus seres amados, has que germinen en ellos las acciones y las palabras, que cambiarán los pensamientos de todos uds.

Tan solo comienza, diciendo TE AMO.

Por cierto, ¿Les he dicho alguna vez que les amo?, si no lo he hecho, espero sepan disculparme, porque los amo desde lo mas profundo de mi ser, aún sin conocerles.

Espero que vivas feliz, que ames con todas las fuerza de tu corazón y que abras tu boca para decirlo…


Muchas bendiciones…  

 

Pastor César González

 

De bono les obsequio uno de mis versos…


 

El Porque Decir Te Amo

 

Te amo, porque existes, por ver el sol cada día,

Por rendirte a mis favores, por irradiar tu alegría,

Por celar cada instante conmigo, por curtir de mí tu vida,

Por llenarme de emociones, por darme aún lo que no pedía.

 

Te amo, es un sendero, que recorro para estar contigo,

Es la llave que abre el cofre, de tu tesoro escondido,

Es lo que me quita la vida,  mientras en ti resucito,

Es el gozo callado, de todo lo que en ti vivo.

 

Por eso el Te Amo, se volvió un decir fascinante,

Un abreboca a tu boca, por demás cautivante,

Esa, que de manjares lisonjeros, me trae expectante,

Un Te Amo, que solo en un beso, puede confortarse.




miércoles, 23 de septiembre de 2020

Cuestión de Fe




Contrario a lo que puedan pensar, como ser humano, esposo y padre de familia, no soy ajeno, a las incertidumbres que hoy en día embargan al resto de las personas. Pienso de hecho, que de alguna forma, estoy más que comprometido con la situación presente, en aras de aportar soluciones y caminos alternativos, que nos permitan dar respuestas a estas incertidumbres.

Pero debo confesar, que no tengo todas las respuestas que quisiera, o por lo menos no lo tengo todo tan claro como desearía, porque estoy consciente de  mis limitaciones intelectuales, físicas y espirituales, y de la falta de experiencia en muchos aspectos, lo cual, no me  permite aportar ideas claras sobre los mismos.

Sin embargo, he tenido la dicha de contar con mucha gente sabia a mi alrededor durante mi caminar, quienes me han enseñado a atesorar y a poner en ejercicio cada fibra de mi ser, para vibrar acompasadamente, con el conocimiento recibido de ellos y por medio de muchas otras vías, como lo son los libros, la observación de mi entorno y la meditación.

Parte de ese conocimiento, el cual esgrimo en todos mis escritos con mucho orgullo y convicción, es el que está vinculado a mi experiencia personal con Dios, desde hace más de 36 años (aunque puedo asegurar que es desde antes de nacer).

En todo ese tiempo, el ejercitar mi fe en Dios, ha sido la constante en todas las circunstancias en las que me he visto involucrado, y ha marcado de igual forma, la evolución de todo mí ser interior hasta la fecha. No hay nada que yo pueda decirte donde no esté involucrado Dios. Él es mi norte y mi fin último.

La ventaja de haber escogido este camino o estilo de vida, es haber entendido principalmente, que como seres humanos, estamos más conectados con Dios de lo que nosotros mismos pensamos. No hay barreras entre Él y nosotros, mas que las generadas por la ignorancia de aquello que no conocemos, así como tampoco, existe ninguna condición o estado en nuestro ser que nos exija estar separados de Él.

Con todo respeto a este vínculo que hemos construido entre nosotros, me tomo la libertad de hablarte acerca de la fe sin ningún tipo de sesgo religioso o ideológico.

La fe, constituye un tema tan trascendental, como cotidiano, y aunque es muy conocida como término, desconocemos en gran medida, su correcta aplicabilidad para nuestras vidas.

Quiero que me acompañes a analizar este maravilloso tema, desde una óptica  particular, añadiendo en el camino, un mayor conocimiento de nosotros mismos.



 

Cuando me preguntan por lo que nos depara el futuro, es muy difícil encontrar en mis labios, una respuesta diferente, a la de afirmar que: “todo estará muy bien”. Y esta respuesta no es porque me sienta optimista o porque tenga un plan debajo de la manga, el cual no he querido revelar.

Es así, porque yo lo creo, y porque yo lo creo, es así.

Lo anterior es lo que nosotros denominamos fe.

Si me preguntas ¿tiene que ver la fe con ser positivo? Mi respuesta tajante será: NO.

La fe no tiene que ver con el positivismo mental. La fe proviene de lo mas profundo de nuestro ser. Es parte del depósito de Dios en nosotros, desde nuestra concepción. No es algo que debemos procurar tener, porque es parte de nuestra naturaleza como seres humanos. Es un don que Dios nos entregó, no es algo externo que se introduce en nosotros.

Por definición lingüística, en el idioma original, la palabra fe se traduce en confianza, pero también en fidelidad.

Tener fe es confiar, pero a la vez implica ser fiel a eso en lo que confías.

Es por ello, que la fe está ligada al creer. Cuando creemos en algo, lo primero que depositamos en ello es nuestra confianza. Creer en algo o en alguien, revela nuestro compromiso, y el grado del mismo determina nuestra fidelidad.

Somos fieles únicamente a aquello en lo cual creemos.

Esto último puede estar relacionado con una persona, con una institución, con una habilidad que poseamos, con un pensamiento, etc.

¿Por qué creemos?

Dios se aseguró que nosotros poseyéramos la capacidad de creer, aún antes de estar conscientes de ello. Es por eso, que la humanidad entera, en cualquier parte del mundo, cualquiera que sea su cultura o su condición social, de alguna forma, siempre está en la búsqueda de “creer en algo” ¿Por qué es esto así?

Te responderé con un ejemplo. Cuando vemos un estanque, donde el agua aparentemente no se mueve, asumimos que todo está tranquilo. Pero resulta, que las moléculas del agua, en estado líquido, están en continuo movimiento, por eso, aunque imperceptible a la vista, siempre el agua tratará de desplazarse más allá del medio que la contiene. La movilidad está en sus moléculas.

De esa misma forma, la fe en el ser humano, buscará siempre ese elemento conectivo con su creador, muchas veces, abrazando ideologías o creencias  no acordes al propósito para el que fueron diseñadas.

Queramos o no, está en nuestro ser, la necesidad de subsanar el apetito de nuestra fe. Todos respondemos funcionalmente a este principio marcado en nuestro ADN, en mayor o menor grado.

Toda tu búsqueda de algo más allá de lo visible, de reconocerte como un ser por encima de lo biológico, de conectarte con la energía que te envuelve, de proyectar tu mente más allá de un simple conocimiento intelectual, todo eso y más, es tu fe interactuando, con el objeto de desarrollar el propósito que la define: Conectarse con Dios.

No podemos deshacernos de la fe, así como no podemos eliminar a capricho una molécula de nuestro cuerpo.

Como los músculos del cuerpo, hay que ejercitar la fe para sacarle el mayor provecho.

Al inicio te mencioné, que a lo largo de mi vida me he visto en circunstancias, donde me he visto forzado a ejercitar mi fe, pero viéndolo mas claro en la actualidad, me atrevo a afirmar, que no hay día ni momento en donde la fe no sea sometida a prueba.

Creo que el tiempo presente es una evidencia de ello. No es posible negar que esta situación de pandemia mundial, haya concebido en sí misma, distintas formas para ponernos a prueba. 

Se requiere más que positivismo para afrontar los retos de cada día. En la región donde vivo por ejemplo, aunado a los inconvenientes ya establecidos por la situación de cuarentena social, se han sumado problemas graves en los servicios públicos, como lo son: agua, gas, electricidad, transporte, abastecimiento de combustible, Internet, etc.

Cuando uno junta todo esto, en un único momento histórico, solo puedes asemejarlo a una situación de guerra, donde no hay nada garantizado, nada funcionando enteramente, y donde las posibilidades de que mejore no se vislumbran a corto plazo.

¿Cómo afrontar una situación así? ¿Cómo mantenerse firme ante lo que parece ser una situación infranqueable?

 



En el texto que inicia esta sección, encontramos una definición bíblica muy popular entre los creyentes para describir lo que es la fe.

Como todo en la vida, hay aspectos que tienen más de un punto de vista, y la fe no escapa de ello.

La fe es como una moneda con dos caras o lados, donde cada uno es el complemento del otro, pero ambos son muy diferentes.

La fe primeramente, es la convicción de cosas que se esperan como si ya fueran realidad.

En este aspecto, la fe apunta hacia nuestra esperanza. ¿Que es la esperanza?

La esperanza es el estado de ánimo, en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible.

Tener fe puede estar relacionado con creer en algo antes de que suceda.  Este es el lado de la fe que más asociamos con el futuro. Concebimos que algo grande o mejor podrá suceder, y solemos apegarnos a esa creencia con confianza y fidelidad.

Esperamos un “algo” que no está presente de momento, pero sabemos que va a llegar tal cual está preestablecido. 

Nos aferramos así a creer que vendrán mejores tiempos, que las cosas mejorarán al solventarse la situación presente, y que después de esta larga espera, las cosas volverán a encausarse como es debido.

De la misma forma, nos vemos muchas veces a nosotros mismos. Nos vislumbramos siendo exitosos o superando todos los obstáculos. Creemos esperanzadamente en que podremos levantar a nuestras familias, de la situación de zozobra en que vivimos, que alcanzaremos a recuperar todo lo que hemos perdido, etc.

Todo lo anterior está muy bien, y a nadie puede criticársele por pensar así, de hecho, lo que mas requerimos para ver nuestro futuro de una manera mas prometedora es la fe, sin eso es imposible que podamos visualizarlo así.

Este tipo de fe trae esperanza, y la esperanza es muy importante para poder reconciliar nuestro presente, con la idea que tenemos de nosotros mismos o del entorno, pero no es suficiente, porque está basada en hechos o cosas que aún no son palpables, porque son “cosas que esperamos”.

El único problema de la fe en esperanza, es que al esperar por “algo que viene”, nos enfocamos en el futuro, sin darle respuesta a lo presente.

Cuando solo esperamos, cometemos muchas veces el error, de esperar en vano, porque no le damos cabida a buscar en lo presente, las respuestas que necesitamos, y esto sucede, porque ignoramos que están allí.

Muchas veces oramos por cosas que ya tenemos, creyendo que falta un mover especial de Dios para que se hagan realidad. Pero están allí, y la mayor parte del tiempo lo  ignoramos, y otras veces, simplemente no las aceptamos como son.

En mi experiencia, he escuchado personas clamándole a Dios por ejemplo, para tener mas amor por las personas o para ser mas tolerantes, y resulta que ya todo eso está dentro de nosotros, solo que al igual que la fe, no lo hemos ejercitado. Incluso hay quienes esperan por recibir una instrucción “de arriba” para tomar decisiones, y resulta que ya Dios ha dispuesto todo delante de la persona para hacerlo, solo que sus temores e inseguridades no le permiten verlo con claridad.

Dios dispuso ya la gran mayoría de las cosas, para que tan solo tú y yo nos apropiemos de ellas.

La fe es también, la revelación de las cosas que no se ven.

Esto último es lo que erróneamente confundimos con positivismo. Esta otra cara de la fe, complementa con la primera, pero es muy distinta a ella, debido a que en este punto, la confianza y fidelidad están asociadas al presente y no al futuro.

Esta fe se basa en elementos concretos, en hechos ya manifiestos, pero que al ojo inexperto le son “invisibles”.

Lo que mucha gente no ha entendido, incluyendo en esta lista a los mas acérrimos creyentes, es que la mayoría, más bien, el total de “cosas” que Dios ha destinado para nosotros, ya nos fueron entregadas, y que por  ignorancia de nuestra parte, no las hemos desarrollado a nuestro favor.

 

Al igual que la fe, dones tan maravillosos como el amor, la bondad, la paz, la alegría, el dominio propio, etc. (Gálatas 5.22-23), ya se encuentran dentro de nosotros, a la espera que los desarrollemos, no en el futuro, sino en el ahora.

No hay nada que esperar, Dios ya todo lo dispuso en su diseño de ti, para que alcances tus metas y objetivos.

Ignorar esto, es lo que nos enceguece completamente, hace que todo lo que Dios nos dio, se mantenga escondido de nuestra vista. Lo que no vemos, no implica que no exista.

Confiar en un futuro mejor, te permitirá fortalecer tu esperanza, pero no te ayudará a solventar la situación presente. Lo actual, lo que en este momento  demanda una acción de tu parte, solo puede ser solucionado en el plano de la confianza y fidelidad de lo que Dios ha depositado en ti.

Puede que con esta situación mundial, hayas perdido tu trabajo y que de momento estás confiando que al terminar todo este problema, lo recuperarás o encontrarás algo mejor, pero en este instante, esa esperanza no traerá comida a la mesa de tu familia. Debes mirar lo que tienes ahora, visualiza el potencial que tienes. Hazte consciente de las cosas que has aprendido, de las habilidades y destrezas que dominas. Mira tu situación con otra óptica, no solo enfocado en lo que hacías antes de esto, ni en lo que harás, sino en lo que puedes hacer ahora.

La razón principal por la que la fe orientada en lo presente se complementa con la fe esperanzadora, es que con la primera, podrás evaluar y aprovechar las oportunidades que tienes en el ahora, y esto, se convertirán en un punto de referencia para lo que esperas de ti en el futuro.

Ya hay gente que está reconsiderando si volver o no a sus antiguos trabajos, porque han encontrado nuevas y mejores formas de ganarse la vida, y ser aún más exitosos de lo que eran antes.

La fe basada en lo presente, ve oportunidades en medio de la adversidad, y saca a relucir el potencial que hay dentro de cada uno de nosotros.

Una de las cosas que he aprendido a amar de toda esta situación de la cuarentena social, es que me ha dado la oportunidad de hacer cosas que me gustan muchísimo, como escribir. Pero el regalo más maravilloso de todos, es la oportunidad de estar en casa con mi familia mucho más tiempo. Eso no quisiera cambiarlo por nada del mundo.

Todo lo anterior me ha llevado a reconsiderar muchas cosas, principalmente la administración de mi tiempo y las expectativas laborales del futuro. Me he dado cuenta, que hay múltiples formas de alcanzar los niveles de ingreso que necesito, mas allá y aún mejor que de la manera convencional.

Buscando en mi mismo, encontré esas dotes no reveladas con anterioridad, y que ahora he podido sacar a la luz. He encontrado aún mayor confianza en mis talentos, y esa concienciación acerca de mi, me ha generado fe hacia mi mismo, basado primeramente en la que siento hacia Dios y a lo que el ha hecho por mi.

Aprendí a conjugar el verbo creer para mi mismo. Yo creo en mí.

Hay cosas que Dios está haciendo tras bastidores en el mundo, de las cuales no estamos apercibidos. En el ámbito de lo espiritual, el de lo invisible, hay una realidad que supera por mucho lo que vemos, y está allí disponible para  nosotros. Apenas estamos viendo la punta del iceberg de las cosas que se están conjugando de forma oculta, cosas que lejos de preocuparnos, nos llaman a estar apercibidos y preparados.

Hay cambios que Dios está haciendo en los corazones de muchas personas alrededor del mundo, de los cuales ni nos damos cuenta.

Hay cambios que ya Dios empezó a hacer dentro de ti, y otros que ya están culminados, que solo necesitan ser revelados a nuestro consciente para poderlos desarrollar.

Cree firmemente en el potencial que aún no puedes ver en ti, como un hecho consumado, no como algo que esperas tener.

 


Todo en el universo cumple un propósito, aún aquello que nos parece malo.

Ciertamente Dios no creó la maldad, pero se sirve de ella para generar cosas mejores.

Si no existieran cosas que se nos opusieran en nuestro avance, jamás desarrollaríamos las herramientas y habilidades para superarlas.

Lo que nos trajo al lugar y al tiempo en el que estamos, es la fe.

Cuando creemos, alcanzamos a desarrollar en nosotros, algo que es imposible para el ser humano lograr por su propia cuenta: La Paz.

Esa paz que desarrollamos por medio de la fe, nos permite reconciliarnos con el presente. Cuando entendemos que todo lo que está pasando no es por casualidad, o que indefectiblemente se encuentra bajo el control de Dios, aprendes a mirar las cosas de manera distinta.

La fe no convierte lo malo en bueno, de hecho no tiene nada que ver con ninguna de las dos cosas. La fe no cataloga los hechos, solo nos hace verlos diferentes.

Es allí donde la fe juega un papel importantísimo en nuestra mente. La fe genera la paz que nuestra mente necesita para conciliar lo real con la verdad.

En otra oportunidad profundizaremos sobre la diferencia entre lo real y la verdad, por ahora solo te diré, que en la realidad algo es bueno o es malo según la óptica moral con que se mire, en cambio, la verdad, es aquello que está depositado en nuestro ser, tal cual el diseño de Dios, y no  puede ser catalogado bajo ninguna óptica, porque es absoluto.

La fe apunta hacia la verdad,  de la cual ella misma es parte. Por eso, quien cree, tiene la confianza en lo que cree y es fiel a la verdad depositada dentro de si. De allí que la fe no ve lo malo ni lo bueno. La fe solo ve el propósito de las cosas, según la verdad depositada en nuestros corazones, y esa verdad solo mira según el diseño de Dios.

Quien tiene fe, alcanza la paz, y quien está en paz, no se preocupa por la situación presente.

Dependiendo de la forma en como aprendamos a desarrollar nuestra fe, de esa misma forma nos será mas fácil o difícil entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Te invito a que desarrolles tu fe. Cultiva la esperanza en un futuro que se encuentra en las manos de Dios, pero sobretodo,  crece y multiplica tus esfuerzos en la fe que está vinculada con el presente, con las oportunidades y dotes que Dios ha dispuesto para ti en el ahora.

Quieras o no, toda circunstancia es parte de tu ejercitar en la fe, así que permanece alerta y engrandece tu confianza en Dios cada día, y de la misma forma hazlo contigo mismo.

Cree, confía y permanece fiel, así encontrarás la armonía que necesitas para entender tu situación actual.

No permitas que otros menoscaben tu capacidad de creer, recuerda que nadie puede tomar algo de ti, si esto está incorporado a tu ADN.

Recuerda que la fe fluye constantemente como el agua, y es imposible retenerla por mucho tiempo, así que, aprovecha el momento y déjate llevar por su corriente, no dudes en creer.

Dios siga bendiciendo tu vida…


Pastor César González